El interrogatorio y los comentarios llenos de doble sentidos han sido la especialidad de este almuerzo familiar. Afortunadamente, ya mi familia la adora al igual que yo y aquellos malos ratos han quedado atrás. Supongo que han comprendido a la perfección lo dulce, inteligente, y sensible que es ella. —Ya ha sido suficiente de charlas.— Me quejo y jalo de sus manos para que salga de la cocina donde ayudaba a mi madre con los platos. —¡Luka, que le estoy ayudando a tu madre!— Se queja entre risas cuando sus pies son arrastrados por la casa. —Hija, ve antes de que te arranque un brazo. — Le dice mi madre quien ríe al igual que nosotros. —¿Dónde me llevas amor?— Me pregunta mientras la hago subir por la escalera. Sonrió maliciosamente y me aniquila con su mirada. —Que está tu familia