Francisco observaba con interés el asiento vacío de Julián, sus vacaciones estaban a punto de culminar y desgraciadamente su investigador no había encontrado nada por el momento. Mientras observaba su silla, pensaba que era una maldita rata desgraciada que sabia escabullirse muy bien. Lo odiaba. —¿Señor?—pronuncio su asistente llamándolo. Francisco salió del trance en el que estaba sumido, giro la vista a hacia su asistente quien se encontraba a su lado y luego miro hacia al frente, hacia la sesión en la que se suponía estaba participando. Desde que Julián había adelantado sus vacaciones, las sesiones no eran lo mismo, por supuesto, él se sentía a gusto y libre, además le prestaban más atención que antes, sin Cazares por ahí, a él lo consideraban un líder, daba buenas propuestas y la gen