CAPÍTULO 6: ¡Es él!

1908 Words
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2108299104794 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Al parecer ser mi bebé necesitaba ser anunciada para que se empezara a anotar en mi cuerpo ya que tan sólo fui a ultrasonido y toda mi familia supo mi vientre creció y Sabina anunció que dentro de cinco meses estaría entre nosotros. Fue un momento bello, muy bello, el poder verme ante el espejo y ver ese vientre redondo que ahora porto con orgullo, mal porque la mitad de mi ropa ya no me queda así que ahora debo ir de compras con mi madre para al menos tener una que otra prenda que pueda llevar. —La estrategia Julie es que compraremos ropa completamente neutra, ya sabes, jeans pre- mamá que también puedas usar a principios del invierno, no te compres nada de verano, yo te haré uno que otro vestido ajustable para que puedas usarlos después — me dice mi madre con toda la experiencia que tiene en el área, digo, después de tres hijos debería saberlo. —¿Es necesario que vayamos en un fin de semana al Centro comercial? — pregunto mientras me pongo el último vestido que me queda de todos los que tenía. Mi madre suspira— Julie, todos ya saben que estás embarazada, así que no hay nada que debas esconder, además, no vas a durar así hasta que Sabina nazca ¿o sí?, ¿qué harás después con la niña? , ¿la negarás? —¡Ay!, claro que no… sólo que— suspiro, la verdad es que ser madre adolescente es más difícil de lo que creía y sé que lo que venga será aún más complicado— me dará pena entrar al área de ropa y pasar de “jóvenes” a “maternidad”. Mi madre me sonríe — ¿te puedo dar un consejo?, no hagas caso de las otras personas, si lo haces jamás, óyeme, jamás vas a ser feliz, sólo escucha a la gente que te ama. Además, la ropa pre-mamá de estos días es mucho más bonita que la que yo tuve que usar, verás que no te verás tan diferente. —Excepto por una vientre que no me deja abrochar esto — le comento mientras trato de abrocharme el último botón del vestido. —Creo que Sabina vendrá grande, yo me sentía así con Manu, a los cinco meses me sentía de ocho y créeme cuando llegues a los ocho desearás tener cinco. —¿Esto crece aún más? — pregunto molesta y sudorosa debido al esfuerzo. —Mucho más, además, te estás tratando de poner un vestido talla “M” en un cuerpo talla madre. Ahora vamos, que tu padre nos estará esperando allá. —¿Papá irá? — pregunto un poco preocupada porque últimamente nuestra relación no es del todo buena. —Claro, uno porque eres su hija, dos porque quieras o no Sabina será su nieta y tres él tiene el dinero, así que… debe ir. Suspiro profundo, luego tomo mi pequeña bolsa que se ve aún más pequeña al lado de mi panza y camino fuera de la habitación siguiendo a mi madre que viene con el móvil en el oído supongo que llamándole a mi papá. Vamos para allá, escucho su voz, si, también te amo. «Sí, también te amo. Palabras que jamás escucharé de alguien en la vida que no sea mi familia o hija, pero de otra persona no, porque admítelo Maria Julia, tu vida amorosa ha terminado», pienso. Me subo a la camioneta donde Mateu no espera para llevarnos directamente hacia el Centro comercial y al verme por el espejo me sonríe — se ve hermosa señorita Ruíz de Con— me dice. —Gracias Mateu, aunque sé que no es verdad. —Claro que es verdad, no sé si ha notado pero su cutis se ha limpiado, su cabello brilla y se ve mucho mejor que esa flacura que se cargaba. Mi mamá sonríe y me levanta la ceja para indicarme que le haga caso a lo que me está diciendo— cuando tu tuviste a tu hijo, ¿así se veía tu esposa? — pregunto porque recuerdo con Mary se veía en verdad devastada. —Cada mujer tiene un embarazo diferente — contesta sabiamente — el de mi mujer fue único, así como el suyo. Sonrío — gracias Mateu. —De nada señorita Ruíz de Con — responde y arranca el auto de inmediato. Por primera vez no me interesa mucho ir al centro comercia, creo que sería mejor que mi padre me dijera que me envía a México el resto del embarazo para llevarla tranquila en un lugar donde nadie me conoce, donde prácticamente sólo seríamos ella y yo, pero no puede ser así. Afortunadamente, y lo digo de esta manera, mis padre necesitan cuidar de mí y no creo que se muden a México sólo para que yo pueda esconder algo que en parte fue mi responsabilidad y que ahora debo llevarlo sola. —Tu padre me dijo que antes de la ropa debemos pasar a otra área antes de ir, así que creo deberás caminar un poco más. —Créeme, mientras aún pueda caminar lo haré, lo único que si te puedo decir es que muero por unas papás bravas, ¿crees que podamos comprarlas? —¡Guau!, los antojos ya llegaron. —Tenía antojos creo que desees hace un mes pero me los negaba, no quería subir de peso— confío. —¡Ay Julie! — dice mi madre — eras perfecta antes y serás mejor cuando tengas a Sabina entre tus brazos. Llegamos señora, escuchamos la voz de Mateu que se para justo en frente de la puerta del centro comercial. —Ve y estaciona el auto, puedes ir a comer vamos a tardar un rato— le pide mi madre amablemente y ambas nos bajamos para entrar hacia la hermosa explanada del centro comercial, éste que es al aire libre y que hace que el calor sea menor ya que está al lado del mar. Mi madre y yo comenzamos a caminar hacia el local donde mi padre está esperándonos. Mientras vamos puedo sentir las miradas de algunas personas y sobre todo de las chicas que van pasando al lado de mí, incluso una dijo “¡ay Pobre!”, que me hizo sentir fatal y con muchas ganas de llorar. Mi madre me ve y sin decirme nada me toma de la mano y la aprieta fuerte. «Mucha madre, mucha madre», pienso tratando de recordar la plática que tuve con ella hace días atrás. Llegamos al local de trajes donde mi papá compra todo el tiempo y mi mamá al verlo, entra—¿vienes? —No, tengo algo de náuseas, ¿crees que me pueda quedar en la zona fría? — y volteo a ver una banca debajo de un techo. —Va, pero no te muevas de aquí y si quieres ir al baño me avisas. —Si mamá, no tengo ocho años como antes— me quejo — no va a pasar nada peor que esto — y muestro mi panza. —Bien, regreso en unos momentos. Mi madre se mete al local y yo camino a sentarme a la zona fría donde puedo sentir un poco el fresco del aire acondicionado que me da un poco de alivio porque muero de calor. Odio estar embarazada en verano, de verdad que es sofocante e incómodo, no sé como voy a poder soportarlo. Me recargo y de inmediato me llevo las manos al vientre y lo acaricio como ya es parte de mi ritual y suspiro. —Sé que vas a crecer más, sólo espero que no me hagas subir ciento veinte kilos — le digo y luego me río. En eso, subo la mirada y a lo lejos, entrando a un local de ropa veo claramente a Eduardo entrando junto con sus padres, algo que me sorprende por completo porque se supone que él estaba en Canadá y que por eso no se podía hacer cargo de la niña. —¿Eduardo? — murmuro en voz alta mientras me pongo de pie y me asomo un poco más para ver si lo que estoy viendo es verdad. Él vuelve a salir con sus padres y se mete a otro local de ropa—¡Sí!, ¡sí es él! — gritó emocionada cómo tonta y comienzo a caminar lo más rápido que puedo hacia el local donde ahora se encuentran. «No lo sé, tal vez si ahora Eduardo me ve embarazada pueda recapacitar y quedarse a mi lado para criar juntos a Sabina», pienso. Llego a la puerta y tan sólo entro le llamo emocionada —¡Eduardo!, ¡regresaste! Él voltea de inmediato, deja la camisa que estaba viendo. Abre los ojos y en lugar de llamar mi nombre, él voltea a ver a su madre, le dice algo y siento las miradas de sus padres encima de mí. Trato de acercarme a él pero al sentir el ambiente pesado decido quedarme en mi lugar. —Eduardo, tendremos una niña, se llamará Sabina— hablo emocionada mientras me tomo el vientre. —Vámonos Eduardo— dice su madre enojada — ¡Ves!, te dije que era mejor que nosotros fuéramos a Canadá— le dice a su marido. La madre lo toma de la mano y lo jala para que salgan del lugar, pasan a mi lado y yo logro tomar el brazo de Jas. —Es una niña Eduardo, una niña, se llamará Sabina, aún podemos criarla juntos— le digo en un ruego y él mueve su brazo para que le suelte. Todos salen del local y yo como puedo camino detrás de ellos siguiéndole —¡Es tu hija! — grito— es tuya, no puedes irte así y dejarme esa responsabilidad— le digo entre lágrimas. —Esa niña no es mía, ya te lo dije— me reclama mientras me levanta la mano amenazantemente— ve con el verdadero padre de esa niña y reclámale a él. —Pero sólo he estado contigo, con nadie más, de verdad escúchame Jas, te lo pido — le ruego tomándolo del brazo. Él voltea su brazo y me da una bofetada sobre el rostro en frente de todos haciendo que lo suelte. *Qué demonios te pasa!, escucho la voz de mi padre a lo lejos y los ojos de Jas se abren asustado al ver como viene corriendo hacia mí. —¡Poco hombre!,¡enfréntate a mí si tan macho te crees! — le amenaza. —¡Ruíz de Con!, ¿cómo te atreves a hablarle así a mi hijo! — Grita el padre de Jas defendiéndolo. De pronto todas las miradas son para nosotros y la escena que acaba de pasar. Mi madre me abraza y me cubre el rostro para consolarme mientras yo no puedo evitar llorar como una idiota. —¡Tu hijo es un macho, poco hombre!, ¡cómo le permites que le pegue a mi hija!, todavía que niega a su hija, ¿le permites que la trate así?, ¿qué clase de educación es esa? —¡Tu hija es una cualquiera que quiere echarle la responsabilidad de un hijo! — responde y de pronto el golpe seco del puño de mi padre suena y momentos después Eduardo Jaz padre cae sobre el suelo.
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