Angelica White —Señorita, la tarjeta… La voz del mesero me hace voltear cuando estamos por salir del restaurante. Miro al hombre ante mí, extendiendo en mi dirección una tarjeta de crédito que evidentemente no es mía. Abro la boca, pero no sale nada. —Angie, debe ser la tarjeta del señor Wood —dice mi mamá por detrás de mí, exteriorizando mis pensamientos—. Tómala y buscaremos la forma de hacérsela llegar. «Carajo, eso es lo que no quiero». Suficiente con esta cena… ¿no? Y las flores. Y las miradas. Y las indirectas. Y su mirada. ¿Ya dije las miradas? El hombre uniformado me sigue mirando con una sonrisa que comienza a titubear. —Puede dejarla en recepción, ¿no? Es que… —intento evitar el desastre, pero es evidente que no puedo, porque el hombre niega con la cabeza aunque ni s