Zoe Volkov Me doy cuenta de que estamos afuera de la universidad. La escena a mi alrededor es un caos controlado: decenas de personas se mueven de un lado a otro, algunos alumnos se abrazan entre sollozos, otros permanecen congelados en shock. Los profesores, igual de alterados, intentan mantener el orden, hablando con voz firme, calmando a los más nerviosos. Mis ojos buscan de inmediato al director, y me tranquilizo al verlo al mando, halando a unos profesores, dando órdenes con urgencia. Se ve alterado, serio, claramente consciente de la gravedad del asunto. Lo observo llamar a alguien por teléfono, pero en ese instante dejo de prestar atención porque siento que Massimo sigue a mi lado, tan cerca que apenas hay un milímetro de espacio entre nuestros cuerpos. ¿No se supone que mi preocu