Entre un millonario y yo

Mi Jefe.

CAPÍTULO 2

Mi Jefe

Sebastián

—¡Maldición!, la cabeza me daba vueltas, tuve una noche complicada, hacía días que no podía dormir en paz, desde que me enteré del embarazo de mi novia Marina. Definitivamente yo no estaba listo para ser papá, la noticia fue como un balde de agua fría, tanto para mi padre como para mi madre, Marina es una mujer de alta sociedad, estoy locamente enamorado de ella, pero no imagino una vida de casado, y se bien que su familia hará hasta lo imposible por lograr nuestra unión, llevábamos tres años de noviazgo, estar casado con una hermosa mujer de curvas perfectas, adinerada, rubia de ojos color miel, heredera de la fortuna de su familia, agregando que estamos enamorados, sonaba como un buen negocio para ambas familias.

Siempre fui un hombre organizado en todo lo que hacía, pero esta noticia había alborotado cualquier tipo de idea que pudiese siquiera imaginar. Mi rutina era la misma, me levanto a las 07:00 AM, me doy una ducha, elijo uno de mis trajes siempre en color negro, unos zapatos negros, una corbata y un reloj.

Ser padre a mis veinticinco años era descabellado, pero sin duda una situación a la que debía adaptarme, esa mañana llegó a la oficina y veo a mi padre esperándome en mi escritorio junto con una joven muchacha a quien conocía.

Era la chica de la universidad, Alheli, por alguna razón su nombre se quedó grabado en mi mente desde que lo oí por primera vez.

—Buenos días.

Saludo alegremente con una sonrisa en mi rostro.

—Sr. Sergio: Buenos días hijo, te presento a tu nueva asistente, ella está estudiando en la misma universidad que tú, tiene un perfil ideal para hacerla una persona de confianza, estará a prueba por tres meses, si en ese tiempo su desempeño no es lo que esperabas, lastimosamente señorita Vega, tendremos que rescindir de sus servicios en esta empresa.

—Alheli: Estoy de acuerdo Sr. Sergio, pero le aseguro que no tendrá quejas de mi trabajo.

—Sebastián: Me agrada la idea, mi asistente anterior no pudo con todo el trabajo, pero confiare en ti, espero no renuncies.

Esta muchacha no me caía mal, por el contrario, se veía una persona bastante fiel y dedicada.

—Sr Sergio: Esta bien, ahora los dejo para que puedan trabajar, ponerse al día y ordenar el desastre de la anterior asistente.

Alheli.

¡No puedo creerlo! Sería la asistente de Sebastián Vonne, eso significaba que debía esforzarme el doble, o tal vez el triple ya que, a pesar de su notable amabilidad, por lo que oí en los pasillos, era un hombre muy exigente.

Él me entregó los papeles que debía ordenar, mi primer día de trabajo no podía haber salido mejor.

—¿Ya no piensas quedarte dormida en las clases?

Su pregunta me toma por sorpresa.

—Eso fue un pequeño error de control cerebral, estoy mejorando.

Sebastián ríe a carcajadas iluminando toda la oficina. ¿Qué me pasa? Es mi jefe, además es mi compañero de clases, debo contenerme.

—Eso es todo Alheli, te llamaré si necesito algo, y puedes tutearme, no me gustan los formalismos con las personas cercanas con quienes trabajo.

—Claro, no hay problema con eso.

Me retiro, y es cuando entra a la oficina otro hombre dotado divinamente, Dante Vonne, el hermano menor de Sebastián y también su mejor amigo.

—Dante: Buenos días ¿Eres nueva?.

—Alheli: Si, soy nueva, de hecho hoy es mi primer día.

—Sebastián: Ella es mi nueva asistente, él es mi hermano Dante, lo verás seguido ya que se encarga de las compras para las construcciones.

Dante se acerca a mí, y me da un beso en la mano, todo un caballero, para variar, asiento agradeciendo el saludo y me dirijo a mi escritorio afuera de la oficina gerencial.

—Dante: Se ve muy intelectual tu nueva asistente, además es muy bonita, elegante, me gustaron sus ojos.

—Sebastián: Hermano, deja de ser tan mujeriego, además ella es una empleada, no quiero problemas laborales.

—Dante: Lo sé, lo sé, me cayó bien eso es todo, y bien… ¿Te casarás con Marina? Papá no deja de hablar del tema, y ni te cuento de mamá.

—Sebastián: Lo imagino Dante, además los miembros de la familia de Marina se enfadarían y terminarían con los contratos si no nos casamos en la brevedad posible.

—Dante: ¿Y qué harás hermano?

—Sebastián: Hoy es martes, veré que Alhelí me ayude con los preparativos de la boda, nos casaremos por el civil este domingo, ya más adelante podremos planear la boda en la iglesia, a Marina no le gustan ese tipo de festividades, así que respetaré eso.

—Dante: Será una prueba importante para tu asistente, armar toda una boda en cinco días.

—Sebastián: Si, esa será su principal prueba.

Alhelí

Estaba tan entusiasmada que llamé a mi madre para darle la noticia, estaba terminando de tragar mi último bocado de arroz con salsa de pollo que llevé para mi almuerzo, comí sola en mi escritorio, me di unos diez minutos para hacerlo, entonces recibo una llamada de Sebastián.

—Necesito que vengas urgentemente.

Llegué en unos pocos minutos a la oficina de mi jefe.

—Sebastián: Alhelí, sé que es tu primer día, pero nos conocemos de la universidad, y confío plenamente en que te quedaras aquí, y serás mi asistente de confianza, quiero encargarte con mucha discreción que organices mi boda, para este domingo. Mi novia está embarazada de seis semanas, por ende, queremos adelantar nuestro compromiso, ella está sensible debido a su estado, te llevaré conmigo a la casa, así la conoces y estarás a su disposición hasta que el evento finalice, no te preocupes por los pendientes de la oficina, lo esencial ahora es mi futura esposa.

—Alhelí: Como usted diga, me avisa y voy con usted, perdón. —hago una mueca, recordé que debía tutearlo— muchas felicidades por el bebé y por el compromiso.

—Sebastián: En verdad te lo agradezco, entonces, podemos ir ahora, ya estamos a contra reloj.

—Alhelí: Vamos, tomaré mi bolso, eso es todo.

Respondí sin poder evitar estar un tanto triste por la noticia, no era una tristeza por algo malo que me hayan hecho, pero la sensación era de una ligera decepción inexplicable, era afortunada la mujer con quien él se case, es un hombre muy bueno y atento.