Aquel amanecer del 10 de febrero al despertar al lado de la que ya se había convertido en mi esposa, me sentí completo. Tuve la sensación de que después de haber dado tantas vueltas en la vida, el destino me cruzo con ella para vivir todo esto. Ese mismo día partimos a nuestra luna de miel, una que nos hizo recorrer las ciudades más románticas de Europa. Venecia, Florencia, París, Praga, Budapest, y Brujas. Pasamos un mes entero viajando juntos y olvidándonos de absolutamente todo, solo fuimos ella, yo, y nuestros hijos que a cada día crecían más.
Cada paseo de su mano era un momento especial, cada cuarto de hotel fue testigo de un amor que es el fiel reflejo de todo lo que tuvo que superar. Vivimos al máximo cada segundo, y aunque tuvimos que regresar a la realidad, nuestra burbuja no s
