▪️Un sentimiento nuevo.
Shuan-Yan se daba de golpes mentales mientras miraba como todos platicaban y sonreían, estaban ebrios a excepción de Ezra quien estaba afuera en una llamada telefónica y de él.
Aún podía sentir cosquillas en sus labios, Madeleine le había dejado esa sensación, justo ahora ella estaba sumamente borracha y se había olvidado de la rivalidad que tenía con Esther, así que ambas estaban juntas riéndose de algo.
Esther miraba a Madeleine, siempre habían sido muy unidas, y la echaba mucho de menos, se arrepentía mucho de lo que hizo, y no sabía cómo repararlo.
Mientras tanto, Ezra iba de un lado a otro, dando indicaciones sobre un pequeño inconveniente que se había presentado en la empresa de su difunto padre, últimamente tenía muchos conflictos con su familia por parte de su padre Ashton, sus tíos querían arrebatarle la empresa y estaban en una batalla constante, si no fuera por Daniel y por sus buenos abogados, segúramente ya hubiera perdido todo.
—Disculpe.
Ezra se detuvo y se giró, miró a un hombre de traje n***o con una sonrisa que inspiraba desconfianza, terminó su llamada y guardó su teléfono.
—Dígame.
—Estoy perdido, ¿Sabe donde está el baño?.
Ezra miró sobre su hombro y señaló una puerta, aquel hombre se giró y miró hacia esa dirección, sonrió aún más, y asintió.
—Muchas gracias.
—Si, de nada— dijo Ezra y se dirigió a la sala privada donde estaban todos, al abrir la puerta sintió que alguien lo sujetó del cuello y sintió un metal frío a un costado de su cabeza, sabía lo que era, era un arma.
—No te atrevas a hacer algo estúpido, o te disparo — le advirtió una voz, la misma voz de aquel hombre que le había pedido indicaciones tan solo segundos atrás.
Ezra miró hacia adentro y nadie parecía percatarse de que le estaban apuntado a la cabeza con un arma, nadie excepto Shuan-Yan, quien ya se había movido sigilosamente, Ezra lo veía de reojo y este le dio una indicación, Ezra sólo asintió y esperó.
—Vamos hombre, dime cuanto dinero quieres y te lo daré— dijo Ezra tratando de distraer a su asaltante.
—Claro que nos lo darás—dijo el hombre mientras apretaba más el arma contra él.
—No es necesario todo esto, solo dime cuanto y lo depositaré en tu cuenta, sin trampas, ni nada— dijo Ezra tratando de llegar a un acuerdo.
Esther dejó de reírse de los chistes de Nathaniel y miró hacia la entrada, Ezra estaba ahí de pie inmóvil, y de pronto, un grito lleno de terror salió de su boca, casi como si hubiera visto un fantasma, todos se alertaron y miraron en la dirección hacia la que ella veía.
—¡Silencio o le disparo!.
Ezra notó que aquel sujeto movió el arma y en un movimiento rápido se tiró al frente, dándole la oportunidad a Shuan-Yan de atacar aquel hombre.
Shuan-Yan se lanzó sobre aquel sujeto y forcejeo un poco, el arma se disparó y rozó el hombro izquierdo de Ezra, aquel disparo trajo tras de sí el pánico de todos. Shuan-Yan golpeó a aquel hombre en el rostro y le quitó el arma de las manos, lo sometió contra el suelo y le apuntó en la cabeza.
Los meseros y la gente de las habitaciones contiguas se asustaron al escuchar el disparo y salieron despavoridos de aquel lugar, mientras que algunos llamaban a la policía.
—Muy bien, esa es nuestra señal— dijo un hombre dentro de un auto mientras miraba como la gente salía corriendo de aquel lugar, sabía que en cualquier momento iba a llegar la policía, pero ese era el plan, tenían que actuar rápido.
Tres hombres se bajaron de un auto y caminaron hasta el restaurante, entraron a aquel establecimiento y una vez dentro desenfundaron sus armas y caminaron sigilosamente.
—Esta bien, solo fue un rozón, sanará rápido, dijo Aurora mientras examinaba el brazo de Ezra, —Pero hay que llevarte a un hospital.
Esther estaba abrazada de Ezra llorando sin control, tenía mucho miedo de perderlo e imaginar que podía morir la destrozaba por dentro.
—Estoy bien, Esther ya no llores — murmuró Ezra para calmar a la chica.
Shuan-Yan miró los tatuajes que sobre salían de aquel hombre que tenía sometido en el suelo, y supo de inmediato quienes eran ellos, pertenecían a una triada, aunque aún no sabía, ¿Por qué estaban en Corea?, tal vez todo lo que querían era dinero, eso era creíble, pues Esther era hija de un Millonario, al igual que Madeleine, Ezra también, el papá de Aurora tenía dinero, Nathaniel, Sam y Axel… todos eran de familias acaudaladas.
—Tenemos que irnos — advirtió Shuan-Yan al darse cuenta de que habían cometido un error al juntarse todos en aquel lugar sin la protección adecuada, en realidad nadie pensó que algo así les pudiera pasar en aquel lugar, habían sido descuidados.
—Deberíamos de esperar a la policía, ya los llamé— dijo Nathaniel, y se asomó para ver si ya venían, todo lo que vio fue a tres hombres con armas acercarse, —Carajo, vienen unos tipos con armas y no parecen policías.
Shuan se asomó y miró a los hombres que venían, le dio un golpe en la cabeza al hombre que estaba tirado en el suelo y lo dejó inconsciente.
—¡Por dios que vamos hacer! —exclamó Sam muy preocupada.
Shuan-Yan cerró la puerta y sacó un pequeño taser que siempre llevaba con él, era pequeño pero poderoso, se lo dio a Madeleine y le susurró algo al oído, Madeleine solo asintió y se sintió muy mareada y asustada. Shuan-Yan esperó junto a la puerta, todos tomaron algo para defenderse, pero en el fondo sabían que no estaban capacitados para tales situaciones, Esther sabía muy bien que todo lo que podía hacer era esconderse, ya antes la habían querido secuestrar y ahora se sentía tonta de no haber dejado que su padre pusiera guardaespaldas detrás de ella.
Mientras tanto Daniel estaba con Edward, se estaban poniendo al día cuando su teléfono empezó a sonar.
—Diga.
—Señor tenemos una situación, hubo un disparo en el restaurante donde están sus hijos, ellos aún no salen, ¿Quiere que entremos?.
—Si, háganlo ahora— ordenó Daniel y se puso de pie
—¿Qué ocurre? —preguntó Edward al ver el semblante de preocupación en Daniel, lo cual no era algo común de verse en él.
—Creo que nuestros hijos están en peligro.
(20 años antes…)
Qiang Yang había viajado desde China para encontrarse con Zheng. Zheng era el líder de la mafia en Corea, se había expandido como una mancha negra y todo gracias al mismo Daniel Wong.
—Señor Yang, se ve… un poco desgastado — dijo Zheng mientras cortaba un puro, le ofreció uno a Qiang pero este se negó a tomarlo.
—Estoy buscando a alguien — dijo Qiang.
—¿Usted, pidiendo ayuda?, eso sí que es nuevo.
—Es que esta rata me conoce— y sabe como escapar de mi.
—Ya veo, ¿Y a quien busca?.
—A Huo Li, se que ese maldito se esconde aquí.
—Huo… bueno, no quiero ser grosero, pero no quiero una disputa en mi territorio — dijo Zheng.
—Él trató de matarme, y también hizo que mataran a mi esposa, ¡ese maldito me debe mucho!, no me iré de aquí sin verlo destruido, no me importa llenar de sangre el maldito edén, ¿Entiende señor Zheng? — dijo Qiang con evidente coraje, en sus ojos todo lo que había era ira y dolor.
Zheng suspiró, sabía que Qiang no era un hombre que jugase, y si no quería un conflicto más grande tenía que estar del lado de el ganador, y ese solo podía ser Qiang Yang.
—Te diré lo que se, pero no me incluyas, no quiero saber nada al respecto— dijo Zheng con seriedad.
Qiang se sentía exhausto, no había dormido en días, en especial después de que se enteró de que fue Huo, quien le dijo al hijo de Changsung que él le había cortado la oreja a su padre, en pocas palabras, Huo era en parte el responsable de que hubieran matado a su Stella, y no se iba a quedar de brazos cruzados.
Lo había dejado en paz después de que casi lo mata en un conflicto que tenían, no lo buscó por venganza, dejó que Huo se fuera, pero ahora, necesitaba verlo sufrir, tal y como él estaba sufriendo, le había tomado un tiempo encontrarlo, pero no iba a parar hasta verlo llorar lágrimas de sangre.
No tardó mucho en encontrarlo gracias al señor Zheng, ahora Hou tenía una familia, una esposa y dos hijos, se había cambiado el nombre y mantenía un perfil bajo, pero aún se dedicaba a cosas indecentes, ¿Qué sería lo que más le dolería?, Qiang había pensado en matarlo, pero eso no era un sufrimiento digno, pensó en matar a su familia, pero ellos no tenían la culpa, no, lo iba a dejar vivir, así que hizo lo único que podía hacer.
Destruyó toda su pequeña organización, mató a todos sus hombres hasta que no le quedó ninguno, le robó todo el dinero que tenía en los bancos, dejando vacías todas las cuentas, y después le hizo llegar a su esposa un informe completo de, a lo que se dedicaba su esposo y de todas sus infidelidades.
Eso hizo que la esposa de Huo lo dejara, llevándose a sus hijos, lo había dejado sin nada, empezar de nuevo le tomaría mucho tiempo y esfuerzo, y si se volvía a levantar, Qiang iba a volver a tirarlo al suelo y hacerlo comer mierda.
—¿Tu, tu hiciste todo esto? — preguntó Huo con los ojos enrojecidos por el coraje y la frustración, pues habían sido los peores días de su vida, estaba arrodillado en el suelo con un rostro golpeado y algunas costillas rotas.
Qiang solo lo miró, alguna vez fue su amigo, pero ahora todo lo que sentía era asco y odio.
—Estamos a mano, no te vuelvas a meter en mi vida o en la de mi familia, pues no tendré compasión por la tuya—dijo Qiang antes de incendiar su casa por completo, con eso dio por terminado aquel asunto. Regresó a China y trató de empezar de nuevo, pero aún le costaba demasiado, en algunas ocasiones estuvo muy tentado a dispararse en la cabeza y así poder encontrarse una vez más con su Stella, pero recordaba lo que ella le pidió, ‘Cuida bien a nuestro hijo’, no podía dejar solo a su hijo Shuan-Yan, así que solo le quedaba soportarlo en silencio y continuar.
(En la actualidad…)
El corazón de Shuan-Yan latía rápido, pero eso estaba bien, lo mantenía alerta, miró a todos los presentes y respiró hondo, estaba listo, su padre lo había preparado toda su vida para este tipo de situaciones, y justo ahora estaba agradecido por eso. La puerta se abrió de golpe dejando entrar a un hombre que apuntaba con un arma, Shuan-Yan hizo un movimiento rápido y el arma voló lejos de ellos, cayendo justo a los pies de Ezra, Esther miró el arma y miró al hombre que peleaba con dos sujetos como un ninja, miró al otro hombre que le apuntaba a Sam y a Nathaniel, y se atrevió a tomar el arma con sus manos temblorosas.
Axel tuvo un pensamiento rápido y aunque estaba un poco mareado por el alcohol que había ingerido, se atrevió a taclear al hombre que le apuntaba su hermana, hubo algunos disparos, todo aquello parecía un verdadero caos.
Los dos guardias que cuidaban de Esther se apresuraron a entrar y en cuanto vieron el conflicto ayudaron a Shuan-Yan, aunque no parecía que ocupara ayuda, pero aún así lo auxiliaron.
—¡Basta!, o le disparo —gritó alguien.
Todos se quedaron quietos al ver que uno de aquellos asaltantes tenía sujetada a Madeleine del cuello y le apuntaba a la cabeza.
Fue entonces que Shuan-Yan recibió un golpe al estar distraído y quedó inconsciente, mientras que los dos guardias de Esther tuvieron que ceder y rendirse, de nuevo los hombres de Huo tomaron el control de la situación.
Esther aún temblaba, pero eso no le impidió disparar el arma, dándole justo a uno de esos asaltantes, Madeleine sacó el taser y lo clavó en la pierna del hombre que la sujetaba, tenía miedo de que el arma se disparara justo en su cabeza pero tenía más miedo de las cosas que le harían si se la llevaban como rehén, por suerte el arma no se disparó y el hombre que la sujetaba se tensó por la descarga eléctrica, Axel tomó el arma tirada en el suelo y le apuntó al único hombre que quedaba en pie.
—Baja el arma—ordenó el chico mientras sus manos temblaban.
—No sabes lo que haces niño.
La policía irrumpió en aquel lugar y aquel sujeto no le quedó nada más que soltar su arma y rendirse. Axel también soltó el arma y corrió a revisara a su hermana, Nathaniel fue con Aurora y Ezra sujetó a Esther quien aún apuntaba el arma en estado de Shock, pues había matado a un hombre.
—Esther está bien, ya suelta el arma, todo está bien— le dijo Ezra con un tono de voz gentil y sujetó la mano de la joven con calma, pues no quería que ella entrara en pánico y volviera a dispararla.
Esther rompió en llanto y se escondió en el pecho de Ezra, su corazón latía con fuerza y el miedo la invadió por completo.
—Ya tranquila, ya pasó — le decía Ezra para consolarla.
Madeleine fue hasta donde Shuan-Yan y lo miró muy preocupada.
—¿Está muerto?.
Aurora fue a verlo y respiró aliviada.
—No, tranquila, sólo está inconsciente, estará bien.
Momentos después…
Al lugar llegaron para-médicos y reporteros, se llenó de policías y todos fueron llevados al hospital Hong para revisarlos, el primero en llegar fue Daniel junto con Edward, aún no quería avisarle a su esposa Audrey, no sin antes asegurarse de que sus hijos estaban bien.
—¡Papá!— Exclamó Esther cuando miró a su padre, corrió a sus brazos y lloró con fuerza.
—Tranquila cariño, ya estoy aquí — dijo Daniel mientras la sujetaba en sus brazos.
Ezra estaba en una camilla, ahora que la adrenalina del momento se había ido, le dolía el brazo demasiado como para moverlo.
Daniel se acercó a él muy preocupado y se sintió muy mal.
—Estoy bien, no fue nada, estaré bien en unos días — dijo Ezra al ver el semblante de angustia en Daniel, —¿Quién es eran esos tipos?, ¿Querían dinero?.
—No te preocupes ya estoy investigando eso— respondió Daniel.
—¿Cómo están los demás?.
—Todos están bien, Shuan-yan esta un poco golpeado pero nada grave, ya le avisé a su padre, y viene para acá — respondió Daniel.
—Debiste verlo, fue como ver una película de acción—dijo Ezra mientras recordaba como Shuan-Yan atacaba a esos hombres.
—Me lo imagino, llevaré a Esther a casa para que descanse, ¿Quieres quedarte aquí?.
Ezra negó, los hospitales lo deprimían, —No, iré con ustedes, Yun D. dijo que estoy bien y que puedo ir a casa.
—¿Yun?.
—¿No sabías que hace sus prácticas médicas aquí?.
—No, no lo sabía —respondió Daniel.
En la sala de espera Edward estaba con su hijo Nathaniel y con Aurora, cuando llegó Dino echo un manojo de nervios.
—¿Dónde están mis hijos?.
—Tranquilo Dino, están bien, están en esa habitación, Héctor y Yun los están revisando.
Dino fue a la habitación que Edward le señaló y entró para estar seguro de que sus hijos estaban bien.
Mientras tanto Madeleine estaba sujetando la mano de Shuan-Yan.
—¿Tan débil eres que te desmayaste por un golpe? —preguntó ella un poco molesta, Shuan-yan se sintió un poco avergonzado de aquella situación, de verse débil delante de Madeleine.
Pero en realidad Madeleine había quedado muy sorprendida, sólo que no quería alimentar el ego de Shuan-yan, ya parecía demasiado egocéntrico no hacía falta decirle lo bien que estuvo.
—Una razón más para que dejes de pensar que seré un buen novio.
—No importa, yo te cuidaré.
—Pudiste haber muerto.
—Hice lo que to me dijiste, use el taser en una buena oportunidad, y funcionó, estamos aquí.
Shuan-yan miraba a la bonita Madeleine y de repente se acordó del beso que se habían dado, de inmediato trató de pensar en otra cosa pero Madeleine casi pudo leer sus pensamientos.
—Lo podemos repetir cuando quieras — mencionó ella.
—Eres muy mala haciéndolo —mintió Shuan-yan, en realidad aquel simple beso despertó muchas emociones en él.
—Pues entonces enséñame— dijo una joven muy molesta.
—¿Por qué haría tal cosa?.
—Por qué… por qué si no lo haces, le pediré a alguien más que lo haga.
Shuan-yan se tensó y le dolió la nuca, justo donde lo habían golpeado, —Discutámoslo después.
Alguien tocó a la puerta y luego entró Daniel.
—Madeleine, le avisé a tu padre lo que ocurrió, quiere que vuelvas a Francia y creo que hasta saber que ocurre deberías de volver.
Shuan-yan miró a Madeleine y sintió una ligera punzada en el pecho, ¿Qué era ese sentimiento?, él no lo sabía pero algo le dolió.