—¿Por qué tardan tanto? —cuestiona Kara desesperada mientras espera noticias del Don en una habitación que le otorgaron para que pueda descansar junto a sus cachorros. —Tranquila, está en mano de los mejores curanderos de la manada —contesta Eliecer—. Usted será la primera en recibir la noticia del estado del alfa. Asiente y le pide a la diosa que no le arrebate lo mejor que ha llegado a su vida. Las horas, minutos y segundos parecen una eternidad para ella. No deja de mirar la puerta al lado de Marian en espera de una respuesta del estado del Don. Pequeños toques la alertan. —Adelante. Eliecer se asoma. —Kara, ya los curanderos han terminado, así que puedes ir con el alfa cuando gustes. —¿Despertó? —pregunta ilusionada. Eliecer hace una mueca y niega. —No, pero ya sus heridas