Dos horas después y otro poquito más entre que recogían las maletas y esperaban el auto que habían rentado para el viaje. David y Luz salieron del aeropuerto al calor de Cancún.
El subió las maletas en la cajuela y ella se fue al siento del piloto para encender el auto.
―No tenía la menor idea de que sabías manejar.― Dice David al subirse al auto.
―Claro que sí, mi madre me enseñó.
―¡Vaya! Algo que no te enseño el maravilloso Tristán Ruíz de Con.― Se burla.
―¡Ey! Mi padre es perfecto.― Le reclama Luz.
―Sí claro.― Contesta su marido.
Luz sale del estacionamiento del aeropuerto para tomar la autopista hacia Bacalar.
―Dime ¿por qué tu padre no te enseñó a manejar? ― Insiste David.
―No te diré.
―No importa, tengo cuatro horas para insistir hasta el cansancio.
Ella se ríe y
