Capítulo 1. La invocación.
Capítulo 1. La invocación.
La obsesión es la insaciable necesidad de poseer y ser poseído, y dominar a la persona objeto de la obsesión…, mi obsesión fue más allá de mis manos, y al final, casi lloré lágrimas de sangre debido a ese…, ese…, maldito demonio de mi jefe…
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En el hermoso centro de la ciudad se encontraba uno de los edificios más importantes del país y es ahí, donde comienza nuestra historia…
—Buenos días, buenos días a todos…, hola buenos días.
—Buenos días señor Hill.
—Buenos días.
—Buenos días señor.
Los ojos de Penélope Vauron, brillaban con intensidad, mientras que veía a su jefe, el guapísimo Aarón Hill, alto, fuerte, rostro perfecto, barba deliciosa, ojos perfectos, labios hermosos y carnosos, manos grandes, inteligente, no había nada que ese hombre ocupara, era perfecto tal como era.
—Buenos días señor Hill— dijo ella con las manos temblorosas y con un vientre cosquilleando al limite, sus ojos brillaban mientras miraba al guapo Aarón.
Los hermosos ojos cafés del señor Hill se posaron en la pequeña Penélope, la chica era bonita, de baja estatura y de anteojos que la hacían ver intelectual, le daban un toque sexi y femenino, encantadora ante la vista de Aarón.
—Buenos días — respondió él con educación y con una sonrisa amistosa, él jefe era carismático, muy buena persona a decir verdad, un ángel caído del cielo, bello y con un corazón enorme.
Pero él no estaba interesado en Penélope, a él le gustaban las mujeres mucho más…voluptuosas, mas dominantes y menos serviciales.
Pero para Penélope la palabra imposible, no estaba en su vocabulario, estaba decidida, decidida a conquistar a su jefe, de hacerlo verla solo a ella y nada mas que a ella, y no importaba como, ella iba a conseguirlo.
Suspiró al verlo entrar a su oficina y volvió a su escritorio, por algún tiempo estuvo metida en un blog de mujeres, ahí fue que se topó con una magnifica idea que tal vez solucionaría sus problemas de amor.
Leyó que una mujer, embrujó a su marido para mantenerlo a su lado, y que ahora vivía feliz a su lado.
《¿Agua de Toloache?, ¿Un amarre?, mmm》.
Tal vez debió de investigar mas a fondo, leer las letras pequeñas que todas pasaban por alto, pero aquella idea le pareció perfecta, tener lo que quería en un instante, aunque jamás pensó que tendría que dar algo a cambio o peor aún, recibir algo no deseado.
Fue así como Penélope decidió ir esa misma tarde a una biblioteca de ocultismo.
—¡No debes de jugar con esto!—La regañó el encargado, Penélope solo lo miró con enfado, a ella nadie le decía que podía hacer y que no, menos si se trataba de enamorar a su hermoso Aarón Hill.
—Ya soy mayor, parezco una adolescente, pero no lo soy—Afirmó ella mientras tomaba un libro de invocaciones.
Lo compró, compró aquel libro forrado de cuero negr*o y de símbolos extraños en la portada.
—¿Te has vuelto loca?—Preguntó Miri, la compañera de cuarto que solo veía como su loca amiga seguía al pie de la letra un “Hechizo”, Penélope se había vuelto loca de remate, Miri no podía creer que Penélope gastara su dinero en esas cosas.
—No, mira, aquí dice, que para invocar al rey del amor y la lujuria, hay que hacer esto y pedirle lo que se desea…hay, ¡Mierda!...
—¿Qué?, ¿Qué pasa?—Preguntó Miri al ver a Penélope tan alterada.
—Derramé mi jugo de cerezas…huy…, se manchó mi libro…— dijo Penélope mientras levantaba su libro para escurrir aquel liquido rojo.
—Cielos Penélope me asustaste, eso es brujería, el diablo te va a jalar las patas en la noche por jugar con eso, en serio, ¿No te da miedo?.
—Patrañas, en realidad…, no estoy segura de si esto es verdad—Dijo Penélope muy escéptica de que aquel ritual funcionara, pero ella intentaría todo: Suspiró al recordar a su amado Aarón y sonrió, no perdía la esperanza de que su guapo jefe se fijara aunque sea un poco en ella.
Dejó de perder el tiempo y continuo leyendo las instrucciones, pero algunas palabras estaban bañadas en jugo de cerezas y no se entendía bien.
—Dos pétalos de rosa…¿Roja, rosa?...mierda…
—No vengas llorando cuando eso se vuelva en tu contra— dijo Miri mientras se hacía bolita en el sillón.
Penélope no le hizo mucho caso y decidió que eran pétalos rojos, el color del amor es el rojo, era así de obvio, pero en realidad eran pétalos rosas, aquella pequeña modificación, fue suficiente.
En los avernos del infierno, Malek Abruch, un demonio lujurioso y arrogante, disfrutaba del dominio de sus reinos, era engreído y el placer del s*x*o lo motivaba de un modo sin igual, su sonrisa malévola siempre adornaba su rostro, era tan malvado que el infierno le parecía aburrido.
Estaba sujetando a una recién llegada, pensando en todas las cosas desagradables que le iba a hacer, cuando de pronto, una punzada lo atravesó en el pecho, un llamado lo hizo estremecerse, habían pasado muchos años desde la última vez que fue invocado, así que no se emocionó, tal vez no era a él a quien llamaban.
—Mi señor…
Malek miró a su lacayo, este mantenía sus ojos fijos en su pecho.
Aquel sirviente sólo lo señaló, y Malek malhumorado, le lanzó una patada, haciéndolo caer. —¡Habla infeliz!— Ordenó Malek.
—Mi amo, esta…desapareciendo…
Malek de nuevo sintió una punzada, se miró así mismo y negó. —No, no puede ser…, por fin, por fin iré al mundo mortal….
Ante los ojos de su sirviente, Malek se desvaneció.
Su viaje lo llevó hasta una habitación oscura, se miró así mismo en el reflejo de un enorme ventanal, empezaba a llover afuera, el cielo se iluminaba con relámpagos acompañados de truenos, el clima más hermoso que él hubiera visto.
En sus oídos retumbaba la voz de una dulce mujer.
Se sintió extasiado al verse así mismo, con esos enormes cuernos y su piel rojiza, su mirada oscurecida y su cuerpo compuesto de diferentes animales elegidos por el mismo.
Miró hacía la cama y sonrió al ver a un mortal, dormía plácidamente, pero no parecía que él lo hubiera llamado, se sentía libre de hacer lo que el quisiera, poseer un cuerpo no era tan fácil, así que se puso manos a la obra.
En aquella habitación estaba Aron Hill, quien despertó sobresaltado al escuchar ruidos dentro de su apartamento, se levantó de mala gana, un frío intenso lo invadió, su piel se puso de gallina sin explicación, trató de prender la luz pero no funcionó, un relámpago lo hizo saltar, tenía miedo y no sabía porque, escuchó ruidos en la cocina y se apresuró a tomar su teléfono, encendió la luz y miró a su alrededor.
No había nadie, pero había un olor putrefacto, tan desagradable qué Aarón se tapó la nariz.
—¿Quién anda ahí?, ya llamé a la policía— dijo Aarón al sentir que no estaba solo.
El silencio se volvió incómodo, así que Aarón decidió llamar al guardia de su edificio, para que revisara el lugar y para sentirse acompañado.
Estaba llamando cuando la luz de su baño se encendió, Aarón se quedó estático, sin entender que pasaba, nunca antes vio algo paranormal, no creía en esas cosas.
Mientras tanto….
Penélope se sentía defraudada, miró a su alrededor, nada había pasado, ella esperaba sentir algo, viento en la cara, algún murmullo, algo que le indicara qué su ritual funcionó.
—¿Acaso lo dije mal?.
Leyó de nuevo las instrucciones, se suponía que ella estaba invocando al rey del amor, una vez que ella lo llamara, él aparecería y ella podría pedirle lo que fuera, pero nada pasó.
Su amiga la miraba mientras se abrazaba de una almohada, se moría de miedo, pero también de curiosidad.
—Lo vez te dije que era fraude, nada pasó— dijo una Penélope decepcionada.
……..
Las manos de Aarón Hill temblaban sin control, había visto una sombra pasar de un lado a otro dentro de su apartamento y no estaba muy seguro de como reaccionar.
De pronto su piel se erizó al ver las patas de un chivo acercarse a él, su corazón se disparó y el pecho le dolió tanto que hizo un gesto de dolor.
De pronto una sombra lo golpeo con fuerza, tumbándolo al suelo, impidiéndole moverse o gritar, solo observó con los ojos muy grandes a ese demonio que se subió sobre él, empezó a temblar mientras que Malek, el demonio invocado por Penélope se metió en su cuerpo.
……….
—No deberías de jugar con esto Penélope, mi abuela dice que invocar cosas tiene su precio— dijo Miri un poco asustada.
—Cómo sea, esto no funcionó, tal vez debería de ir con un profesional…bueno, me voy a dormir.
—Yo también— dijo Miri.
A la mañana siguiente….
Penélope se acomodó el cabello con rapidez, pues el jefe ya venía, se acomodó sus gafas y revisó una vez más que su escritorio estuviera limpio, de pronto su corazón se detuvo al ver a su jefe.
Aarón Hill llegó luciendo un hermoso traje color vino, lo cual era extraño, pues él solo usaba un traje gris o negr*o, pero lo que más impactó a todos, fue qué venía acompañado de una hermosa mujer rubia y con un vestido súper corto y ajustado.
—Buenos días señor Hill.
—¡Muy buenos días a todos!, ¿Cuál es mi oficina?—Preguntó Aarón un poco perdido.
Penélope no podía creer lo que veía, el jefe hoy se veía muy diferente, su peinado, ese traje, las gafas de sol, esa mujer ¿Quién era?, había estado tan obsesionada con él guapo Aarón qué se dio cuenta de inmediato, ese no era Aarón Hill.
Aarón pasó frente a Penélope y le sonrió de un modo diferente, una sonrisa casi vulgar, él se levantó las gafas y le guiñó un ojo.
—Que nadie me moleste, si ocupan algo de mi…resuelvan ustedes mismos, para eso les pago— dijo Aarón y se encerró en su oficina junto aquella hermosa rubia.
—¿Qué le pasa hoy al jefe?.
—Soy yo o hizo mucho frio apenas llego.
—¿Qué mosco le habrá picado hoy al señor Hill?—Preguntó Miri mientras se acercaba al escritorio de Penélope.
Penélope salió de su trance y miró a Miri. —Ese no era el señor Hill.
—¿Ahora que cosas dices?.
—Lo sé, lo vi a los ojos, no era mi señor Hill.
—Penélope te estas volviendo loca, y de paso me estas volviendo loca a mi, deja tu obsesión por el jefe, ¿Por qué no sales con Pepe de recursos humanos?, es guapo y buena honda.
Penélope hizo una mueca y negó. —Voy averiguar qué pasa— dijo y fue a la oficina del señor Hill.
—¿Qué haces?, dijo que no lo molestaran.
—Mi Aarón jamás se molestaría— dijo Penélope y abrió la puerta de la oficina de su jefe, entró sin pedir permiso y pegó un grito cuando miró a su jefe follandose a la rubia qué lo acompañaba.
A pesar de eso Aarón no se detuvo, todo lo contrario, miró a Penélope y le sonrió de nuevo de ese modo tan lascivo.
—¿Quieres unirte?—Preguntó él haciendo que Penélope saliera corriendo de aquel lugar.
—¿Qué pasó?, parece que viste un fantasma—Dijo Miri al ver a su amiga tan pálida.
—Miri…creo que hice algo malo…ese no es mi jefe.
Próximamente….