AMELIA Quería que Elliot se sintiera bien, lo escuché gimotear en silencio cuando creyó que estaba dormida y al despertarme, me quedé bastante rato mirándole. Era domingo y lo di por perdido, era estúpido asistir a la tradición y no podía engañarme a mi misma fingiendo estar bien rodeada de gente cuando Elliot se quedaría sólo. No podía. Greg y Jess estaban desayunando cuando salí de su habitación aún con la camiseta del pijama. No hablamos mucho, ellos iban a ir al vecindario a pasar el día con sus familias y me pareció que era lo mejor que podían hacer. —¿Puedes tirar un par de bolsas? —le pedí a Greg. —Claro —dijo, y corrí al cuarto a anudar la basura de la papelera. Estaba llena de bolsas de hierba y apestaba, y casi me corté con los cristales del bong roto—. Espera, ¿lo ha tira