Alessandra está de pie frente a mí, sin moverse de su lugar. Yo bajo mi mano nuevamente a las carpetas y no dejo de mirar su rostro. —¿Entonces por qué esa cara?— pregunto preocupado. —Simplemente no tuve una buena noche— contesta seria y da media vuelta hacia el interior de su apartamento, rumbo a la cocina. —Pero, ¿qué hace usted acá?— pregunta extrañada y la veo sacar una barra de chocolate de uno de los cajones de la alacena. Abre la chocolatina y le da tres mordiscos seguidos… es como si estuviera nerviosa conmigo acá y eso me hace acordar que la vez que casi nos besamos en su oficina, reaccionó igual. “¿Siempre come chocolate cuando algo la pone nerviosa?”, me pregunto y cada vez me siento más encantado con esta mujer porque tiene sorpresa tras sorpresa. —Vine a traer e