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Nunca juegues con Dominik Stone

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Blurb

Ariana cree que lo tiene todo; Amor, trabajo, estabilidad, amigas, una vida tranquila que disfruta junto a su pareja. Un día vuelve a casa pronto de trabajar y encuentra a Mike, su novio, con otra chica.

Le ha dado demasiadas oportunidades y decide que ya no hay más. Se muda lejos de Nueva York para comenzar de cero. Su camino termina en un pequeño pueblo rodeado de nieve. Allí hay un hombre igual de roto que ella. Necesita una maestra para su hija pequeña y gracias a una amiga, Ari consigue el trabajo. No todo es tan perfecto como parece al principio y puede que ame y odie a partes iguales a Dominik Stone.

¿Qué ocurre cuando el amor y el dolor se mezclan? ¿Cuando abres un camino sin cerrar otro?

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Prólogo
Ariana siempre salía contenta de trabajar. Tenía la gran suerte de poder vivir de algo que le apasionaba. Era profesora de primaria en un pequeño colegio, y para ella sus niños lo eran todo. Da igual que tuviera un mal día, era ver esas caritas sonrientes que corrían a abrazarla y se derretía. Hoy pensaba que saldría tarde porque tenía una reunión, pero a última hora la cancelaron, así que Aria paro en el super al lado del piso que compartía con su novio Mike para comprar algo para cenar. - ¿Cómo estás, Ari? - El dueño del pequeño comercio la conocía desde pequeña y la trataba como si fuera una hija más. - Bien, hoy me he animado a cocinar algo diferente - Sonrió tímidamente metiéndose un mechón de pelo tras la oreja. - Eso está bien. El anciano le tendió la bolsa con todas las cosas que había comprado y se despidió con un leve movimiento de mano. No estaba segura de si cocinar algo de pescado con verduras u otra cosa, y con ese pensamiento metió la llave en la cerradura e hizo girar la llave. Caminó diligente hacia la cocina donde dejó la bolsa sobre la encimera. Frunció el ceño y desvió la mirada hacia el perchero. Algo había llamado su atención. Deshizo los pasos y vió una rebeca negra. Al momento supo que no era de ella. Aria vestía con otro tipo de ropa mas preparada para batallar con niños. Caminó hacia la habitación con el corazón encogido. Sabía la fama que tenía Mike, sabía que la había traicionado en dos ocasiones y que ella lo había perdonado porque estaba completamente enamorada de él, pero jamás habría imaginado que podría volver a engañarla. Respiro profundo y colocó la mano alrededor del pomo de la puerta de su habitación. Cerró los ojos con temor de encontrarse algo que sin duda le rompería el corazón. Vamos, Ari,abre la puerta de una vez y afronta lo que sea. Giró el pomo y la abrió del tirón. La escena que se encontró la destrozó. Los ojos se le empañaron mientras que en la cama había dos cuerpos entrelazados por gemidos y susurros. - Mike - Musitó sin fuerzas. Su novio se giró hacia la puerta. Salto de la cama mientras buscaba los calzoncillos que habían volado hasta la puerta del armario. - No es lo que crees - Intentó excusarse. Ariana solo podía pensar que si no era lo que creía ¿Que podía estar haciendo en la cama desnudo con otra mujer? Hasta su novio la tomaba por tonta. - No es lo que creo... - repitió entre sollozos - Entonces dime lo que es. - Ella es un..una.. compañera. Si, eso es, es una compañera de trabajo y... Bueno... No podía seguir escuchando ese triste intento de excusarse. Ni siquiera sabía cómo enmascarar lo que había hecho, no encontraba una explicación, sencillamente porque no la había. - Déjalo Mike, estoy cansada de todo esto - admitió mientras se desinflaba como un globo - Ya no puedo más. Volvió a la cocina con su novio detrás de ella mientras se disculpaba y seguía dando excusas cada vez más estúpidas, pero Aria había tomado una decisión. No volvería a engañarla. Le había dado demasiadas oportunidades y si él no era capaz de amarla como ella lo hacía, no merecía la pena seguir juntos. Cogió su bolso, y sin pararse ni siquiera a mirarlo por última vez, salió al portal y bajó las escaleras. Saco el móvil del bolso y abrió el chat de " Las brujas" las mejores amigas que había conocido. Eda fue la primera en contestar. Desde el primer instante en el que se conocieron una noche mientras cenaban en casa de Alaric, congeniaron muchísimo y poco a poco pasó a formar parte de las brujas. en el momento que Leah entra en la discusión siempre consigue sacarle una sonrisa a las demás. Aria relee lo que le ha escrito. Tiene razón, debería haberle cortado las pelotas. Al piso que compartía con Mike no podía volver, ni podía ni quería. Por fin había tomado la decisión correcta y ahora le tocaba ser fuerte y pasar el mono de llamarle, escribirle e incluso de perdonar su traición. Levantó el brazo y paró un taxi. Se montó y le indicó la dirección de la casa de Eda y Alaric. Ellos eran la pareja perfecta, se respetaban y se querían. En el fondo envidiaba no haber podido encontrar algo tan bonito. Desde que se casaron hace ya dos años no han vuelto a separarse. Eda la esperaba impaciente. Sabía cuándo sufría Aria por culpa de Mike. Ella era preciosa y delicada como una flor, pero solo había dado con capullos. No comprendía como Alaric podía ser su amigo. Sonó el timbre y bajó corriendo las escaleras. Al abrir la puerta se encontró a su amiga devastada, intentando contener las lágrimas, los ojos rojos y la moral por los suelos. La abrazo fuerte intentando darle parte de su fuerza. Aria era la más tímida de todas, más incluso que Alma, aunque era capaz de transformarse cuando estaba con sus niños de tercero. En una ocasión Eda fue testigo de cómo por arte de magia comenzó a bromear y a hacer el payaso solo para sacarles una sonrisa a sus alumnos. - ¿Cómo estás? - Preguntó Eda más por protocolo que por otra cosa, estaba claro como estaba. - Estaba en la cama, desnudo con otra mujer. No ha sido capaz ni de inventarse una excusa. Entraron al salón y se sentaron en el sofá de diseño color marfil. - ¿Qué quieres que se invente? Ari, cariño - Eda comenzó a imitar a Mike - La ropa se desintegró y de pronto me caí encima de esta mujer con la picha en alto. Alaric llegaba justo en ese momento a casa con el teléfono pegado a la oreja. En cuanto vio la cara de las dos chicas supo lo que había pasado. También le ayudó tener a Mike al teléfono preguntando si estaba allí. - Tío, acabo de entrar. No está aquí - Alaric puso los ojos en blanco y les hizo señas para que no hicieran ruido - Claro que te lo diría, eres mi colega. Eda quería matarlo lenta y dolorosamente. Le quitó el teléfono de las manos y el brazo que tenía libre lo puso en jarra para atenuar el enfado que tenía. - No está aquí, pero si estuviera no te lo diría, por sinvergüenza. Le devolvió el teléfono a su marido completamente enfadada. Aria no podía creerse que Mike se atreviera a buscarla después de lo que acababa de suceder. No era la primera vez que la engañaba, ni la segunda, pero había decidido que sería la última y para eso tenía que alejarse de él. Romper todo contacto porque sabía que ella era débil y que él sabía que botones tocar para convencerla de cualquier cosa. Cuando volvieron a quedarse solas Aria le confesó lo que llevaba rato pensando. - Creo que necesito irme un tiempo alejarme. Siento que estoy repitiendo los mismo errores una y otra vez. Eda era maternal y comprendía como se sentía, ella misma había pasado por muchos sapos hasta encontrar a Alaric. - Haz lo que necesites para estar bien ¿Qué tienes pensado? - Una amiga vive en Galena, es un pequeño pueblo de Illinois. Allí trabaja de profesora - Explicó recordando como su amiga se había enamorado de ese pueblo desde el primer instante que lo vió - Puede que vaya allí a pasar unos días. - ¿Illinois? Eso está a... ¿A cuánto está de aquí? - Lejos, es justo lo que necesito. Puedo pedir mis vacaciones en el colegio. Aunque se lo explicaba a Eda, parecía que lo hacía para ella misma, intentando convencerse de que era una buena decisión, de que sería capaz de alejarse de Mike y recomponer su corazón herido. - Entonces hazlo,no lo pienses, hazlo - Eda la animó a cometer su primera la locura. Aria era unos años más joven y aún así jamás hacia nada ni remotamente atrevido. Esto le haría genial para su autoestima. Levanto la mirada del suelo por primera vez, los ojos le brillaban, pero esta vez no era tristeza, era emoción por el camino que había decidido tomar. Los siguientes días se quedó en casa de Eda mientras preparaba su repentino viaje. Las chicas fueron a despedirse y a apoyarla, como siempre hacían cuando alguna lo necesitaba. Dos días después Aria se montaba en el avión que la llevaría a ese misterioso pueblo que enamoraba a todo el mundo.

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