Jenny Parker. Leo me besa con ganas, su sabor me encanta y me hace jadear. Me rodea con sus fuertes brazos, aferrándose a mí, yo quiero un gemido inevitable. Le sigo el beso, que a cada segundo aumenta en intensidad y muerdo sus labios para alargarlo aún más. Necesitamos parar para recuperar oxígeno y así es como único la temperatura entre nosotros baja un poco. Apoya su frente en la mía y me mira a los ojos, con toda la sinceridad que lleva el momento. No dice nada, se queda así, mirándome. Pero yo no aguanto más y necesito romper el silencio. —No sabía que estabas ahí —digo, de pronto, haciendo un puchero— ¡Que vergüenza! Me tapo el rostro avergonzada y él suelta u a carcajada. —Fue tierno. Me gustó —farfulla, con una sonrisa orgullosa. —No me digas. De seguro piensas que estoy l