Al día siguiente: 12 de diciembre
Una vez más Aria se ha aparecido en mis sueños, sus brillantes ojos estaban clavados en mi observándome con ese amor con el que lo hacía siempre. Despertar y encontrarme con mi realidad me ha vuelto a romper el corazón, tanto que he tenido que salir de la casa a respirar un poco de aire fresco.
—No te vi en la casa y creí que habías huido —escucho la voz de Caeli y al voltear me sorprendo al verla con tan solo la camiseta que le preste puesta.
—Hui, pero de mis pensamientos, no de ti —aclaro y evito verla con el fin de no incomodarla, pero al parecer a ella no le molesta porque es quien se acerca a mí y se sienta a mi lado en este porche.
—Me alegra que sea así, de verdad no busco meterte en problemas —comenta y sonrió.
—No te preocupes, aunque tengo una duda… —suelto sin terminar la frase.
—¿Y cuál es esa duda? —inquiere y al voltear sus ojos se clavan en los míos permitiéndome ver su tristeza.
Hago una breve pausa tratando de saber si contarle esto sea una buena idea o no, pero la verdad es que no puedo quedarme con estas dudas en mi interior.
—Ayer, antes de que te viera romperte la mano… —digo y hago una leve pausa—. Me cruce con Mariano y él me pidió disculpas, anteriormente me había hablado mal y se justificó porque según él creía que yo había venido a arruinar su relación contigo, pero no entiendo, luego te vi y me contaste que él te engañaba —trato de explicar, aunque para ser sincero no sé si estoy siendo muy claro.
—¿De verdad hablo contigo? —me pregunta sorprendida.
—Si, es más, me dijo que si alguna vez necesitaba hablar con alguien o ir por una copa de vino contara con él —continúo contándole y por algún motivo ella esboza una sarcástica sonrisa.
—Es un reverendo hijo de puta —suelta y me quedo viéndola—. Perdón por insultar así, pero es que de verdad se está pasando de la raya —continua.
—No te preocupes, siéntete libre de decir lo que gustes —expreso sincero y sonríe.
—Es que de verdad es un cabron, te dijo eso para disimular lo que hizo —comenta y esquiva mi mirada—. Él me engaña y luego va con los que me rodean para marcar territorio como si yo fuese parte del ganado de este campo —habla molesta.
—Es un… ¿pelotudo? —pregunto con un poco de dudas y sonríe.
—Si, lo es… y no le hagas caso, él no tiene derecho a reclamarte nada —expresa y volteo para verla.
La observo y me doy cuenta de que no es tan frágil como creía, si bien anoche rompió en llanto y frustración, ahora pareciera ser una mujer distinta, una que está dispuesta a pasar de página de la forma que sea.
—Sabes, eres muy fuerte —murmuro y entrecierra sus ojos.
—¿Por qué lo dices?
—Porque ayer estabas llorando por ese tonto y ahora no sé… tienes otro semblante, es como si ya no te importara —expreso con dudas.
—Tengo mucha rabia, eso es obvio, pero no creo que no debo darle el gusto de verme mal y llorando por los rincones —dice con mucha seguridad.
—Eso es verdad, no deberías llorar por alguien como él —hablo con seguridad y sonríe.
—Creo que voy a hacer lo que dice el dicho… —murmura y se levanta de la silla—. ¿Tomamos mate? —propone.
—Nunca tome mate —digo siguiendo sus pasos.
—Siempre hay una primera vez, vení que yo hago los mejores —insiste.
—No hay mate en esta casa —justifico.
—Siempre dejamos un mate y termo en las casas de los empleados, no te preocupes —explica con orgullo y sonrió.
—Está bien, pero ¿me dirás a qué te refieres con eso de hacer lo que dice el dicho? —inquiero con mucha curiosidad.
—Dicen que un clavo saca otro clavo, ¿no? Buscare otro clavo que me ayude a olvidarlo, eso es lo que voy a hacer —sentencia dejándome sin saber muy bien que decir.
—¿De verdad crees que sea una buena idea? —murmuro y voltea para verme a los ojos.
—Lo creo… y por eso me voy a buscar un clavo que haga explotar de celos al imbécil de mi ex, se lo ganó a pulso —me aseguro y si bien no conozco demasiado a Caeli, si hay una cosa que tengo en claro es que es una mujer decidida.