Capítulo 1.

2887 Words
Nathaniel . Todo esto parece un puto chiste de mal gusto, la gente congregada alrededor del ataúd llorándolo como si de verdad hubiera sido una buena persona cuando la realidad es todo lo contrario, Greg Brown nunca fue más que un hijo de puta que manipulo, destruyo e hizo y deshizo cuando quiso y con quien quiso, no me extrañaría de nada que mamá hubiera decidido suicidarse en vez de esa excusa falsa que le vendieron los periódicos al país completo, y sobre todo, a mí. “Muere en extrañas condiciones la esposa de uno de los empresarios literarios más importantes del país” - recuerdo haber leído, como si se tratase de un chisme rosa y no de toda una tragedia que terminó por llevarse lo poco que me quedaba en la vida, pero muy en el fondo siempre he sabido que quizás mamá no tropezó por la autopista como todos creyeron, algo me dice que esa fue su forma de huir del infierno que Greg tenía dispuesto para ella y para mí, ella supo escapar, logro irse sin importar si me dejaba aquí con él, y en realidad no la culpo, porque sé que de ser un poco más valiente, yo habría hecho lo mismo. Y sin embargo aquí estoy, velándolo como si no hubiera sido una plaga durante toda su vida, viendo como todas las mujeres con las que se revolcaba incluso después de unos días de muerta mamá, lloran y esperan la lectura del testamento anhelando con todas sus fuerzas una porción del banquete, ¡Ilusas, si tan solo supieran la verdad! El desgraciado consiguió la forma de manipularme incluso después de muerto, dejándome toda su herencia, como si de verdad creyera que yo era capaz de hacerme cargo de todos los problemas que dejo sin resolver aquí entre los vivos, es un maldito y lo detesto por hacerme esto, por haberme dejado por completo, por haber sido como fue, por haberme abandonado desde siempre y sobre todo, por obligarme a hacerme cargo de algo a lo que no quiero más si no dar la espalda. -Greg Brown, respetado empresario, confidente esposo, y protector padre- Recita el sacerdote reverencialmente, mientras yo siento que necesito escapar de este circo mal montado- Nathaniel, ¿Quieres decir algunas palabras? - Pregunta el hombre mirando en mi dirección. Yo lo veo fijamente a los ojos, quiero saber si acaso él es capaz de discernir el odio tan profundo que siento por la persona dentro de esa caja de madera, pero el sacerdote simplemente espera mi respuesta y entonces yo niego con la cabeza. -¿Sabe qué? Creo que si diré una palabras- Me acerco al cajón, saco la petaca metálica del bolsillo izquierdo de mi blazer, y entonces antes de hablar doy un trago profundo- Para nadie es un secreto que mi padre era un hijo de puta- Sentencio mientras los presentes me ven horrorizados, algunos amigos, conocidos, y mujeres, no hay familiares, no hay nadie que pueda llorarlo de verdad, él se encargó de alejar en vida a todos los que podrían mostrar un atisbo de cariño verdadero- Pero después de todo era mi padre, ¿No es así? - Recito sosteniendo la petaca en alto- Supongo que debería sentirme afligido, y abatido, pero en realidad, en este momento celebro la muerte de uno de los muchos gusanos que había sobre la faz de la tierra… Esperemos que el próximo sea yo- Termino de hablar, Dispuesto a marcharme, a dejarlo atrás, a olvidarme de él, y de lo poco que significó para mí, porque si bien dicen que no hay muerto que sea malo, pues he aquí el primero. -Una cosa más- Me dirijo a los presentes nuevamente, en este momento a las mujeres en específico- Me ha dejado toda su herencia a mí, no esperen ni un céntimo de su dinero, lo sé, cerró con broche de oro- Le guiño un ojo al par de modelos principiantes que fingen dolor cerca a la tumba y entonces me aparto de la gente. De la hipocresía, y del dolor que irónicamente se asienta en mi pecho. Por desgracia, aún hay un par de asuntos que debo resolver con el abogado de mi padre, le pidió a su abogado que me viera luego del funeral, quizás me quería débil para terminar con su estocada final, el ultimo dolor de cabeza, la última puñalada trasera. Veo desde la banca sobre la pequeña colina como el ataúd desciende muy en lo profundo de la tierra y entonces la pequeña congregación de personas empieza a dispersarse, se ha acabado, ha terminado, sin embargo algo me dice que esto no es para siempre, incluso aunque eso es lo que de verdad desearía en este momento, eso sobre cualquier otra cosa. Me pongo en pie en cuanto el abogado Thompson se acerca, y le extiendo mi mano. -Mi más sentido pésame- Me dice él. -Al grano, Thompson, ¿Cundo podre leerlo por completo? -Me temo que eso no va a ser por ahora, hay algunas cláusulas que están vinculadas con periodos de tiempo en concreto. -¿De cuánto tiempo estamos hablando? -Un año, la más lejana- Responde. -Lo sabía, se a la perfección que es lo que busca con todo esto, enloquecerme y llevarme al límite- Suelto una risa porque no sé qué más hacer en este momento-O sea que no seré dueño del dinero si no hasta después de un año… -Si, si es que consigue cumplir a cabalidad con cada uno de sus deseos. -¿Qué se supone que es lo que debo hacer ahora, Thompson? -Este periodo él decidió denominarlo como la prueba, serán seis meses en los que usted deberá mostrar un comportamiento intachable en la compañía, el concejo se asegurara de que esto pase, ellos estarán informando si cumple o no. -¿Y si no lo hago que ...? - Se que él no es el responsable, sé que él no tiene la culpa de ninguno de los juegos de manipulación de mi padre, pero en este momento, él se ha convertido en su digno representante. -Todo el dinero pasara a manos de la beneficencia. -Estaremos en contacto. -Nos vemos en seis meses, Nathaniel- Sentencia antes de que yo me haya apartado de su lado. En realidad, me gustaría decir que no lo necesito, que no dependo de la herencia que él ha dejado, pero desafortunadamente, la realidad es otra, la necesito, porque perdí todo lo que había conseguido pagando un par de deudas, no tengo un centavo , y todo lo que tengo es de él. Viéndome de este modo, no me extraña que nunca se haya sentido orgulloso de mi, después de todo, yo tampoco lo estoy. Entro en el auto, y no puedo evitar sentir un peso en mi espalda, porque tal y como lo supuse, no se ha acabado todavía, y algo me hace pensar que este será el año más largo de mi vida. Me pongo en marcha hacia el que se ha convertido en mi lugar favorito desde que tenía la edad suficiente para entrar, clandestine bar esta noche se convertirá en mi redención, al igual que siempre, este es el único lugar al que de verdad he podido llamar hogar, si es que en esto se basa un hogar. Le doy las llaves al valet y entro al sitio. -Señor Brown, un placer tenerlo por acá- Me dice Richard mientras se acerca a mi. -Dame lo de siempre, esta vez puro- Pido entretanto me distraigo con la vista a mi alrededor, este lugar me refresca, me hace sentir yo otra vez, me devuelve a las cosas buenas por las que realmente vale la pena vivir. Sexo, alcohol, drogas y mujeres. Me bebo el trago que Richard ha traído para mí de un solo sorbo, sintiendo el calor quemando mi garganta, sintiendo la adrenalina subir por mi sistema y pedirme más. -Otro. -Por supuesto- Él se aleja nuevamente y en cuestión de segundos hay otro trago frente a mí. Me encanta la eficiencia de este lugar. Entre trago y trago me concentro en las personas que bailan, ríen y disfrutan, y pienso por un segundo lo que sería poder tener la oportunidad de estar en los zapatos de cualquier de esos sujetos que están al fondo del bar, que se sentiría haber tenido una familia normal, unos padres presentes, sin presiones, sin expectativas demasiado altas, sin cargos impuestos y destinos ya trazados. -¿Me invitas un trago? - Una rubia alta, delgada y con cabello rizado se acerca hasta donde estoy, y entonces bate sus pestañas mientras me mira con coquetería. -Como decirle que no a alguien como tu… -Sentencio mientras le hago una seña al barman- ¿Cómo te llamas? -Mónica- Ella sonríe descaradamente y yo la imito. -Un gusto conocerte, Mónica- Arrastro las palabras y acerco su mano a mis labios. -Todo un caballero- Señala ella. -¿Quieres comprobarlo? - Le pregunto al oído, se lo que ella quiere, y es lo mismo que quiero yo, y aunque el jugueteo que precede a la acción es divertido, esta noche no necesito de esas chorradas, simplemente quiero a esta preciosa rubia desnuda, debajo de mi cuerpo. -¿No piensas decirme ni siquiera tu nombre? - Ella eleva una ceja y ya veo por donde va todo esto. -¿Acaso es necesario? -Me gusta saber con quién me involucro- Chasquea la lengua. -Puedo ofrecerte la mejor noche de tu vida, esa es toda la presentación que necesitas. -Eres bastante seguro de ti mismo, ¿No es así? -Déjame demostrártelo- Suelto, sin embargo sé que he dicho esas palabras de manera involuntaria, alguien lo ha mencionado antes, alguien que lo ha hecho sentir tan real que de repente mi cerebro siente la necesidad de imitarla. Sin decir una palabra más, dejo que ella se tome la bebida que Richard ha traído, sé que la tengo en la palma de mi mano, sé que esta justo donde quiero que este, sus ojos la delatan, su manera de mover lentamente las cadera mientras se mueve al ritmo de la música me lo deja saber, he necesitado un par de minutos para convencerla, igual que al resto, igual que al resto de mujeres con las que me cruzo en estas noches de copas. Ella me mira a la expectativa de mi siguiente paso, pero entonces cuando una canción lo suficientemente atractiva comienza a sonar por los altavoces, yo la atraigo hacia mí, la junto a mi cuerpo tanto como es posible, y la agarro de la cintura baja mientras comenzamos a movernos sin importar que en realidad estamos en la barra y la pista de baile esta un par de metro al norte de nosotros. Canto pequeños fragmentos en su oído mientras mordisqueo delicadamente y huelo el perfume que lleva, huele a rosas y a vainilla, huele justo como lo había imaginado, predeciblemente peligroso, rio ante esto último, todas suelen ser tan parecidas, el mismo tipo de ropa, los mismos gestos, el mismo libreto y el mismo final conmigo. El mismo final porque es lo único que ninguna de ellas podrá conseguir de mí, lo único que pude aprender de Greg Brown cuando estaba en vida fue justamente eso, no hay espacio para el amor, o los sentimientos, se trata de placer, de satisfacción , se trata de ser impenetrable, y ese es el único mantra de vida concerniente a él que planeo mantener firme. -Dime Mónica, ¿Por qué te has acercado? - Le pregunto. -Parecías solitario. -¿Yo ... o tu? - Ella simplemente me mira confundida, y como no pienso explicar a lo que me he referido, la beso, enredo mi lengua con la suya entretanto siento su sabor, una mezcla de whisky con fresas y aceitunas, narcótico, delicioso, y sobre todo, pasajero. -Vámonos ya- Ella me mira con los ojos encendidos, me toma de la mano y me guía a la salida, cree que tiene al toro por las astas, cree que ha conseguido domarme y yo le permito creerlo. Llegamos a mi departamento en un santiamén, y antes de que las puertas del ascensor hayan terminado de abrirse completamente, yo ya no tengo la camisa puesta y ella se ha quitado la parte de arriba del conjunto negro que llevaba puesto. -¿Dónde está tu habitación? - Me pregunta jadeando. Sin responderle, yo le sonrió y entonces la cargo en mis brazos. -Eso ha sido romántico- Suelta de sopetón, si tan solo supiera que eso ha sido de todo menos romántico, si tan solo fuera lo suficientemente ágil para entender que se trata de mis necesidades y no de un acto que significara mucho más de lo que es. -Si tú lo dices- Gruño contra su abdomen, mientras comienzo a besar su piel trigueña y tersa. Mónica me agarra del cabello mientras yo sigo descendiendo por su cuerpo y le quito la falda del conjunto, revelando una lencería de encaje morado oscuro- Clásico- pienso para mis adentros. -No te detengas- Me pide entre gemidos mientras yo beso la parte interna de sus muslos. -No planeo hacerlo- Respondo subiendo lo necesario para llegar a su centro, ella suelta un gritico en cuanto comienzo a lamer, chupar y besar. -Por favor… Como sea que te llames, Hazlo ya- Termino de quitar el pantalón de mi traje, saco el preservativo del cajoncito del lado izquierdo de la mesa al lado de la cama, y entonces entro en ella. Las embestidas son los suficientemente rápidas como para satisfacerme mientras ella gime y se retuerce sobre la cama, lo sostengo todo lo que me es posible y entonces ella se corre mientras suelta un último jadeo. Yo continúo entrando y saliendo, hasta que consigo el orgasmo y entonces la tensión parece liberarse dentro de mi cuerpo. -Eso ha sido, ¡Vaya! Eso ha estado perfecto- Ella se ríe tontamente y entonces se acomoda en la cama. -Te prometí la mejor noche de tu vida- Le digo- Pero creo que ya puedes irte. -¿Qué? -Ya puedes irte, ya has tenido lo que querías, es hora de que te marches. -Pero si ni siquiera he traído mi auto, lo he dejado en el bar. -Te llamare un taxi entonces- Me pongo en pie, me pongo nuevamente los pantalones del traje y la insto a que se vista. -Pensé que pasaríamos la noche juntos- No puedo evitar reírme de su comentario, lo he escuchado tantas veces que me resulta incluso cómico a estas alturas de la vida. -Nadie duerme en mi cama, mucho menos conmigo. -Pero tú has sido tan, tan especial… -¿De verdad, Mónica? ¿En serio creíste que ibas a quedarte a dormir en la cama de un hombre cuyo nombre ni siquiera sabes? -Te lo pregunte en el bar- Ella parece realmente ofendida, pero no pienso lidiar con eso ahora, tal y como yo las cosas, todo estuvo claro desde el momento en que se acercó a mí, ha sido ella quien ha decidido confundir la situación . -Yo decidí no decírtelo y aun así eso no fue importante. -Esto es una broma, ¿No es así? -No, y ya debes irte, el taxi no tardará en llegar. Llamo a la recepción del edifico, y entonces solicito el servicio. -Eres un lunático- Ella se levanta ofuscada, toma sus cosas y comienza a vestirse sin importar que la ropa se ve demasiado mal puesta como para creer que solo estábamos charlando. -No es algo que no me hayan dicho antes- Replico. -Nunca nadie me había hecho esto, ¿Sabes quién demonios soy? ¡Nadie me había tratado así antes! Yo ruedo los ojos ante su discurso inútil, no quiero escucharla y no tengo porque hacerlo, así que me dirigió al bar del departamento mientras ella termina de arreglarse. Me sirvo una copa y espero a que salga. -¿Sabes qué? Puedes llamarte como se te de la puta gana, realmente no me importa, pero solo espero una cosa, ¡Que te jodan! - Me grita, se da la vuelta y entra en el ascensor. -Jodido ya estoy- Susurro para mí, mientras salgo al balcón del departamento. La excitación ha pasado, el momento ha vuelto atrás, y aunque Mónica me ha distraído de pensar en mis problemas, no puedo evitar hacerlo. Pienso en todo el tiempo que desperdiciamos, pienso en lo que habría podido hacer para que él se sintiera orgulloso, pienso en cómo habría sido todo de haber hecho las cosas diferentes, pienso en él porque sé que ha muerto y todas las oportunidades que tenia de remediar la brecha entre nosotros ya no son una posibilidad, pienso en Greg Brown, incluso aunque jure no hacerlo, e incluso permito que una lagrima firme caiga de mis ojos. El hombre está muerto y no hay manera de cambiar eso. Sin embargo hay una cosa más que nubla mis pensamientos, la voz de una mujer que inconscientemente ha reverberado dentro de mi cabeza todo el día, la imagen de una chica pelirroja con ojos negros saliendo de mi despacho prometiendo volver. Por alguna razón el saber que puede no hacerlo me fastidia. Porque quiero verla, pero sobre todo quiero saber si ha aceptado la cláusula, necesito estar seguro de que mañana en la mañana Alessandra Forester me vera en la oficina, no sé porque, no se para que, solo quiero tenerla allí, de pie frente a mi. Incluso aunque no sea desnuda.
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