Llegamos al bungalow, entramos a la habitación, la hago sentarse en la orilla de la cama para agacharme y quitarle los zapatos. —¿Sigues enojado conmigo? —pregunta, haciendo un puchero muy gracioso. —No estoy enojado, solo que no me siento cómodo con la situación que estamos pasando, no me gustan las mentiras y todo lo de Conrad me rebasa —confieso. —Entiendo —suspira—. Antes de venir, tenía miedo de volver a verlo, enfrentarme al hombre del que creía estar enamorada y con el que iba a unir mi vida para siempre, me ponía nerviosa —exhala con pesadez—. Tengo que agradecerte el apoyo que me has brindado, sin ti, no sé qué hubiese pasado. —¿No has pensado que tal vez puedas perdonarlo? —cuestiono—. Cometió un error, pero se ve que te ama y podrían superar lo que pasó. —¿Tú crees?