Sara Cortés. El sábado siguiente como cada fin de semana desayunábamos en el jardín trasero junto a la alberca, esto lo hacíamos para pasar tiempo en familia y que mi suegra Emily tomara un poco de aire fresco. Pero este sábado era diferente porque Karla estaba con un maestro de natación, según ella preparándose para el viaje. Sus padres, Ernesto y yo la veíamos desde la mesa del jardín, ya no tardaba en llegar Ciro a acompañarnos y ya quería ver su reacción, estaba curiosa ante ese acto puesto que sospechaba que ellos se traían algo más que sólo amistad. Unos minutos más tarde Ciro nos dio los buenos días tomando asiento con nosotros. - ¿Ese maestro de natación me parece que es demasiado confianzudo? - exclamó Ernesto mirando fijamente hacía la alberca donde se escuchaban las risotadas