Cuando Rosette se va, yo intento concentrarme en las cartas para que mis futuras damas de compañía me alcancen en el norte. Tardo bastante tiempo, quizás porque mi mente no ha dejado de pensar en la posibilidad de despedirme de mis padres antes de marcharnos, pero de igual forma tengo miedo a sus reclamos. Me levanto de mi lugar, sintiendo una ligera opresión en la pelvis. El doctor dice que es normal en estos casos, ya que es mi primer embarazo, así que mi cuerpo se está acoplando a la nueva existencia que crece en mi interior. Me digo a mí misma que necesito un descanso de todo esto, pero hay algo que me inquieta, quizás esa idea que ronda por mi cabeza de visitar a mis padres, pero no sé si deba hacerlo en mi situación, pero es mi derecho. Salgo de mi oficina aprovechando mi soledad y

