Capítulo 5 – la paz para la guerra.

1406 Words
Connor, que estaba frustrado por la incompetencia de su equipo, se sintió realmente fastidiado, solo su café podría calmar un poco sus nervios, así que el hombre agarró la taza que estaba puesta sobre su escritorio al tiempo en que colgaba el teléfono. –¡Aargh! – chilló asqueado por lo que estaba bebiendo. Connor se levantó, abrió la puerta, fue al escritorio de Sofia y entonces la agarró del brazo y la obligó a moverse hacía su oficina. –¡Déjame! – ella se removió con un poco de dolor a causa del fuerte agarre de su jefe. Cuando Sofia llegó a la oficina del jefe y se dio cuenta de la taza de café a medio tomar derramada sobre el escritorio, lo entendió absolutamente todo. Él ya había probado un poco de su propia medicina. –¿Ese es el café que te dije que hicieras para mí? Ella respondió tranquilamente – no soy una empleada de cafetería, no sé hacer café, no estaba dentro de la descripción de mi empleo, no debería sorprenderte que no tenga buen sabor. Connor sabía que ella estaba jugando con su paciencia, aquello no se trataba de saber o no como hacer un café, aquello fue un ataque completamente intencionado del que él pensaba vengarse. –Quiero que le des un sorbo a ese café – le ordenó. A menos de que quisiera que su estomago se pusiera malo, ella no estaba dispuesta a probar si quiera un poco de aquella bebida. –No me gusta el café. –¡Quiero que lo pruebes! – insistió. Ella negó con la cabeza, entonces, Connor agarró la taza y la llevó a los labios de la chica. En ese momento, ambos se envolvieron en un enfrentamiento estúpido e infantil. Al mismo tiempo, Jeremy y los guardias irrumpieron. Pensaron que algo estaba poniendo en peligro al CEO. Connor nunca había gemido tan fuerte. Sin embargo, cuando entraron en la sala y los vieron tan juntos, prácticamente peleando, abrieron los ojos de par en par, pensando en que, tal vez todo aquello se trataba de otra cosa. –Lo siento, señor. Pensamos que era una emergencia – Jeremy rompió el silencio. Entonces, sin previo aviso, él y los guardias salieron de la habitación, dejando a Connor y Sofia congelados en estado de shock. –Espero que te sientas satisfecha, no solo has amargado una de mis bebidas favoritas, si no que además, has destruido uno de mis trajes Armani – dijo él, señalando sus pantalones, en donde se había derramado un poco del café. Sofia soltó una sonrisita pícara, a ella realmente no le interesaba en lo absoluto sus pantalones. –Creo que tendré que atenerme a las consecuencias. Si mi desempeño sigue siendo decepcionante, estoy lista para ser despedida. De repente, Connor se acercó a ella, mirándola fijamente y tratando de descifrarla, ¿Por qué tenía que hacer las cosas tan difíciles? –Eso es lo que quieres, ¿No es así? Estas buscando ser despedida a como dé lugar. –¿Si no es ser despedida, entonces qué? – preguntó – para mí, esto es lo que significa asumir mis errores. La mujer actuaba con tanta inocencia que Connor incluso pensó en que ella podía ser una excelente actriz de Hollywood. –¡A partir de este momento, cada vez que cometas un error, tu salario se reducirá en un 10 por ciento! –Eso es ilegal, no puedes disminuirme el salario. –No lo estoy disminuyendo, siempre y cuando cumpla con el salario básico, el resto de las remuneraciones adicionales son a mi discreción. Sofia no actuaba con preocupación, parecía que el dinero no era un problema en lo absoluto para ella, aparentemente su única preocupación era liberarse de aquel trabajo, por desgracia, Connor no estaba dispuesto a dejarla hacerlo. Ella iba a tener que aprender una lección importante. Sin embargo aquella misión no sería nada sencillo para Connor, tan solo en el primer día, su nueva secretaria ya había provocado sus emociones tres veces. –¡No solo eso! – añadió Connor. – Cada día, tendrás que clasificar manualmente los correos electrónicos recibidos del departamento legal. El equipo de administración los imprimirá para ti. Si a la mañana siguiente tu trabajo no está en mi escritorio, tu período mínimo de trabajo se incrementará en diez días. Sofia prácticamente bostezó al escuchar sus amenazas, no solo aquella era una tarea estúpida y sin sentido, si no que además, ella sabía que no era legal que él la amenazara con ello, podía meterse en un problema que seguramente él no iba a querer sortear. –¿Eso es todo? ¿Acaso tambien quieres que lustre tus zapatos y recoja tus trajes en la tintorería? – dijo de manera altanera. –No, ya puedes irte – aseguró él, tratando de no ser tentado por la lengua de la mujer. Al salir de esa oficina, en lo único que Sofia pudo pensar era en que no podía rendirse. Realmente la multa a la que se enfrentaba si dejaba la empresa antes, era una que ella no podía pagar, por si fuera poco después de hacer las cuentas, determinó que incluso algunos meses en esa compañía serian suficientes para pagar el costoso colegio de los gemelos. Ella tenía que ser capaz de sobrevivir allí por los gemelos. La mujer tambien sabía que no podía continuar en esa pelea ridícula con su jefe, aquello tenía que acabarse, así que a partir de ese momento, Sofia ya no discutiría contra las órdenes de Connor. Solo se enfocaría en su trabajo y sobre todo, en la misión de venganza que tenía a partir de allí. Al pasar las horas, Sofia estaba tan cansada que lo único que deseaba era llegar a casa a tiempo y jugar un rato con los gemelos. Desafortunadamente, cuando era hora de irse a casa, las tareas seguían acumulándose. Sofia se vio obligada a hacer horas extra. Los gemelos dijeron que podían esperar. Pero cuando Sofia llegó a casa, ya estaban dormidos. A la mañana siguiente, Emily entró en la cocina frotándose los ojos. Su cabello espeso estaba un poco desordenado. En sus brazos, tenía un peluche de limón con una cara sonriente, manos y piernas. –Mami... –Hola, Pequeña princesa – Sofia dejó el cuchillo y recibió a Emily con un abrazo. – ¿Dormiste bien? Emily asintió perezosamente. –¿A qué hora llegó Mami a casa anoche? ¿Por qué tan tarde? No pudiste darnos nuestro beso de las buenas noches. –Es ese molesto CEO el que le está haciendo la vida difícil a tu madre – dijo la abuela de los pequeños. Louis tambien entró en la cocina con los ojos entreabiertos. Sin previo aviso, se metió en los brazos de Sofia. Al escuchar el parloteo de sus hijos y de su madre Sofia rió con amargura. No podía imaginar cómo reaccionaría su familia si supieran que Connor Thompson era el padre de los gemelos. –Mamá tendrá que trabajar un poco más de la cuenta mientras se adapta a la nueva empresa – mintió – pero prometo que se los recompensaré – no se molesten conmigo – pidió, apapuchando a los gemelos. –No estoy molesta, solo un poco triste – Emily hizo pucheros, ella era tan consentida y apegada a su madre. –Pero Louis estaba enojado. Decía que el malvado CEO fue quien impidió que Mami llegara a casa – dijo Raquel, madre de Sofia. –Mami, si el CEO es malo contigo, solo dímelo. Puedo pegarle – Louis apretó los puños frente a su cara. Sus pequeños músculos lograron hacer reír a Sofia. –A menudo mencionas a ese CEO. Acaso ¿Sabes quién es? – Sofia acarició la mejilla regordeta de su hijo. -Lo sé. – Louis asintió inesperadamente. – Es la persona que dirige la empresa. Es rico y tiene poder. Lo supe por la revista que estuvimos leyendo ayer con la abuela. Recibiendo una respuesta seria de Louis, las cejas de Sofia se elevaron. Sus ojos brillaban con orgullo y pena. El padre de los gemelos era un rico CEO respetado por muchas personas, Connor tenía el mundo a sus pies, y aunque a los gemelos no les faltaba nada, tampoco podían permitirse muchas de las cosas que le gustaban. Los gemelos habían tenido que ser criados por niñeras y extraños, todo porque nunca pudieron tener un padre presente.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD