Capítulo 16

1930 Words
—¿Crees que pueden insultarme sin que alguien pague las consecuencias?—bramo mi dueña despues de abofetearme. Me miraba como si yo fuera el inicio y quizas el fin de todos sus males. No pude hacer nada mas que quedarme inmovil sobre el suelo, tratando de soportar el llanto y el nudo de dolor en mi garganta. Era injusto, pero no era algo inusual, los libres siempre solian desquitarse con sus esclavos cuando se sentian ofendidos de alguna forma por alguien a quien no podian atacar, asi se acostumbra a tratar a los esclavos, como objetos que podian tratar a su antojo, no eramos nada ni nadie para un libre. La respiracion de la señora se volvio agitada, era prueba de que su salud se habia deteriorado con los años, por esa razon aquella practica habia disminuido considerablemente, aunque hacia algunas excepciones cuando se trataba de una ofensa realmente grave y en esa ocasion se habia sentido ofendida por una esclava, una humillacion que no podia pasar por alto. —Señora—escuche la voz consternada de Peter detras de ella, aquella bofetada habia impresionado a todos, la esparaba, pero no tan pronto—por favor no se altere, afectara su salud. —¡Por esa razon tu la azotaras!—vocifero considerando la sugerencia de su esclavo. Perpleja, me atrevi a alzar la vista del suelo hacia ellos. Peter, quien solia tener una expresion afable en el rostro, se mostro serio ante la peticion transtornada de nuestra dueña —No—respondio con cierta severidad en su tono de voz. Todos estaban ahi observando sin poder hacer o decir nada, el lugar era demasido pequeño para ocultar lo que ocurria y a la señora Marie ni siquiera le importaba, de hecho el castigar a alguien era muestra de su poder sobre nosotros—por favor deje que tome el castigo en su lugar, ella ahora es una servidora del palacio, si alguien ve sus heridas usted se vera en problemas, las leyes de este reino no son como las nuestras. —No, estoy cansada de tu falsa modestia, hare lo que yo quiera y desee con mi esclava—impugno dirigiendole una mirada cruel e imponente—ahora ve y prepara todo para que reciba lo que merece. Peter la miro manteniendo esa extraña compostura en su rostro, lo vi cerrar sus puños sobre sus costados, realizar esa orden debia ser mas dificil para él que para mi. —Como usted ordene—expreso lentamente para despues dejar escapar un suspiro largo, hizo un ademan con la cabeza y salio del lugar. —Más vale que tus malditos gritos se escuchen hasta este lugar—expreso volviendose para entrar a su habitacion, azoto la puerta al cerrarla para demostrar su molestia. —¿Como puede ser asi?—expreso Dalia acercandose a mi un segundo despues de que la señora se fue, me envolvio en sus brazos e inevitablemente deje caer mi cabeza sobre su hombre, su calidez me parecio un agradble consuelo—tu no mereces que te azoten. —Peter no merece ese castigo—menciono tobias—él nunca lastimaria a Rose, incluso si es una orden de esa mujer. —¡Callate!—murmuro Francis acercandose a Tobias—Penny esta dormida podria escucharte o peor aun,nuestra dueña. —No entiendo porque Peter se demora tanto en matar a la vieja—se quejo Tobias en un murmullo imitando la cautela de Francis—podriamos evitar cosas como estas. Me señalo. Tobias debia ser el que mas odiaba a nuestra dueña, era rebelde y esa rebeldia siempre le traia problemas, problemas que podria evitar siendo sumiso y obediente, pero la obediencia no era parte de su personalidad, él era un alma indomable y nadie mas anhelaba la libertad como él. Tenia razon, pero nuestra libertad tendria un costo muy alto, una muerte y quizas hasta una revolucion porque seriamos los primeros en atrevernos a un pecar contra las leyes del cielo. —Peter es perpicaz y astuto, solo él sabe que dia y a que hora lo hara, asi que mas vale que te calles o eso nunca va a ocurrir. —¿Podras soportarlo?—me pregunto Dalia con obvia preocupacion en su mirar, ignorando la conversacion de nuestros compañeros a nuestro lado. —Seguro Peter hara algo para que los azotes no sean...—comento Francis intuyendo que Peter no me dejaria sufrir mas de lo debido y por lo que me habian contado, el que Peter deseaba desposarme, por primera vez desee que sus palabras fueran ciertas. Francis miro a Dalia antes de terminar—para que no te dañen internamente. —Hace mucho que no me azotaban—musite tratando rememorar la sensacion de una fusta sobre mi piel—pero creo que puedo soportarlo. Los labios de Dalia intentaron formar una sonrisa fallida, era lo mejor que podia hacer en este caso. —Preparare lo unguentos y las compresas para cuando termine ¿De acuerdo?—asenti satisfecha de que mi padecimiento seria tratado por sus manos, tenerla cerca despues de ser azotada seria lo mi mejor consuelo. —¿Crees que puedas guardar esto por mi?—exprese apartando la banda que me identificaba como sirvienta del principe— no quiero que se manche de sangre. —¿Esto que es? —Mi permiso de entrada y salida del palacio, no puedo perderlo y supongo que tampoco maltratarlo. —No te preocupes, lo guardare por ti— lo tomo en sus manos y con su ayuda pude ponerme de pie. El crugir de la vieja puerta de entrada fue lo bastante fuerte para advertirnos de que Peter habia regresado. Trague saliva y al girar en su direccion supe que era tiempo de pagar el peso de mis pacados, segun la señora Marie. —Espera aqui, le anunciare a la señora que ya puede bajar—indico mostrandose inflexible y frio ante la situacion, ni siquiera pudo mirarme a los ojos. Asenti, mi voz no pudo salir, aunque se suponia ya debia estar acostumbrada al dolor y al miedo, era inevitable no temblar al imaginar que tipo de herramientas lastimaria mi piel, que tipo de tortura utilizaria en esta ocasion. Lo vi llamar a la puerta y posteriormente introducirse en la habitacion de la señora para anunciarle que ya podia disfrutar de mi sufrimiento, paso un minuto o quizas dos, pero cuando Peter salio cerro la puerta detras de él. —¿Y la señora?—cuestiono Dalia dandose cuenta de lo mismo que yo. —No vendra—respondio Peter mostrandose mas aliviado—al parecer el enfado la agito demasiado. —¿El castigo se cancela?—pregunto Dalia mas animada, Peter ladeo la cabeza para nergarlo. —No, el castigo sigue en pie, solo no ira—anuncio para volverse hacia Francis—necesito que vayas a buscar un medico. Peter le extendio un brazalete permisivo, con el que podiamos salir en caso de emergencia, el que nuestra dueña estuviera enferma y necesitara de atencion medica se suponia lo era. —¿Tan mal esta?—interpelo Francis. —Para no ir a un castigo supongo que si. —Que sufra la vieja como el misero animal que es—refuto Tobias furioso. —No ofendas a los animales, ellos no te han hecho nada—respondio Francis tomando el brazalete—¿Y Rose? —Ella estara bien—respondio Peter fingiendo una sonrisa—vete rapido o tendremos problemas mas tarde. Francis asintio y se retiro para cumplir la orden de Peter. —En cuanto a los demas, creo que ya saben que hacer—dedujo Peter. Tobias dio media vuelta y se arremango las mangas para ir a la cocina, no era mejor cocinero, pero con los demas ocupados alguien debia hacer de comer para cuando todo esto terminara. —Todo estara bien— trato de animarme Dalia antes de seguir la misma direccion que Tobias, seguramente para preparar una infusion que aminorara la inflamacion de mi cuerpo, la vi doblar la banda en sus manos e introducirla en uno de sus bolsillos. —Rose—murmuro Peter extendiendo su mano hacia mi, mostrandome una sonrisa sincera y natural que consolo y aminoro el miedo en mi interior—ven conmigo. Tome su mano, al igual que las mias, se sentia aspera y hosca, no era extraño, amos eramos esclavos y en las suyas habia huellas del trabajo duro que habia tenido antes de convertirse en sastre, sabia que antes de ser comprado por la señora Marie, él habia sido esclavo en otrso lugares desde muy joven, habia trabajado como peon en el campo bajo los abrazadores rayos del sol y tambien en una mina de carbon donde sus manos sufrieron mucho. Salimos de ahi para dirigirnos hacia la misma sala donde Peter habia sido castigado, sus heridas debian estar frescas y eso fue lo que me animo a no flaquear, al menos mis heridas sanarian al mismo tiempo que las suyas y mi sangre seria seria derramada en el mismo lugar donde habia sido regada la suya. —Perdoname— declaro en un tono de voz bajo apenas perceptible. Dio un largo suspiro antes de volver a decir algo—no pude evitarlo y decir que soborne al esclavo del salon de castigos para que no te lastime más de lo necesario no creo que sea suficiente para compensarte. —No hay nada que compensar ni tampoco que perdonarte, no has hecho nada malo... —Ni tu tampoco— interrumpio. Detuvo su andar repentinamente y giro hacia mi—quiero que todo esto termine, quiero...quiero protegerte, de este mundo y de cualquier otro que desee hacerte daño, tal vez no puedo cumplir eso ahora, pero pronto podre hacerlo, te lo prometo. —No hay necesidad de que me prometas nada— desvie la vista al creer que estaba por decirme lo que todos me habia advertido que diria. —Pero quiero hacerlo. Se giro y continuamos con nuestro camino hasta que distinguimos la puerta oscura la cual descendia a un lugar donde se creaban las pesadillas. El miedo finalmente se apodero de mi darme cuenta de mi realidad y destino, yo era una esclava y no debia olvidarlo, ese salon era un recordatorio de lo que yo era. vPuedo darle aun mas dinero al esclavo del salon de castigos, no tienes que pasar por esto—indico mostrandose comprensivo conmigo. La idea era mas que tentadora, pero no podia aceptarla, aunque nuestra dueña estaba indispuesta para asistir a mi castigo, era mas que seguro que pediria las pruebas de mis laceraciones, con tan solo verlas quedaria satisfecha, si descubria que no me habian lastimado, Peter estaria en graves problemas y Penny jamas podria perdonarmelo. —No, no quiero que te arriesgues a hacer algo tan grave, la señora podria descubrirnos. —No hara nada que no haya hecho antes, puedo soportar cualquier castigo si con ello evito que te haga daño. —Pero no quiero que te castiguen por mi culpa. —¿Entonces estas dispuesta a soportar este castigo injusto? -Si —¿Porque? —Porque debo ser fuerte si quiero sobrevivir. Peter se mantuvo en silencio, quizas reflexionando mi palabras, desvio la mirada un momento apreciando el jardin que se encontraba no muy lejos de nosotros. —Es por esa razón que me gustas Rose, por tu fortaleza, porque aun siendo esclava sobresales en todos los aspectos. No creo que exista alguna mujer más libre y fuerte que tú.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD