Familia

4006 Words
Sabía que la noticia de nuestro romance estaría en boca de todos en pocas horas y tendría que enfrentar las consecuencias, en mi trabajo: el hecho de tener una relación con un cliente no sería bien visto por Daniel, mi jefe; y con mi familia (a pesar de estar lejos de mis padres, ellos siempre están pendientes de mí) El sonido del celular me despierta. Aún somnolienta miró la pantalla, era Estela.     - Estela aún es de madrugada –dije soltando un bostezo, aún acostada.     - ¡¡Mongaaaa!! Te estoy mirando en la portada de los periódicos –gritaba emocionada     - ¿¡Ahh!? –mis ojos se abrieron por la sorpresa.     - En serio, Andrea. Estas en todos los medios, no solo por Saúl –hablaba tan rápido que era imposible entenderle     - Estela, no te entiendo –repliqué confundida     - Estás en la portada de la revista Styles pero no por Saúl –gritó-     - Entonces…     - ¡¡Como una de las modelos de Maxwell!! –     - ¿¡¡ QUEEEEE!!? – grité levantándome de la cama inmediatamente. Busqué en mi celular las noticias del día, y efectivamente, la foto que Bruno me tomó estaba en la portada de la revista Styles. Y una segunda nota donde señalaban mi relación con Saúl Mendoza.     - ¿Andrea estás ahí? –la voz de Estela salía del celular, aún no cortaba la llamada.     - Sí, aquí estoy –estaba en shock     - ¡Despierta Andrea, esto no es un sueño! Llega temprano a la oficina. Te dejo, besos – colgó inmediatamente. No sabía a qué se refería con ir a la oficina, si ese sábado no tenía ninguna reunión programada. Solo hasta ver el mensaje de Daniel comprendí. Estaba preparada para la noticia de mi relación con Saúl pero ¿Maxwell? ¿Es en serio? Esteban era el único culpable de eso. Aunque no sabría si odiarlo o agradecerle. Cuando llegué al Banco, fui directamente a la oficina de Daniel.     - Hola Daniel ¿Querías verme? –     - Andrea, adelante toma asiento –señalaba la silla.     - No me gusta inmiscuirme en tu vida privada, lo sabes –enarca un ceja-. En todos estos años no he tenido quejas sobre ti y eso ayudó a que logres un ascenso. Pero… -ahí llega el increíble pero- sabes perfectamente que todo tipo de relaciones personales deben mantenerse lejos del trabajo.     - Acabo de enterarme sobre tu relación con el señor Saúl Mendoza por una nota en el periódico; por lo tanto se retirará su cuenta de tu cartera. –sonríe, me había preocupado tanto y Daniel se lo había tomado tan tranquilo-. Ahora con respecto a Maxwell, mientras no interfiera con tus horarios de oficina no habrá problema si continúas como su nueva modelo o lo que desees. Al parecer Saúl había hecho uso de su poder, porque no podía creer lo bien que se lo tomó Daniel. Estaba tan sorprendida.  ,  Lo único que cambiaría era el hecho de no ser más, la asesora de las cuentas de Saúl, las cuales me generaban un fuerte ingreso a fin de mes.     - Para el próximo sábado tenemos una reunión con un nuevo socio, te podría interesar –sus dedos se entrelazaron como señal de un buen negocio.     - Me gustaría tomarla –lo miré decidida.     - Entonces el sábado a primera hora –enarca una ceja     - ¿Cuál es el nombre del cliente? –pregunté anotando la cita.     - Eso te lo diré el mismo día –sonríe con cierta malicia.     - Bueno, me retiro –era la primera vez que Daniel no me brindaba el nombre del socio, lo cual me parecía muy extraño. El no saber con qué tipo de persona trataría era como ir a una batalla sin escudo. Cómo trataría de persuadir si no conozco sus intereses, sus gustos o incluso sus hábitos de compra.  Estaba claro que haría lo que fuese por conseguirla, sin embargo una inquietante sensación me embargaba como una señal ante lo que se avecina. Al salir de la oficina de Daniel, Estela estaba en su oficina con la puerta entreabierta, atendiendo una llamada, la cual colgó inmediatamente ante mi presencia.     - ¡Vaya! ¡Señorita Maxwell! –exclamó feliz la pelirroja.     - Estela, no me llames así –me quejé     - Cuéntame ¿Por qué está tu foto en la portada? –apoyó sus codos sobre el escritorio     - Fue… por un viejo amigo –resoplé sentándome sobre la silla frente a ella.     - ¿Qué amigo es ese? Tan poderoso como para poner tu foto en la portada de una revista –se quedó quieta pensando     - ¿El encargado del área de marketing? –     - ¿Esteban Montreall? –sus ojos se abrieron de la sorpresa.     - Así es. –asentí     - ¿Ese hermoso rubio es tu amigo? – solo asentí confirmándolo.     - Él es un bombón – rueda los ojos- no entiendo como no te das cuenta del tipazo que es… - suelta un suspiro al notar mi impertérrito rostro- ¿Te dijo algo Daniel?     - Poco le faltaba felicitarme -mofé     - ¿En serio? Seguro Saúl ya se encargó de solucionar ese problemilla –se encoge de hombros –es tan fácil para él. ¿No te ha llamado?     - ¿Quién? -     - Saúl pues –hace una mueca de fastidio por mi falta de atención- Para preguntarte por las fotos  -negué moviendo la cabeza. Y  hablando de rey de roma éste que se asoma… no.. solo es una llamada de Esteban en mi celular. Miré fijamente el celular. Había algo dando vueltas en mi cabeza, algo inexplicable. Una sensación de vacío se apoderaba de mi vientre el cual cubrí con fuerza como si tratase de mantener algo adentro. Esa sensación no me dejaría tranquila, algo estaba por suceder pero no estaba segura si podría soportarlo.  * Accedí reunirme con Esteban en las oficinas de Maxwell, tenía una propuesta interesante para mí, o eso fue lo que él me informó durante su llamada. Mientras camino hacia la recepción del lugar miro el celular una vez más, revisando si tenía una llamada de mi madre o de Saúl pero no, no había nada.     - Buen día, con Esteban Montreall –saludé a la joven recepcionista     - ¿Usted es? –sonríe ampliamente dejando de lado su llamada.     - Andrea Mertz – apretó un pequeño botón rojo sobre su escritorio     - ¡Oh! Disculpe señorita Andrea –un joven se acercó- por favor siga al joven, la llevará con el Señor Montreall.     - Gracias. Las empresas Maxwell era una de las mejores y más reconocidas empresas de moda. Sin duda el estar entre sus modelos significaba mucho, entre fama y dinero. Cosas que sin duda  no estaban como prioridad en mi vida.     - Por aquí por favor –indicaba el joven, abriendo la puerta del estudio de fotografía.     - ¡Andrea! Por fin llegas – Esteban se acercaba sonriendo cálidamente.     - Hola Esteban, Hola Bruno –saludé con un beso en la mejilla a los mencionados     - ¿Qué te pareció? –enarca una ceja sin dejar de sonreír, orgulloso por ello.     - Sinceramente, no lo esperaba –se ríen     - Tengo una excelente propuesta para ti –me apunta con ambos dedos, regalándome un guiño-. Si me disculpas, tengo que recogerlos de mi oficina –se dirige a la puerta-. Dame un minuto –asentí Bruno se quedó a mi lado, conversando de algunas fotos que planeaba tomar con los nuevos diseños de la temporada. Mostraba a detalle cada una de las fotos del evento, una mejor que la otra.   El retumbar de la puerta nos interrumpe. Una chica alta de cabello n***o lacio, ojos achinados y nariz respingada aparecía. Podría reconocer ese rostro, es...     - ¡Karen! –saluda Bruno     - ¿Tú? – sus ojos se abren de par en par en su pálido rostro al notar mi presencia. Tardó un minuto en recobrar el aliento para caminar lentamente hacia mí- ¿Q… Qué haces aquí? ¿P… Por qué apareces ahora? – sus palabras se entrecortan, puedo notar el temblor en sus labios     - Karen, ¿Estás bien? –Bruno se acerca al notar la palidez en su rostro que se va transformando en una mirada amedrentadora. A pesar de que las cosas son diferentes ahora, entiendo perfectamente cómo se siente Karen, mi presencia para ella significa una amenaza a su relación con Esteban, el miedo y odio reflejado en sus ojos como si mirase a su peor pesadilla, como si estuviera frente a un depredador y ella solo intenta proteger a su cachorro. Y es que una vez, fui la causante de la separación de esos dos sin saberlo. Sin embargo al enterarme de su existencia en la vida de Esteban y de su amor incondicional por él, no dudé en que el rubio la merecía. Para ser sincera sabía que Esteban a pesar de declararme su incondicional amor, sentía algo por aquella chica, en ese entonces su asistente. Es que nadie guarda un objeto sin que tenga un significado especial en su vida.   Y meses después lo confirmaría, al enterarme de su relación. Fui feliz por él. Se merecía ese amor recíproco, ese amor anhelado por muchos, ese amor tan difícil de encontrar. Estaba segura que el encantador rubio ya no me pertenecía más, yo solo formaba parte de su pasado, un pasado doloroso y tormentoso.     - ¡Karen! – Esteban toma del brazo a Karen y la abraza, mirando fijamente sus ojos. Ahí comprendí como la mirada de amor de Esteban lograba infundir confianza y tranquilidad en ella. Como una vez lo hizo en mí.     - ¿Qué hace ella aquí? – balbucea      - ¡Lo siento! –susurré con suavidad, una lágrima cae por mi mejilla. Me sentí presa del pasado nuevamente, un dolor recorría mi corazón. Mis manos fueron a parar sobre la parte baja de mi abdomen, nuevamente. Esa manía era una manera de mantenerme de pie, fuerte ante las circunstancias adversas de la vida, de recordarme que aún estoy completa y estoy bien.     - Andrea ven por aquí por favor. Necesitamos hablar… -Acotó Bruno al entender perfectamente la escena- toma esto –entregaba un vaso con agua. Respiré profundamente contando hasta 10 para recobrar la compostura. Observé a Karen y estaba sonriendo nuevamente , perdida en la mirada de su rubio novio y embelesada en su cálida sonrisa. Continué conversando con Bruno quien intentaba convencerme de posar nuevamente para él.     - Lo siento –la voz de la pelinegra me hace girar en mis talones hasta tenerla frente a mí-, no quise… tú sabes… reaccionar de esa manera.     - No te preocupes, entiendo perfectamente tu posición – le sonreí comprensivamente. Y su respuesta fue igual de sincera. La charla se prolongó un poco, Esteban con ayuda de Karen me convencieron de firmar un acuerdo realmente beneficioso. Dejándoles claro el limitado tiempo libre del cual podría hacer uso para las sesiones fotográficas. Sin embargo una de las condiciones principales consistía en asistir a las los eventos de la empresa con un vestido de la temporada. Lo cual me agradó, pues asistiría encantada en compañía de Saúl. Supongo que no se negaría ¿o sí? No lo sé, aún no tengo noticias suyas. * Por la tarde “Andrea paso por ti a las 5:00pm.” Recibido De Saúl    - exclamé al leer el mensaje de Saúl. “No estoy en casa” Enviado “Me envías la dirección y podré recogerte” Recibido – sonrío al imaginarlo rodando los ojos.   Salí de la cafetería de Caro corriendo al escuchar al otro lado del teléfono: Estoy afuera.     - Adiós amiga, ¡que lo disfrutes! – grita Caro, con una sonrisa maliciosa al verme salir. Al entrar al auto, Saúl se veía tan encantador con esa sonrisa arrogante impresa en sus labios dentro de su  perfecto y sensual rostro. Es inevitable el revoloteo de mariposas en mi estómago o incluso el acelerado movimiento de mi corazón que parece querer hacerse notar a través de mi pecho. Y como siempre hace una señal al chofer para avanzar y el vidrio templado n***o aparece entre nosotros.     - Toma una revista con mi foto en ella- Luces hermosa en esa foto… -me mira con una sonrisa autosuficiente- aunque… estabas espectacular sin ese vestido –muerdo mi labio conteniendo las ganas de besarlo. Toma mi mano, pero esta vez no es él quien me jala hasta su regazo. Soy yo quien voluntariamente me lanzo sobre él, embelesada por su seductora sonrisa y por ese tono tan ardiente con el que me dice –implícitamente- me desea. Sus besos devoran mis labios, su lengua invade mi boca ansiosamente, sus grandes y suaves manos se aferran a mi cuerpo en un abrazo. Mi respiración se acelera deseándolo más que nunca y acaricio sus cabellos, tan suaves y sedosos. Me separo de sus labios y lo miro fijamente a los ojos, percibiendo un brillo sin igual y su sonrisa imperturbable me toma por sorpresa. Mantiene nuestros cuerpos juntos y me besa tan suave, como nunca lo imaginé. Acaricia mi mejilla con el dorso de su mano una y otra vez, aumentando el revoloteo en mi estómago. Siento mi rostro tan caliente mientras disfruto de aquel beso tan cálido, tan sincero, casi un beso de amor. Me siento tan pequeña entre sus brazos, es una sensación de protección que emana su cuerpo y lo disfruto tanto como la boba sonrisa en mis labios lo demuestra.     - ¿Tienes algún plan para mañana? –besa mi frente     - No. ¿Tienes algo importante que hacer? –pregunté levantado la mirada para observar su rostro.     - Claro que no. Solo… -tensa su mandíbula- mi familia quiere conocerte ¿Me acompañas?     - ¿Tu familia? –esperaba que rodara los ojos por mi comentario sin embargo se limita a asentir- S… Sí claro. No esperaba nada por parte de Saúl, los términos de nuestra relación fueron claros. Pero ahora él estaba cambiando todo, alentando mis esperanzas de ser algo más importante en su vida, comenzando por el hecho de presentarme como su novia ante sus amistades y ahora ante su familia. Estaba tan nerviosa por la idea de conocer a sus padres y a su hermana. ¿Ellos serían igual de fríos que él?, ¿si no les agrado? Y ¿si piensan mal de mí por ser mucho más joven que Saúl? Miles de preguntas me atormentaron esa noche, estaba insegura ante lo que sucedería. …   A la mañana siguiente, cuando desperté pude contemplar su hermoso rostro a mi lado. Su sexy manzana de Adán que tantas veces me sedujo durante nuestras reuniones, su perfecta mandíbula, sus sexys labios, su nariz respingada y su cabellera castaña un poco alborotada.     - Si continuas mirándome de esa forma pensaré que no tuviste suficiente anoche –abre sus hermosos ojos avellana. Y los colores suben a mi rostro al ser descubierta. Mi corazón late tan apresurado como siempre ante su presencia que ya lo consideraba normal. Tomé una ducha con agua fría tratando de controlar mis nervios y reajustar mi semblante. Cepillé mi castaño cabello largo hasta mis pechos, maquillé suavemente mi rostro y me puse el vestido n***o estampado con flores blancas. Un vestido cocktail de cuello alto sin mangas, en un corte A, largo hasta la rodilla. Saúl usaba un traje azul marino, ajustado perfectamente a su fornido cuerpo. Su apariencia era como un modelo de revista, tan atractivo y arrogante. Aspirar su fragancia me envuelve en un sinfín de sensaciones. Salimos enseguida ya que el lugar estaba un poco lejos de la ciudad.     - Hemos llegado – dijo, estacionando el auto en un lado del enorme jardín. No podía controlar mis nervios y mis manos empezaron a temblar, el pánico se estaba apoderando de mí.     - Vamos, por aquí –toma mi mano con fuerza, brindándome la seguridad que tanto me hacía falta.     - Sí –sonreí     - Adelante –abre la puerta dejándome pasar     - ¡Llegaron! –se escuchó el grito dentro de la casa     - ¡Tío Saúl! -Gritaron dos pequeños niños.     - ¡Hola muchachos! ¿Cómo están mis campeones? –Saúl abraza a ambos niños. Era la primera vez que el rostro de Saúl no tenía esa sonrisa soberbia, sino al contrario, una sonrisa plácida y sincera se apoderaba de él al observar a los pequeños. Me encantaba poder conocer esa pequeña parte de él, donde dejaba de lado su orgullo por el amor a su familia.     - ¡Hijo! –una señora de ojos verdes y cabellos claros aparecía. Tan guapa y elegante como Saúl- ¡Qué bueno verte! –lo abraza.     - ¡Madre! –corresponde de la misma manera a su madre. Te presento a Andrea, mi novia –su madre me mira fijamente a los ojos     - ¡Así que tú eres quien se robó el corazón de mi hijo! –sonríe acercándose     - ¡Qué gusto conocerla! – estaba nerviosa, su cálido abrazo me toma desprevenida.     - Sarah, llámame Sarah o mamá si deseas –se ríe fuertemente al ver mis mejillas rojas por sus palabras.     - Soy Javier el padre de Saúl –un hombre alto, tan galante como Saúl y con unas canas en sus cabellos se presenta, estrechando mi mano con suavidad.     - Y yo soy Marissa, su hermana menor. Un gusto conocerte Andrea –dice, saludándome con un beso en la mejilla.     - El gusto es mío, gracias por invitarme a su casa.     - ¿Y no me piensan saludar o qué? ¿Dejé de ser su hijo? –se quejó Saúl, bromeando. Miré plácidamente la escena, todos lo abrazaron y él estaba feliz de tenerlos cerca. Sus ojos brillaban como dos luceros en la oscuridad de la noche. Esos ojos almendrados tenían un brillo sin igual el brillo de la felicidad.     - Adelante, pasen están en su casa – su mamá nos llevó hasta el otro lado del jardín, donde estaba el comedor.     -  Siéntense, necesito saber detalles de su relación     - Mamá por favor, no empieces –se quejó Saúl.     - Tengo todo el derecho a saber cómo es que esta bella señorita se enamoró de un hombre tan complicado como tú –sonreía Sarah- ¿no es así Andrea? –lanza un guiño cómplice.     - Nos conocimos gracias a mi trabajo en el Banco y a sus exigencias en los informes. Soy la única que podía controlar su encantador carácter – se ríen por el sarcasmo de mis palabras-     - Pensé que eras una modelo, por la portada de Maxwell –acota su hermana-     - ¡Vaya! Eres una chica inteligente y bella, una combinación peligrosa –exclama su padre     - Gracias – contesté sonrojada completamente     - Y ¿Cuánto tiempo llevan juntos? –     - Una semana mamá. Recién estamos saliendo –contestó parándose detrás de ella- es mejor que dejes el interrogatorio para después –besa la frente de su madre. Marissa mira sorprendida a su madre, quien se lleva a su hijo a otro lado de la sala. Y se acerca lentamente hasta mí.     - ¿solo una semana? –murmura sorprendida- ¿tan poco?     - Así es –moví la cabeza para confirmarle- ¿Por qué?-     - Jamás hace pública sus relaciones en tan poco tiempo y mucho menos las trae a casa –ríe como si hubiese contado un secreto.     - ¡La comida está sobre la mesa! –indicaba Sarah- vamos, ¡A comer! Las palabras de Marissa calan hondo en mi corazón, acelerando su ritmo aún más de lo que consideraba normal. Podía sentir las vibraciones de mis frías manos hasta la calentura de mi rojizo rostro. Observé a Saúl caminar pausadamente hacia mí… toma mi mano y me acompaña hasta la mesa del comedor.  Nuestra mirada permanece fija, esos ojos me seducen e hipnotizan como si no existiera nadie a nuestro alrededor; avanzamos tres lentos y tortuosos pasos y estamos frente a frente. Cierro los ojos al sentir su aliento tan cerca y sus labios toman los míos con suavidad. Se aleja rápidamente ante los comentarios de su madre sin embargo yo solo puedo escuchar el fuerte retumbar de mi corazón. La tarde fue estupenda. Su familia es muy cariñosa, muy contraria a lo que había imaginado. Disiparon mis dudas, los miedos pero sobre todo dejaron abierta la posibilidad de una relación real, donde los sentimientos intervienen, donde él me quiere.     - Mamá tenemos que irnos –se despedía Saúl- mañana tenemos que trabajar.     - Pero podrían pasar la noche aquí, mañana salen temprano para la ciudad –trataba de convencerlo     - Madre, lo siento. Andrea tiene una reunión importante…     - ¿Es verdad Andrea? –me mira con una mueca de tristeza- Podrían salir mañana a primera hora.     - Miré a Saúl disculpándome al no poderme negar una invitación de su mamá- Claro, podemos quedarnos –sonreí al ver la felicidad en la cara de Sarah Sarah toma unas copas de champán y me entrega una.     - Bueno ofrezco un brindis: ¡Por el gusto de conocerte Andrea! ¡Bienvenida a nuestra familia!     - ¡Salud! Estas muestras de cariño tan sinceras me alegraban el alma, el corazón y hasta la mente. Mi sonrisa boba se plasma en mis labios una vez más. Mi sonrisa, puedo confirmar, es sincera.     - Por aquí Andrea- la mano de Sarah me lleva hasta la habitación, Saúl nos sigue con ese porte soberbio.     - Ustedes pasarán la noche aquí –sonríe complacida- Saúl por favor, le indicas a Andrea donde están las cosas.     - Si mamá –resopla     - Que pasen una linda noche –esboza una sonrisa pícara ante lo que agregará-. Espero unos lindos nietecitos de tu parte Andrea – los colores se me suben al rostro de inmediato.     - Mamá… eso será más adelante.     - Bueno ya lo sabes –toma mi mano y lanza un guiño- por si se les escapa- se ríe sonoramente y se retira. Saúl movió la cabeza por los comentarios de su madre y cierra la puerta de golpe. La pulcra habitación decorada en tonos grises era de Saúl, la gran ventana frente a la cama tenía una hermosa vista del jardín de la casa. Saúl entra por una puerta a lo que sería el walking closet para alcanzarme un pijama.  Me concentro en buscar mi celular al sentir su vibrar.     - Iré a tomar una ducha – dijo al ver que quien llamaba era mi madre. Y así lo hizo.     - ¿¡Aló mamá!? – contesté feliz, sentándome sobre la cama     - Andrea, vi tu foto en el periódico. Tu padre está orgulloso alardeando con sus amigos –bromeaba.     - Mamá, qué cosas dices… -me reí emocionada.     - Es la primera vez que te escucho reír de esa manera hija… -su voz se entrecortó supuse que estaba llorando-. Leí la nota de tu… relación con ese hombre.     - Si mamá, estoy saliendo con Saúl –aspiré profundo     - Espero seas feliz hija, si es capaz de hacerte sonreír nuevamente, realmente me agrada. – su voz se entrecorta otra vez     - ¡Me parece un excelente tipo! -Escuché el grito de mi padre en el fondo Las fuertes risas se escuchaban a través del celular, sin embargo las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas. Esta vez no eran lágrimas de dolor, ni decepción eran lágrimas de felicidad y de amor. Después de mucho tiempo me sentía libre, me sentía feliz pero sobre todo me sentía bien conmigo misma. Me convencí que las cosas buenas pasan a su debido tiempo,  era el momento de ser mejor, era mi momento de ser feliz. Porque las cosas malas quedaron atrás, porque todo lo que soporté me hizo más fuerte y  porque… el amor inunda mi corazón nuevamente.
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