Madrid, 2013 Había pasado poco más de un año desde el nacimiento de Lara, yo seguía sin querer acostarme con Martín y tanto mi madre como mi suegra lo sabían porque “debíamos” contarles todo. ¿Qué les hacía pensar a ambas que podía llegar a querer otro hijo? realmente no era capaz de entenderlo. Y por suerte ya no era la única que se daba cuenta de que no tenía sentido alguno volver a ceder ante la presión del entorno. Por eso, una noche, al volver de la boda de una de mis primas y luego de que mi madre se ofreciera a llevarse a la niña a dormir a su casa para que nosotros tuviéramos una noche de lujuria en la que buscarle un hermanito, exploté… ¡Y vaya noche de lujuria que tuvimos, comenzando en el coche! Martín - ¿No te parece muy pronto para tener otro bebé? (espetó, dejándome al