Es mi novia

4048 Words
No necesitaba ser adivina para estar segura de la presencia de Estela en mi oficina indagando por los pormenores de mi desaparición con Saúl durante todo el fin de semana, sin siquiera contestar uno de los miles de mensajes que envió.     - Andrea ¡por fin apareces! –exclama Estela entrando a mi oficina- pensé que te habían secuestrado –se burla.     - ¿Quién podría hacerlo? –traté de evitar el interrogatorio de la pelirroja, restándole importancia a mi desaparición.     - Eso bien lo sabes tú –contesta con una sonrisa sarcástica -. Cuéntame todo lo que pasó.     - ¿Qué quieres saber? –sonreí La confianza que teníamos me permitía contarle a detalle cada decisión que tomaba o planeaba hacer. Al enterarse de mi “relación” con Saúl la pelirroja temía por mí, él podría lastimar mis sentimientos, no era posible tener sexo durante un tiempo sin que alguno salga herido. Y definitivamente ese no sería él.     - ¿Cuánto tiempo piensas continuar con Saúl? –preguntó la pelirroja preocupada     - No lo sé - la miré      - Monga ¿Qué pasa si te enamoras? –Estela mordía su uña, una manía para atenuar sus evidentes nervios.     - Tienes razón –resoplé- el que me sienta bien con él, no quiere decir que él se enamorará de mí.     - Podrías terminar peor que ahora –pensaba-. Saúl es un bombón pero no es de los que se enamoran. Piensa bien las cosas, entiendo que seas feliz con él “ahora” pero piensa en el “futuro”. De eso estaba segura, mi corazón no podría soportar otra decepción. No podría evitar enamorarme de Saúl si seguíamos en esta ficticia relación. No podría decirle a mi tonto corazón: no te enamores. Si desde ahora ya sentía algo por él, algo inexplicable. Con él me sentía tranquila, mi ansiedad estaba sosegada, el vacío de mi corazón se cubría con la efímera sensación de placer que Saúl provocaba en mí. ¿Me podría conformar con eso? Lo dudo. El corazón jamás se conforma, siempre quiere y necesita más. Cosa que no estaba disponible para mí.     - Estela y… ¿Austin? –dudaba en preguntar al no saber si la respuesta es la que esperaba.     - ¿Qué pasa con él? – enarca una ceja. Me mira como si hubiese esperado esa pregunta hace mucho.     - Él… ¿te comentó algo? –dije avergonzada     - No. Solo sé que hace poco volvió con su familia del extranjero -hizo una pausa- Pero no ha mencionado para nada a su hermano.     - Ya veo –respiro profundamente regañandome por esperar algo más.     - Es evidente que aún no superas el tema de Evan, ¿Qué pasaría si él aparece ante ti? ¿Alguna vez lo has pensado? –sus ojos me miran fijos, buscando respuestas que no tenía. Todas las preguntas de Estela las había imaginado mil veces en mis sueños. A las cuales siempre tenía la misma reacción: saltarle a los brazos y perderme en sus besos. Todo el odio y la decepción se convertían en amor al tenerlo frente a mí, siempre y en cada sueño ocurrió lo mismo.     - No me buscó en tres largos años Estela, ¿Por qué lo haría ahora? –pregunté con cierta tristeza en mis ojos.     - No sé –la pelirroja se encoge de hombros, captando el malestar que me causa hablar sobre él. Por la noche, la llamada de Saúl me sorprende, estaba esperándome en su auto. Al salir encuentro a Estela junto a Austin, aún me afecta mirarlo directamente.     - Andrea, hola –saluda Austin agachando la cabeza     - Hola, Austin. Estela nos vemos mañana –lanzo un beso a la pelirroja antes de subir al auto negro estacionado. Noté una cierta intriga en la mirada de Austin, tal como en la fiesta. Era como si quisiera decirme algo, algo que no debe.     - Andrea ¿Cómo estás? – Saúl hace una seña a su chofer para que avance.     - Hola. Muy bien– estaba distante, algo le molestaba.     - El viernes tengo un evento en el hotel Hilton ¿te gustaría acompañarme? - enarca una ceja en su inexpresivo rostro.     - ¿El viernes? –rueda los ojos por mi mala manía de repetir sus palabras     - Andrea ¡por favor! –se exalta ante mi falta de atención.     - Sí, claro -contesté tartamudeando y volteé la mirada a la ventana. No sabía el porqué de su tan mal humor, me sentí pequeña e insegura ante sus palabras. El brillo de mis ojos evidenciaban las ganas contenidas de llorar. Un profundo silencio nos acompañó de camino a mi departamento.  Al abrir la puerta del departamento, el cuerpo se me tensa al sentir sus manos enlazadas en mi cintura.     - Lo siento. –Susurra a mi oído. Ocasionando una humedad entre mis piernas. Voltea tan fácilmente de mí, reclamando mis labios con fuerza. Me quedo quieta al sentir el estremecimiento de mi cuerpo, que en vez de rechazarlo solo querían más de él. Sus manos entran por mi blusa zafando audazmente mi sostén y me levanta en vilo, obteniendo como respuesta mis piernas aferradas a su cintura. Su respiración se va acelerando al igual que la mía al sentir su aliento en mi cuello mientras avanzamos lentamente hasta la cama.  Una calentura invade todo mi ser, mis manos tiemblan al quitar de su camisa y cuando lo hago me aferro a su espalda. Caemos sobre la cama, sus labios me besan con demencia y sus manos quitan mi blusa en automático. Siento su cuerpo sobre mis pechos y el placer es un más fuerte. Logro deshacerme del botón de su pantalón y mis piernas ayudan a quitarlo liberando su excitada hombría. Baja de mis pantalones con facilidad y nuestras miradas se encuentran. Sus ojos muestran un deslumbrante brillo producto de la excitación al acercarse a mis pechos. Introduciendo sus dedos en mí un choque de electricidad me recorre, solo consigo jadear con más fuerza disfrutando al sentir sus cabellos en mis manos. Ymi tonto corazón late aún más rápido. Arqueo la espalda hacia atrás con un fuerte gemido en mis labios al sentir su brusco ingreso y su ronco gemido. Sus movimientos son suaves, pero mi cuerpo exige más. Muerdo de sus labios, moviendo mis caderas para aumentar las estocadas..   — ¿Te gusta? –susurra con esa voz ronca que me excita. La respuesta correcta es "me encanta" pero las palabras no salen de mi boca. Mis manos se aferran a su ancha espalda  al sentir una onda de calor  provocada por sus fuertes embistes. Sus músculos se tensan ahogando sus gemidos en mis labios y su pecho se mueve rápidamente. Me encanta sentir la transpiración de su cuerpo, sé que he sido la causante.  Trato de controlar mi respiración mientras él se funde en mí. Una boba sonrisa invade mi cara, olvidándome por completo del tono de sus palabras. … “Mañana a las ocho” Es lo que dijo Saúl antes de marcharse. Sé que el evento de la noche es una de las presentaciones más importantes para empresa Maxwell, con quien Saúl tiene negocios. Sin embargo asistir con él significa que todos me conozcan como su nueva novia.  Eso me tiene preocupada, no quiero ser recordada como una más de sus salientes.     - Adelante – la presencia de un mensajero me toma por sorpresa     - ¿Señorita Andrea Mertz? – pregunta el joven, con una pequeño paquete en las manos-     - Sí, soy yo     - Esto es para usted. Firme aquí, por favor –me entrega la caja, firmo el documento y se retira.     - Andrea ¿Que tiene esa caja? – aparece la pelirroja contenta     - Eso trato de averiguar –retiro la cinta con la que está envuelta y abro dicho paquete     - Es de Saúl –la pelirroja lee la tarjeta-. ¡Monga es un vestido! –dice con la boca abierta de la sorpresa     - Entonces… -mis mejillas estaban rojas-     - ¡Dime algo! ¿A dónde te llevará?     - Me invitó a un evento esta noche –sonreí     - ¡No puede ser! Niña... – sus manos tomaron sus mejillas apretándolas un poco fuerte de la impresión- con este vestido te verás fabulosa. Mañana te veré en todos los periódicos de la ciudad. ¡OH vaya!     - Eso me preocupa. Sabes que no me gustan esas cosas –     - Tendrías que haberlo pensado antes de enredarte con él –su advertencia era cierta, él atraía esas cosas , prensa, chismes, murmuro entre otras cosas más-. Pero eso sí, al estar a su lado te verán como una diosa. Imagínate del brazo del mismísimo empresario, del perfecto Saúl Mendoza. Serás la envidia de medio país –se mofaba moviendo sus manos como si todo fuese un gran espectáculo.   Tenía miedo de presentarme a su lado, no solo por los comentarios que empezarán a circular por casi todo el país, sino por mí. No estaba preparada para afrontar a la prensa, si me preguntaran que relación tenía con Saúl no sabría qué contestar. Me preocupaba la reacción de mi jefe y de mi familia aunque estaba lejos de ellos sabía que se enterarían. * Para la noche, salí de la oficina y tomé un taxi en dirección a mi casa. 7:30 pm: estaba casi lista. El hermoso vestido color azul acero, de escote profundo en la espalda y hombros descubiertos, era hermoso y delicado. Su corte sirena, realzaba perfectamente mi figura tal cual un reloj de arena. Los zapatos stilettos plateados imperceptibles por el largo del vestido. Mi cabello a manera de desorden recogido a un costado con un flequillo, se ve formal y relajado. Completé mi atuendo con unos aretes triangulares plateados, y pinté mis labios carmesí. 8:00 pm: Suena el timbre. Abro la puerta. Saúl con su elegante traje negro e impecable camisa blanca se veía espectacular.     - Te ves hermosa – su excitante mirada de seductor posa sobre mí.     - ¿Estoy bien? –dije con una sonrisa boba en mis labios intensificando el color de mis mejillas.     - Tanto que quisiera quitarte ese vestido – pasa su mano por mi cintura, hasta mi trasero -. Pero... debemos irnos – aspira profundo.     - Ah… tengo algo para ti -Saca de su terno una caja, cuando la abre retira un hermoso collar. Lo pone sobre mi cuello y besa de él -Un escalofrío recorre mi cuerpo.     - Ahora luces aún más hermosa – toma mi mano y salimos.  Saúl baja rápidamente del auto para abrir mi puerta y estira su mano para tomar la mía. Caminamos hacia la entrada del Hotel y las puertas se abren para poder ingresar, el lugar estaba lleno de personas poderosas que lucían tan bien como Saúl. Los periodistas y fotógrafos  trataban de captar un minuto de su tiempo para las entrevistas mientras los camareros los esquivaban llevando audazmente en sus charolas copas de champagne. Cuando intentamos avanzar en el inmenso salón, se nos acerca una periodista.     - Señor Mendoza, ¿nos permite una pequeña entrevista? -  una hermosa reportera del canal Style consultaba, observándome con detenimiento.     - Claro, adelante.     - Primero nos podría decir ¿Quién es la hermosa dama a su lado? –Saúl soltó su sonrisa arrogante.     - La señorita aquí presente es Andrea Mertz, mi novia – por un momento pensé que era un sueño.  Mi boba sonrisa, acaparaba casi toda mi cara. Sus ojos se posaron en los míos y jalando de mi mano me besa. El suave roce de nuestros labios me bastó para confirmar que ese hombre me encantaba. Ante el asombro y desconcierto de los presentes contestó solo dos preguntas más sobre nuestra relación.       - Ahora si nos disculpas, tenemos que continuar –salimos del ángulo de la reportera pero las fotografías nos seguían, al parecer estaríamos en las portadas de los diarios. Y así me presentó con sus colegas y socios, como su novia. Era interesante la mirada que ellos posaban sobre mí, hacía que Saúl tomara con más firmeza mi cintura.     - Miren quien llegó… el hombre de la noche –replicó una voz detrás de nosotros     - Alejandro Ramírez – resopló Saúl entre dientes. Volteamos a mirar     - Saúl Mendoza, vaya sorpresa. Y ¿ésta hermosa dama? – sus ojos me recorren por completo.     - ¡Es mi novia! –vi el ajuste en su mandíbula. No le agradaba como ese hombre me miraba y su presencia le molestaba.     - Vaya, vaya, vaya. Es muy hermosa – su tono me molestaba. Trató de acariciar mi rostro pero Saúl detuvo su atrevimiento.     - ¡Ni te atrevas! –la mirada fulminante de Saúl detuvo al hombre.     - ¡Vaya! El gran Saúl Mendoza es un hombre celoso –agregó en tono sarcástico-, solo era un elogio para la señorita –ante la mirada de Saúl me tiró un guiño Me quedé muda ante el proceder del hombre, pues fue una completa desfachatez.     - Te agradecería que mantuvieras tus manos lejos de ella, incluso si pudieses, hasta tu presencia sería mejor –su sonrisa altanera aparece-. Si nos permites debemos continuar. Los fotógrafos continuaron sobre nosotros, preguntándonos sobre nuestra relación. Directamente a él y otras a mí. Y después de saciarse de nuestras respuestas, empezaban con sus interrogantes sobre los negocios de Saúl. Dejé a Saúl unos minutos para ir al baño. Al regresar pude sentir los ojos de  ese tipo siguiéndome.     - Andrea, ¿Acaso me tienes miedo? – Alejandro disfrutaba de fastidiar a las personas.     - ¿Por qué tendría que hacerlo? –lo miré con fastidio, tratando que me dejara en paz-. Sé defenderme muy bien –hice una mueca de autosuficiencia     - Por lo visto Saúl te contagió su sardónico buen humor –me miró con soberbia.     - Si me disculpas, me están esperando –le lancé la misma mirada. Avanzando unos pasos.     - Ojalá y no termines tan mal… como las anteriores –ignoré por completo su comentario y seguí.     - ¿Andrea? –una voz detuvo mi caminar. Sin embargo no me atreví a mirar -¡¿Andrea?! Reconocía esa voz, la podría reconocer entre la multitud.     - ¡Andrea! –insistía, hasta que se puso frente a mí. Levanté la mirada lentamente, subiendo por el impecable smoking negro hasta su rostro.     - E… Esteban –balbuceé, sus ojos verdes seguían tan lindos como los recordaba.     - ¡Qué bueno verte! –su abrazo me estremeció, mis músculos se tensaron de inmediato-. Estas hermosa –sus ojos reflejaban felicidad. El hermoso rubio de mirada cálida no había cambiado nada.     - Esteban, que bueno verte –parpadee más de cinco veces para poder descartar que era un sueño.    - Qué coincidencia, dime ¿Quién es tu acompañante? – Ni bien terminó de hablar Esteban una mano se posa en mi cintura tirando de mí suavemente.     - Ella viene conmigo –Saúl con la mirada arrogante interrumpió- Soy Saúl Mendoza, tú debes ser Esteban Montreall.     - Así es, un gusto – estrecharon sus manos-. Soy un viejo amigo de Andrea –la mirada de Esteban estaba fija en Saúl.     - Esteban ¿Qué haces aquí? –sonreí torpemente por los nervios.     - Estoy a cargo del área de marketing de la empresa Maxwell, el anfitrión del evento –informó.     - ¡Oh! Felicitaciones Esteban. Qué buena noticia –tomé su brazo para felicitarlo, el rubio me sonríe.     - Gracias Andrea. Saúl quien permanecía estoico, a mi lado. Solo observaba minuciosamente nuestra conversación o más bien nuestras acciones.     - Saúl Mendoza, que honor tenerte aquí –Trend Maxwell lo saludaba, un viejo amigo de Saúl y organizador del evento. Éste se volteó a saludar llevándome consigo, apartándome de la mirada de Esteban. El rubio quedó a un lado de esto.     - Trend el honor es mío –estrechó su mano.     - Vaya, tú siempre bien acompañado ¿Quién es la bella joven? – Trend observó de pies a cabeza mi atuendo.     - Es mi novia, Andrea –el tono fuerte de Saúl, sorprendió no solo a Trend sino también a Esteban.     - Espero que ahora sí te cases, es una belleza esta chica – casi y ruedo los ojos por sus sarcásticos comentarios; no por lo de bella, porque si me consideraba bonita pero que se casara conmigo… ¡¿Cómo si no lo conocieran?! Sin embargo seguí sonriendo. Entablaron una conversación de negocios y simplemente me sentí un poco fuera de lugar.     - Andrea, ¿Me permites?  -interviene Esteban,     - Si claro. Si me disculpan -agaché la cabeza en señal de disculpa y avancé.     - Andrea ¿Podría tomarte unas fotos? – me sorprendió su pregunta.     - No me agradan mucho las fotos, lo sabes –     - ¡Oh, Vamos! – su mirada pícara me convenció Se acercó un fotógrafo, al parecer de la misma empresa.     - Bruno te tomará algunas fotos, por favor quédate ahí –señalaba acercándose al susodicho.     - ¿Podrías ponerte de espaldas Andrea? Y mira sobre tu hombro izquierdo –indicaba Bruno- tu mano en la cintura. – los flashes empezaron a destellar, Las fotos nunca me habían gustado y menos ahora con las exigencias de Bruno. Agradecí cuando Esteban interrumpió el hecho.     - Bruno por favor, revisa las fotos y me avisas –le indicó     - Sí, tenemos muchas que pueden servir –afirmó Bruno mirando su cámara –¡Excelente! Gracias Andrea, nos vemos –y salió caminando por el gran salón.     - Las fotos… ¿Para qué las necesitas? – miré a Esteban intrigada     - El modelo de tu vestido es de nuestra actual colección y lo luces perfectamente. No podía dejarlo pasar –levanta los hombros sonriendo-. ¿Cómo has estado? –cambió el semblante de su rostro por una sonrisa cálida y arrepentida.     - Pues… bien, ¿Y tú? –bajé un poco la mirada, no sabía si de lo patética que era mi vida o porque estaba tan avergonzada por lo sucedido entre nosotros.     - Muy bien, ya ves –sonríe- ¿Cómo llegaste a tener una relación con Saúl? – pregunta     - Es una larga historia, otro día te lo contaré –sonreí     - ¿Podrías darme tu número? Para hablar otro día –sonríe pícaramente-. No le agrada la idea de tenerte lejos –hace una mueca en dirección a Saúl- y menos conversando con alguien más – puse una mano en mi boca para evitar reírme de su comentario.     - Será mejor regresar –le di mi número. Se despidió con un beso en la mejilla, dejando un color rojizo impregnado en mi rostro. La mirada de Saúl estaba fija en nosotros. Estaba segura, de acabar su tonta conversación con Trend me tomaría del brazo y me alejaría de Esteban. Y más ahora que me había presentado como su novia. No sé si lo consideraría celoso pero estaba segura que la palabra exacta era posesivo. Sin embargo, mi corazón empezaba a latir más a prisa por él. Me acerqué nuevamente, y Trend se despide.     - ¿Tan importante fue tu conversación con Esteban Montreall? – pregunta tomando una copa más de champagne, sin perder su gesto altanero pero frunciendo ligeramente el ceño.     - ¿A qué se debe ese comentario? –lo miré fijamente     - La felicidad en sus ojos es muy obvia –se encoge de hombros con aires de soberbio     - ¿Acaso estas celoso? –cuestioné enarcando una ceja-     - ¿Debería? – su sonrisa altanera aparece-. No lo creo -besa suavemente mis labios. Un bochorno aparece entre mis piernas- Eres mía Andrea –fija sus inescrutables ojos en los míos.     - Vámonos de aquí, ya fue suficiente tiempo en esta reunión –ordena     - Pero está por comenzar –detiene su paso. Acabándose la copa en sus manos. La voz del presentador se hizo presente, invitando a todos y cada uno de los presentes a formar parte del gran desfile de moda de Maxwell, exhibiendo su próxima colección de ropa y accesorios. Para cuando terminó el desfile, las conversaciones con sus colegas prolongaron nuestra estadía en el lugar. Estaba bebiendo más de lo normal, brindando una y otra vez con Trend. El susodicho daba por finalizado su exitoso desfile y solo quería festejar. Pasaba la medianoche, cuando Saúl decidió que era momento de marcharnos. Al subir al auto, le hizo una señal al chofer y  un vidrio templado negro separó el ambiente del chofer con el nuestro.     - Andrea, ¿Qué te pareció la fiesta? –me mira.     - Nos fue bien, pero… mañana me espera un largo día con Daniel –le comenté-. No será de su agrado la noticia –moví la cabeza     - No te preocupes por eso. Sé cómo manejarlo –me regala un guiño y se acerca bruscamente. Sus manos quitan el cinturón de seguridad y tirando de mi brazo me sienta sobre sus piernas, su sonrisa altanera aparece. Acaricia mis mejillas con el dorso de su mano y un incontrolable escalofrío recorre mi cuerpo.     - ¿En dónde te quedaste? –su seductora sonrisa increíblemente sexy aparece- ¿celos?     - Saúl estamos en el auto y bebiste –estaba nerviosa tratando de controlar el movimiento de sus manos bajando por mi espalda hasta mi trasero. - ¿Y? ¿Hay algo de malo? -sus labios muerden mi labio inferior –maldito vestido – escuché replicar, pero al instante sus manos encontraron el pequeño cierre en uno de los lados del vestido y lo bajaron con desespero.     - Saúl, estamos en tu auto. –susurré con vergüenza- La sensación tan demandante de sus besos me excitaba, una de sus manos acariciaba mi pecho y la otra insistentemente mi trasero, como si con eso la ropa desapareciera. La sensación de humedad era cada vez más fuerte. Baja del vestido por los hombros y éste cae hasta mi regazo. La libertad de mis pechos ruboriza mi rostro.  Separa sus labios de los míos, para apreciar mis pechos y se sumerge en ellos. Mis manos avanzan directamente a sus cabellos, despeinándolos en el acto mientras aprieto mis rodillas intentando controlar el deseo. En un ágil movimiento levanta mi cuerpo bajando por completo mi vestido. — Te deseo, aquí y ahora –susurra Ayuda a levantar mis piernas colocándolas en ambos lados de su cintura. Toma mis labios con frenesí, y sus manos bajan de su pantalón levantándome con él; muerdo sus labios ahogando un gemido cuando su evidente erección salta a la vista y recorro con mis manos su fuerte pecho. Invade mi interior con fiereza, e inicio el vaivén mordiendo mis labios tratando de ahogar los jadeos que me ocasiona. El movimiento se hace más rápido, siento que gime en mi cuello mientras mis uñas se incrustan en su ancha espalda.  Son evidentes las ráfagas de placer que recorren mi cuerpo, haciendo agitar mi respiración. Sus manos tocan mis nalgas moviéndolas bruscamente y disfruto de su roce, de su exigencia.  Arqueo la espalda al sentir el punto máximo de placer y mis piernas tiemblan, el corazón se acelera y mi boca busca oxigeno. Sus manos toman mi rostro guiándome a sus labios, mueve de mí con facilidad hacía arriba y abajo, empiezo un movimiento rápido siento sus gemidos ahogarse en mis hombros mientras los suyos se tensan, su respiración se agita aún más al moverme tan exigente y logra que un segundo orgasmo se apodere de mí. Esta vez no puedo controlar mis gemidos acompasados con los suyos, explotan tan abruptos por la sensación. Se deja caer sobre el respaldar del asiento y yo caigo en su pecho, con su mano abrazándome tiernamente. Sentirme tan bien sobre su pecho, protegida entre sus brazos, rodeada en ese cálido abrazo y sus besos tan sublimes, otorgaron una inmensa paz a mi sosegado corazón. En ese momento nada dolía, la angustia desapareció, el dolor en mi alma se había calmado, todo estaba en paz y mi corazón tranquilo. Solo percibía las agradables sensaciones que su cuerpo transmitía al mío, ignorando por completo esas peligrosas mariposas en mi estómago, como alerta de que este juego no era para mí. Sin embargo ya era tarde, lo deseaba y deseaba aún más de él. 
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