Capítulo 4. Rey de Inglaterra.

1069 Words
Harald llevo a Olivia a la cama, la contempló tanto como pudo y ella solo se encomendó a las plegarias que rezaba en su cabeza, una deshonra, si él la tocaba eso iba a ser todo para ella, sería convertida en la manceba de ese animal, en una cualquiera, que hombre cristiano la tomaría en serio sabiendo que un pagano la ultrajó. —¡Por favor!— suplicó ella asqueada de ese hombre, lo odiaba con todo su corazón, él le había arrebatado a su padre y tomó posesión de su castillo, se metió en la habitación del rey y durmió con su cuerpo sucio y sangriento en la cama de sus padres. —¿Por favor que?. —No me deshonres. —Entonces dime, ¿Cómo podemos hacer para llegar a un acuerdo?. Ella lo miró a los ojos y su corazón latió rápido al sentir como la hombría de aquel nórdico crecía, ¿Qué cosa tenía ahí abajo?, era un hombre enorme, así que de solo pensarlo, ella se asustó. —¿Acuerdo?. —Entrégate a mi y te dejo ir. —Eso nunca, prefiero ser encerrada en las mazmorras antes que entregarme a ti. Harald se sentía cada vez mas impaciente, en su cabeza imaginaba como la penetraba con fuerza mientras que ella lo miraba con esos hermosos ojos grises. —Bien, mi oferta caduca aquí, y ahora jamás serás libre y de todos modos terminarás en mi cama. Dicho aquello, Harald se levantó y caminó hasta la puerta. —Date prisa, o empiezo a encargarme yo. Olivia trataba de recomponerse mientras bajaba las escaleras, caminó hasta el gran salón y todos ahí dentro se quedaron en silencio al verla llegar. Harald estaba sentado detrás de una mesa de fina madera, repleta de comida, situada en lo mas alto del lugar, donde todos podían verlo, mientras que sus guerreros estaban sentados en diferentes mesas dispersas en el salón, en el centro había una hermosa fogata que calentaba todo el lugar haciendo todo mas reconfortante y agradable. Olivia nunca antes se sintió tan inoportuna, este era su hogar, donde creció, ¿Por qué se sentía como una invasora?. Caminó hasta donde Harald y tragó saliva. Harald estaba extasiado de poder ver a tan joven doncella ante él, se había puesto un fino vestido de seda, de color verde, se sujetó el cabello con unos hermosos adornos de flores y se puso una tiara de oro que adornaba su cabeza, simplemente perfecta. —¿Por qué te pusiste eso?—preguntó él un poco irritado de verla, pues solo hacía que sus bolas dolieran aún más, parecía que ella lo hacía a propósito, para torturarlo. —No puedo hablarle a mi gente luciendo como una esclava—Respondió Olivia. Él no replicó, hizo una seña con la mano y las puertas principales del salón se abrieron, campesinos, esclavos y sirvientes entraron al salón, todos al ver a la princesa intacta hicieron una reverencia, algunos hombres estaban golpeados y algunas mujeres pasaron la peor noche de sus vidas, pero si la princesa estaba a salvo, todos tenían esperanza. —Gente de Sajir, como ya saben, mi padre a fallecido, estos…, vikingos han tomado posesión del castillo, he hablado con el rey Harald, él… a sido, misericordioso y está de acuerdo en que ustedes continúen con sus labores, solo si ustedes le juran lealtad, él a prometido cuidarlos y dejarlos vivir en paz—Dijo Olivia con voz fuerte y dulce, voz que calmaría cualquier corazón desesperado, pero no el del guerrero lobo, él solo se sentía más y más tenso. —¡Mi señora, estos paganos no son humanos, ¿Cómo podríamos jurarle lealtad a este rey?!. —¡Si!. —¡Son bestias!. Harald se puso de pie y se acercó a Olivia. —Lo harán, porque su princesa también lo hará, para demostrarles que no hay nada de malo en serle leal a un hombre como yo. Olivia lo miró con los ojos muy abiertos y Harald sonrió. —Hazlo princesa, júrame lealtad y tal vez, te devuelva tu título, o ¿Prefieres limpiar letrinas?—Preguntó él en voz baja. Ella miró a todos y pensó que si no le juraba lealtad a Harald, su gente la seguiría y entonces Harald aniquilaría a todos, no podía permitir eso. Se enderezó y levantó la barbilla. —Dicen que no son humanos, pero ante los ojos de nuestro señor no hay diferencia, sus creencias no tienen nada que ver con nosotros, serán juzgados cuando lleguen a los reinos celestiales… —Basta, hazlo de una vez— La apuró Harald. —¡Si quieren vivir en paz, lo harán!, pero antes, rey Harald, júreme que su gente no mata*rá mas gente de Sajir. Harald la miró con intensidad y asintió, él no era tonto, podía ver la lealtad que la gente del reino le tenía a la princesa, y si quería prosperar aquí, tenia que tener más gente de su lado. —Muy bien, yo le juro mi lealtad rey Harald, y si alguna vez le soy desleal, entonces aceptaré ser castigada. Dicho aquello, Olivia besó la mano de Harald y todos murmuraron mientras que los guerreros vikingos sonreían. Toda la gente de Sajir hizo una reverencia ante el nuevo rey y Harald asintió. —Ahora que nos entendemos, todos pueden volver a sus labores sin problemas, no serán despojados de sus casas, ni de sus tierras, con el tiempo verán, que yo solo busco lo mejor para mi gente, en cuanto a usted, princesa, le devuelvo su titulo de señora, puede quedarse cuanto quiera, será bien recibida aquí. Olivia quería golpear a ese bastardo y borrarle la sonrisa del rostro. No podía abandonar a su gente así como así y él lo sabía, pero si podía ir con su tío e investigar que había ocurrido, entonces tal vez ella podría recuperar su reino. —Ahora que lo dice, me gustaría ir a visitar a mi tío y… —Hablemos de eso en privado, por ahora, acompáñame a comer. Los labios de Olivia estaban apretados, mientras que Harald comía sin problemas, no se había alimentado bien durante días, estuvo a dieta de pan rancio y de licor, una guerra no era fácil, los saqueos estuvieron bien por un tiempo, pero Harald quería más, quería ser reconocido en todo el mundo, era ambicioso. Su meta, era ser rey de Inglaterra.
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