Pruebo el primer sorbo del mate que ella ha preparado con tanta dedicación y creo que mi cara me ha delatado ya que ella comienza a reírse.
—Lo sé, lo sé… el prime mate es super amargo, pero te prometo que te vas a acostumbrar al sabor —me asegura y sonrió.
—No sé como pueden estar tomando esto todo el día —me sincero y ríe.
—Ya hablaremos en unos días, te volverás adicto al mate, te encantara… —insiste.
—No tengo con quien tomarlo, y tampoco sé prepararlo —insisto.
—Bueno, mientras me entrenas podemos tomar mates juntos —sugiere.
—No sé si deberíamos, con todo respeto, pero eres la hija de mi jefe… bueno, eres mi jefa —digo un poco confundido, pero al parecer a ella esto no le importa porque se levanta de su silla y se acerca a mí.
—Kian… —pronuncia mi nombre cuando esta frente a mí.
—Señorita Caeli… por favor, no haga nada de lo que se pueda arrepentir, ¿sí? Yo solo vine a trabajar aquí —aclaro al percatarme de sus intenciones.
—No me trates de usted, y tampoco te preocupes, no te voy a besar ni mucho menos abusar de ti —aclara y por fortuna solo acerca una silla frente a la que yo estoy sentado y me mira fijamente mientras esboza amplia sonrisa.
—Lo siento, es que… —trato de decir a pesar de mis nervios.
—Kian, por alguna razón Mariano se siente muy celoso de ti, ya lo has visto —explica.
—Caeli, no me lo tomes a mal, pero yo solo he venido a trabajar y a escapar de todo el dolor que siento por la perdida de Aria. Yo no estoy buscando nada con nadie —hablo con firmeza.
—Kian, no te equivoques, no me pasa nada con vos, pero entendeme, ¿sí? Estoy muy enojada con él y solo me quiero vengar de él, o por lo menos que vea lo que se perdió, ¿entendes? —me explica y puedo notar esa tristeza y rabia en sus ojos.
—Caeli… estoy seguro de que tienes a mil hombres dispuestos a estar contigo, pero por favor no me metas en esto, ¿sí? Lo único que quiero ahora es paz… para eso vine aquí —insisto.
—Solo acompáñame a una fiesta, solo eso te pido —presiona.
—¿Una fiesta? —cuestiono confundido.
—Es una fiesta del pueblo, se hace cada año y sé que él va a ir…
—No, de verdad lo lamento —reitero y sé que después de esto posiblemente ella quiera echarme de aquí.
—No puedo ir sola, por favor… —vuelve a pedirme.
Es tanta la desesperación que se escucha en su voz que incluso me da pena oírla hablar de esta forma.
—Solo puedo ir como tu amigo, no me pidas que finja ser algo tuyo… no me pidas besarte ni siquiera para fingir, yo no puedo traicionar a Aria de ninguna forma, ni siquiera siendo un teatro —hablo con gran seguridad.
—Aria tenia mucha suerte de tener a un hombre como vos a su lado —pronuncia y hace una pausa.
—Quien tenia suerte era yo, ella era un ángel —difiero y con solo pensarla vuelvo a sentir que se me rompe el corazón.
—Kian, te prometo que no hare nada que te incomode, solo acompáñame a la fiesta y ya, luego yo buscare un clavo que me ayude, pero ahora no tengo tiempo la fiesta es mañana —me asegura.
—Esta bien, si solo es eso te ayudare —accedo finalmente.
—¡Gracias! ¡Gracias! —exclama feliz y sin que me lo espere ella me abraza tal y como si le hubiese dado la mejor noticia del mundo.
—De nada, eh… bueno… debo ir a ducharme tengo que trabajar sino mi jefe me regañara —bromeo y ella sonríe.
—Claro, es mejor que el jefe no se enoje —dice siguiéndome el juego y se levanta de la silla—. Después seguimos con lo del mate —anuncia y se despide de mi y la verdad es que no sé qué pensar de ella.
¿Y si ella no desiste? ¿Y si en este lugar tampoco puedo encontrar la paz que necesito? ¿Y si Caeli se transforma en ese problema que tanto quiero evitar? Tal vez lo mejor es que me vaya de aquí…
Son muchas cosas las que tengo que volver a replantearme, y todo por el capricho de una niñita de papá que no puede aceptar como una persona adulta que su novio la haya traicionado.
—Ten paciencia Kian —es lo único que me puedo decir en estos momentos.