Al día siguiente: 13 de diciembre
Caeli es sin dudas una mujer que sabe muy bien lo que quiere, y su insistencia me lo ha dejado muy claro. Sin embargo, a pesar de esto, también conoce sus límites y después de asegurarse que realmente fuese a ir a la dichosa fiesta, se ha disculpado de su intensidad y me aseguro de que no sobrepasaría ningún limite conmigo, algo que agradezco. Puede que esté quedando como un imbécil con ella, pero es que de verdad no me siento capaz de ni siquiera ver a una mujer de una forma distinta a algo profesional o de amistad.
Termino de vestirme, miro la hora y me dispongo a salir de la casa para ir a buscarla, pero apenas abro la puerta de la casa, allí está ella esperándome cruzada de brazos mirándome fijamente con sus ojos verdes que combinan a la perfección con la tonalidad bronce que escogió para su maquillaje.
—No te iba a hacer ir a mí casa y pasar por la incomodidad de irme a buscar —dice con un tono burlón.
—Te lo agradezco, en verdad no sabía cómo le iba a explicar todo esto a tú padre —explico y asiente levemente.
—Lo sé, y no hay nada que explicarle, es solo un favor de un caballero hacía una loca cómo yo —bromea.
—No estás loca —declaro cerrando la puerta y me acerco a ella—. Solo estás despechada y es normal —minimizo ya que no me siento en una posición para decirle lo que realmente pasa por mí mente.
—Voy a hacer de cuenta que te creo, aunque la verdad es que en el fondo estoy segura de que pensás que soy una nena tonta —dice y solo sonrió levemente.
—Dejemos esa conversación ahí y vayamos a tu fiesta, ¿te parece? —propongo y le ofrezco mi brazo para que se agarre de mi—. Por cierto, ese vestido te queda muy bien, aunque no es muy tu estilo, ¿o si? —digo refiriéndome al vestido blanco de gasa que se ajusta a su figura.
—Cuando lleguemos la fiesta te vas a dar cuenta de porque voy vestida así, vos no te preocupes, sos extranjero así que estás disculpado —comenta divertida y toma mí brazo—. Vamos mejor —insiste.
—¿Y eso? —averiguo cuando veo una camioneta 4x4 color gris bastante vieja frente a nosotros.
—Ella es Cielo —me responde mientras que mira a la camioneta con un cariño bastante particular.
—¿Cielo?
—Si, era la camioneta dé mi mamá, la saque del galpón donde estaba guardada hace un año y la restaure… bueno, en realidad la restauraron lo mejor que se pudo y sin que perdiera su esencia claro está —me cuenta con gran felicidad.
—Es muy bonita, solo me sorprendió que alguien cómo tú usaras una camioneta cómo esa… pensé que eras más de los autos modernos —confieso.
—Sé que la imagen que doy no es la mejor y es normal, muchas veces lo hago a propósito para que no se aprovechen de mí. No es fácil trabajar en esté ambiente con tantos hombres, en el campo… ya sabes cómo es —resume.
—Me imagino, pero conmigo no tienes que fingir, yo no soy como ellos —le dejo saber y me mira con una enorme sonrisa tatuada en su rostro.
—Eso me agrada, no quiero que penses que soy una mujer fácil o eso… ya sabes, por lo que pasó ayer, pero es que dé verdad quería que me ayudaras —se justifica.
—Yo no tengo porque pensar nada, solo te dije lo que me pasaba a mí y ya. Te voy a ayudar porque no te mereces lo que ese tipo te hizo, pero cómo te explique tengo límites —aclaro una vez más.
—Y no los voy a pasar, solo te voy a pedir algo —responde y la miro con dudas.
—¿Qué?
—No renuncies por esto, te prometo que vamos a mantener la distancia después de esta fiesta —me asegura y asiento.
—Te lo agradezco, de verdad me gusta mucho el campo de tu familia y no me quiero ir de aquí —confieso y agradezco que ella sea quien esté aclarando esté asunto, porque definitivamente yo no iba a poder.