Curtis Wood Un día más. Ella lo dijo. Con la voz ronca, el cuerpo temblando bajo el mío, y esa mirada que me deja sin aire. Su piel está húmeda, roja en algunos puntos, marcada donde mis manos no supieron contenerse. Pero no es suficiente. No quiero que su cuerpo se relaje. No quiero que este calor se apague. La quiero otra vez. Quiero verla rendirse en otro rincón de esta habitación. Hacer que me grite en un lugar nuevo. Me apoyo sobre los codos, respiro contra su cuello. Ella intenta recuperar el aliento. Y yo solo pienso en el agua del jacuzzi que antes me mencionó. —Vamos —le susurro, y mi voz suena baja, ronca, llena de promesas. La mirada obnubilada de Angelica conecta con la mía. —¿A dónde? —murmura, apenas capaz de hablar. No tiene idea de cuánto esta forma en que se ve, a