Rose estaba en una enorme oficina, lujosa y con cuadros de famosos que estaban firmados, era sorprendente, se puso de pie cuando la puerta se abrió y sonrió educadamente al ver a un hombre de unos cuarenta años, bien vestido y con un rostro atractivo. —Rose, ¿Cierto?—Preguntó aquel caballero. —Si, así es, es un gusto conocerlo. —Soy Fernando Loan, Diego me habló maravillas sobre ti. Rose sonrió aún más y se sintió un poco avergonzada. —Solo exagera. —¿De verdad?, que decepción — dijo Fernando mientras tomaba asiento, Rose abrió la boca y él sonrió. —Solo bromeo, se que eres buena, por que te vi. —¿Cómo?. —Aja, Diego me arrastró hasta ese club una noche, y te vi bailar, eres muy buena, he visto tu historial, eres una bailarina muy completa. —Gracias. Fernando la miró detenidamen

