Danielle.
Despierto y aún me encuentro en la misma posición, mi estómago arde. Quiero comer, muero de hambre. Intento moverme, pero Damián me abraza con fuerza y no me deja ir. Intento una vez más, sin embargo, él hace lo mismo. Me siento tan relajada, nunca había dormido tan plácidamente.
Tengo que despertar a Damián.
—¡Damián, despierta!
—No, no quiero, Danielle.
Su voz ronca y dormilona hacen que una electricidad viaje por mi cuerpo. Su cabello despeinado es hermoso.
—Tengo hambre, vamos y preparamos algo para el desayuno.
—No, no quiero.
Él se cubre más con las sábanas y me hace morir de ternura. Tengo que controlarme, solo es un hombre más.
Me logro salir de su agarre, me levanto y veo la hora.
¡La una de la tarde! ¡¿Cuánto tiempo dormimos?! Me perdí el desayuno y el
