CAPÍTULO 2: Decepción

1884 Words
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2108299104794 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © María Julia Estúpidamente tiré la prueba de embarazo en el bote de la basura de la cocina pensando que hoy por la mañana Alicia la sacaría temprano y esto quedaría sólo conmigo. Sin embargo, no fue así, mi madre encontró la prueba y de inmediato la noticia corrió como agua por toda la casa justo después de que mi padre se fuera a trabajar.Yo me refugié en la mi habitación por unos momentos antes de que ella llegara con la prueba entre sus manos; cuando nuestras miradas se cruzaron supo lo que estaba pasando. —¿Mi padre sabe? —le pregunto sin decir más porque de pronto un miedo creció dentro de mí de que eso posiblemente podría pasar. Mi madre niega con la cabeza — No, y tienes suerte de que yo haya sacado la basura hoy porque si él lo hacía antes arde Troya María Julia ¿qué fue lo que hiciste? — me dice enojada. —No sé, no sé —me explico asustada y vuelvo a ver por la ventana . —Sí, sí sabes… creo que tu padre y yo te dimos la educación indicada para que supieras lo que estabas haciendo ¿no es cierto? — me reclama y luego suspira tratando de sacar todo el enojo que siente en este momento. —Sí, lo sé pero… — y de pronto me suelto a llorar porque no sé en realidad que contestarle. Sé que lo hice mal y que posiblemente haya arruinado mi vida en todos los sentidos, me volteo a verla con los ojos llorosos y el rostro de decepción de mi madre sería algo que jamás olvidaré. —¿Me va a correr mi papá? — pregunto con un nudo en la garganta. Mi madre se acerca a mí y dejando todo ese enojo atrás me abraza —¡No! ¡Claro que no! ,sé que posiblemente hiciste algo no planeado pero jamás te correríamos de la casa. Eres nuestra hija, pero si vas a tener que enfrentar las consecuencias de tus actos María Julia, porque esta vez no te podrás escapar con una sonrisa bonita o una frase ocurrente porque si fuiste lo suficientemente “adulta” para hacer lo que hiciste, debes comportarte como una— sentencia y esa frase me cae como cientos de piedras sobre el cuerpo. Me quedo por un rato en silencio mientras mi madre me consuela, esta es la primera vez que veo a mi mamá tan firme y molesta ya que ella siempre había hablado con nosotros de una manera pacífica pero ahora, no la reconozco, mi error fue una gran decepción para ella y si está así, no quiero imaginar a mi padre. —Debemos hablar con los padres de Eduardo— me comenta. —No, él aún no sabe sus padres lo van a matar, yo no quiero…— miento y sólo de pensar lo que podría suceder me suelto a llorar. —Primero hablaremos con tu padre, y luego con los padres de Eduardo, María Julia, deben saber lo que pasó y tomar una decisión, sea cual sea ¿entendido? — y se acerca a mí para tomarme el rostro y verme a los ojos. Asiento mientras me suelto a llorar y ella me abraza — ¡Ay hija! ¿En qué te fallé? — me pregunta. —En nada mamá, te juro que fue en nada, es que yo…— pero no tengo palabras, no sé qué decirle, tengo una mezcla entre miedo y coraje conmigo misma. Yo sabía que mis padres aceptarían cualquier propuesta o decisión que les hiciera, pero ahora, me sentía tan pequeña como para pensar en un embarazo adolescente. —En cuanto regrese tu padre lo abordarás, este noticia no puede quedar en las sombras…¿tienes una idea de cuántos meses tienes? — me pregunta. —Cuatro— murmuro. —¡Cuatro meses! — expresa sorprendida mientras se aleja de mí y me ve a los ojos—¿cómo es posible? — y sin que pueda evitarlo ella se pone a llorar cubriéndose el rostro —¿cómo es posible que no lo notara?, y lo peor que no tuvieras la confianza para decírmelo. Abrazo a mi mamá mientras las lágrimas caen por mis mejillas — lo siento mucho mamá en verdad, lo siento tanto— me disculpo inútilmente pero en este momento no tengo absolutamente nada qué decir para consolarle y hacerle sentir bien. —Dios, Dios mío— repite y luego me ve a los ojos — ¿fue con tu consentimiento? —Asiento con la cabeza y puedo ver como su rostro se relaja un poco más, al menos sé que en ese punto ella está tranquila— entonces fue una decisión tuya y a partir de ahora así será todo— comenta y se pone de pie— te dejo un momento, necesito un poco de aire. —Ma. —Lo siento María Julia, necesito un momento para mí, necesito…— murmura la última palabra pero ya no la termina porque no sabe como continuar. Sale de mi habitación y de nuevo vuelvo a ver hacia la ventana pero esta vez no puedo evitarlo y rompo en llanto — no quiero estar embarazada, no quiero tener un bebé, soy muy joven para esto— expreso en un grito ahogado que sale desde adentro de mi ser— ¿qué hiciste María Julia?, ¿qué hiciste? — me pregunto sin que pueda dejar de llorar porque al parecer por ahora es la única opción. Pase todo el día angustiada sin querer probar bocado, ya que tenía unas náuseas horribles peores a las que había tenido antes y vilmente ignoré, nunca supe si era por el embarazo o por miedo ya que sabía que a las siete de la noche mi padre entraría por la puerta de la casa, como siempre nos saludaría y luego se dirigiría a mí para preguntarme como estuvo mi día, la escuela o algo que mostrara interés. Mi padre siempre está al pendiente de mí, me ha protegido y ayudado, soportado mi adolescencia rebelde y aceptado mis planes de irme a estudiar lejos de Madrid, y ¿yo que le doy?, una tremenda decepción. ¡Ya va a llegar tu padre María Julia!, me habla por fin mi madre después de un día completo sin hacerlo mientras yo me encuentro en el baño echándome agua sobre el rostro para tratar de que mis ojos se desinflamen un poco por tanto llorar. —Ya voy— respondo tímida mientras me seco el rostro con la toalla. Abro la puerta del baño y de nuevo vuelvo a sentir esas náuseas que ahora sí me han mantenido volviendo el estómago en el baño, al parecer decir en voz alta que estaba embarazada ha provocado que todos los síntomas se potencien en mí. —No ahora, no ahora— me repito y salgo para después hacerlo de mi habitación y caminar hacia la sala donde mi madre me espera. Yo llego y me siento sobre el sofá para después dirigir mi mirada hacia el suelo y no encontrarme la de mi madre, comienzo a mover los dedos muy nerviosa. —Prométeme que no te vas a ir— le murmuro. —Aquí voy a estar. Después de esa frase, mi padre entra por la puerta y mi deseo de salir corriendo de ahí aumenta tan rápido que puedo sentir la adrenalina recorriendo todo mi cuerpo, sé lo que está por venir, soy consciente y si son honesta no quiero estar aquí. Ya había visto a mi padre firme y enojado muchas veces antes, pero no por este tipo de situaciones, si no por travesuras mínimas y peleas entre hermanos que no tenían sentido. «Cierto, mis hermanos», pienso mientras la figura de mi padre se hace más clara por debajo del umbral de la puerta. —Buenas noches Tristán— escuchamos a Alicia que le ayuda a mi papá con el saco y él le sonríe. —Buenas noches Alicia— le responde y luego camina hacia mi madre que se encuentra de pie la lado mío —¡hola vida! — le dice feliz y ella se acerca para abrazarlo—¿todo bien? — pregunta, luego me ve a mí y me regala una sonrisa —¡qué milagro señorita!, nunca bajas a saludarme antes de que yo te diga que ya llegué—yo no respondo, sólo le regalo una ligera sonrisa pero mis ojos se llenan de lágrimas sin que yo pueda evitarlo. Él me ve raro pero no me dice nada. —Alicia, nos puedes dejar solos un momento por favor — escucho que dice mi madre y Alicia abandona la sala. —¿Qué pasa?, ¿están bien? — pregunta mi padre preocupado. —Tristán, tu hija necesita decirte algo — y cruza los brazos para luego verme al rostro que yo deseo esconder — dale María Julia —habla con firmeza. Suspiro profundo, mientras mi padre me ve directo a los ojos y noto la preocupación que sé dentro de unos segundos pasará a una decepción total. Tiemblo horriblemente pero si no lo digo yo mi madre lo hará por mí y no es su responsabilidad— Estoyemnrazada — murmuro pegando las palabras en la frase. —¿Cómo? — responde mi padre sin entender. —¡Qué estoy embarazada! — repito alto y tratando de que todo esto termine de una vez. El rostro de mi padre cambia de inmediato. Me preparo para el enojo, para la rabia, tal vez uno que otro grito pero la reacción de mi padre es diferente, él trata de tranquilizarse llevándose una de las manos para acariciar su frente y luego suspira. —¿Es de Eduardo? — pregunta serio, yo asiento,—¿tú quisiste o él obligó? — continúa el interrogatorio. —Papá— murmuro. —Dímelo, ¡te obligó María Julia!— expresa en tono firme y yo niego con la cabeza—vale — respira y luego voltea a ver a mi madre — debemos llevarla al doctor para ver que todo esté bien y luego hablaremos con los padres de Eduardo — le comenta en tono molesto ignorándome por un instante. —Papá — le murmuro entre lágrimas — perdóname, sé que te fallé… —No, yo te fallé — me interrumpe en tono severo — era mi responsabilidad decir algo o hacerlo y no… — deja de hablar — vida, no quiero cenar— concluye. —Papá, perdóname, yo sé que ustedes me dijeron y me aconsejaron pero…— y él me ve a los ojos — no te enojes sí. —No, no estoy enojado — comenta— pero sabrás María Julia que la decepción es más grande que el enojo, y ahora, en este momento estoy decepcionado. Él se da la vuelta para después desaparecer de la sala dejándonos a mi madre y a mí a solas. Ella se pone de rodillas y me ve a los ojos — mi pequeña, es hora de crecer — me dice y después se pone de pie para seguir a mi padre escaleras arriba.
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