—¿Hilary dónde vives? —pregunto mientras voy saliendo del estacionamiento, volteo a verla porque no me contesta y me doy cuenta que está profundamente dormida. Pienso en mis opciones y me decido por llevarla a mi apartamento, espero que mi madre no sé preocupe porque no llegué a la casa, aunque sabe que muchas noches las paso en mi apartamento. Llegamos al edificio y aunque intento despertarla es imposible, me extraña que se quedara dormida tan rápido, pero con el vodka que tomó y su cuerpo tan pequeñito es más que lógico que quedará fuera de juego, aunque tiene mucho aguante. La llevo en los brazos a mi apartamento y la acomodo en mi cama, le quito sus botas letales y la cubro con una manta. —Los príncipes azules no existen —balbucea, por lo que apenas logro entenderle. —No Hilary, no