Andrés Se me escapa un bostezo mientras espero a que la morocha llegue. No sé si hoy vine temprano a trabajar, pero hace diez minutos que estoy esperando, casi congelándome en la vereda. Doy saltitos para entrar en calor de vez en cuando. Cinco minutos después, ella llega corriendo, tan abrigada que apenas puedo verle los ojos. —Perdón, tardó el colectivo —expresa abriendo el lugar. Entra a toda velocidad y prende el aire acondicionado al máximo—. Hace mucho frío y son los últimos días de invierno —dice bufando. Asiento con la cabeza y me pongo a barrer mientras ella prepara la máquina de café. —Me estaba congelado afuera —expreso todavía tiritando un poco. Chasquea la lengua. —Sí, me imagino, ¿no tenías una copia de llaves? —interroga. —No, o bueno, quizás sí y las perdí... ¿Hoy no