A pesar de la presencia de la señora Martha, el estar a pocos centímetros de Lewis, fue todo menos agradable. Podía sentirse tensión en el ambiente y es que con la expresión que tenia en el rostro lograba apagar la poca alegría que había en los pasillos de aquella mansión, era como si hubiera una nube oscura encima de su cabeza qué ocultaba cualquier tipo de luz o felicidad. Todos permanecimos en silencio mientras nos trasladabamos a vestíbulo y aunque tanto la señora Martha como yo teníamos cosas por comentar sobre la llegada del capitán Collins, nos fue imposible mensionar algo porque Lewis era tan boca floja qué, al menos yo estaba segura de qué, cualquier cosa que yo dijera iría a contárselo a su señor, Roy Dashwood. Roy había obligado a Lewis a servirme y esperaba que ese servicio s

