Cuando Caeli me dijo que entendería su forma de vestir cuando llegáramos a la fiesta, creí que lo decía por decir, pero ahora me doy cuenta de que en verdad entendería todo al llegar. Ella voltea para verme y con su mirada señala nuestras manos.
—¿Puedo? Es para que parezca real —explica.
Asiento y soy yo quien toma su mano.
—Entremos —sugiero y sin más preámbulos nos acercamos a toda la gente que se ha reunido en esta plaza—. ¿Qué celebran exactamente? —averiguo con gran interés.
—Todos los años hacemos esta fiesta en diciembre, es como una celebración conjunta de la navidad. Es algo que hacemos los dueños de los campos más importantes del pueblo, es una forma de agradecerles a todos por todo el trabajo que hacen —explica con orgullo.
—Es algo muy bonito —admito y me sorprendo al escuchar una música que no me es familiar—. ¿Qué música es esa? —averiguo con gran interés.
—Folklore —me dice y sonríe—. ¿Te das cuenta de como van vestidos? —averigua y asiento.
—Si, ahora entiendo porque tú también te has vestido así —admito.
—Hay muchos estilos dentro del folklore, están la zamba, la chacarera, el chamamé, el malambo, carnavalito… en fin, es un mundo del que tal vez no tengas mucho conocimiento, pero ese es el resumen —habla animada.
—Preguntaría como se baila todo eso, pero temo que la respuesta debe ser muy extensa —bromeo.
—Lo es, pero no te preocupes, de a poco aprenderás de todo, por ahora solo pasémosla bien —propone.
—Me parece justo —respondo convencido tal y como si yo mismo hubiese querido venir a esta fiesta, pero es que en el fondo me siento bien aquí, es como si cada cosa a mi alrededor me llamara la atención.
Por una parte, los hombres haciendo un gran asado sobre parrillas grandísimas mientras que por otro lado hay mujeres sacando empanadas de los hornos de barro. Luego, las damajuanas de vino en manos de otros van llenando los vasos de las personas sentadas alrededor de las largas mesas que hay por todas partes mientras que tantas otras bailan y ríen.
—Vení, vayamos por algo de tomar —me propone y jala de mi mano para que avancemos entre la gente.
—Esta fiesta es genial —admito feliz y es que de verdad todos se ven muy contentos.
—¿Viste que no era tan malo venir? —me pregunta divertida.
—Tenías razón —respondo, pero de pronto veo como su expresión cambia—. ¿Qué ocurre? —pregunto preocupado.
—Ahora podes ver porque no quería venir sola —declara y al ver hacia donde ella esta mirando, me doy cuenta de todo.
—¿Por qué hace eso? —cuestiono al ver a Mariano bailando sumamente pegado a una mujer de cabello rubio como el sol y curvas de modelo.
—Ella es Romina, es quien decía ser mi mejor amiga —habla y puedo darme cuenta de que el tono de su voz ha cambiado drásticamente.
—¿No le da vergüenza venir acá con él? O sea… la gente sabe que él era tu novio, ¿no? —trato de averiguar.
—A ella ya no le da vergüenza nada, y a él tampoco —sentencia con resentimiento.
—¿Y la gente? ¿No dice nada? —cuestiono mirando hacia nuestro alrededor.
—¿Qué van a decir? Nadie quiere problemas con nadie.
—¿Problemas?
—Mariano es hijo del dueño de otro campo, de él precisamente —explica y señala a uno de los hombres que esta alrededor de la parrilla—. Él es Eliseo Attello, el segundo empresario más importante, después de mi padre claro —dice y ahora entiendo muchas cosas.
—Comprendo.
—Al final Romina no era mi amiga… en fin… la tonta del cuento acá soy yo —pronuncia y me da lastima escucharla hablar así.
—Entonces ¿quieres que parezca que esto no te afecta?
—Exacto.
—Bueno, enséñame a bailar esta música y así disimulas un poco —propongo y esta es la única manera que se me ocurre de que ella cumpla su propósito sin que crucemos la línea.
—Me parece perfecto, vení conmigo entonces —sugiere y me toma de la mano para arrastrarme con ella hacia el medio de la gente que esta disfrutando de la música.
De vez en cuando observo a Mariano y Romina y me doy cuenta de que ninguno de los dos de verdad querían a Caeli… de ser así no estaría pasando esto.