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Yes, teacher.

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Blurb

Historia con alto contenido de situaciones explícitas de sexo, uso de tabaco y alcohol.

Alice Parris es una joven hermosa, inteligente y muy pero muy obstinada, siempre ha obtenido lo que ha querido y detesta hacer cosas que no quiere,

su madre la obliga a tomar un curso avanzado de inglés para poder conseguir un trabajo mejor del que tiene ahora.

A pesar de su evidente falta de ganas, asiste a las clases que imparte Barry Nelson, un hombre de casi cuarenta años, ella está realmente sorprendida por la sensualidad de su maestro y hará cualquier cosa para que él la vea de otra manera. Y cuando a ella se le mete una idea a la cabeza, no hay poder humano que la haga desistir de ello.

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Capítulo Uno.
Alice. El despertador suena de manera insistente a mi lado, tengo un dolor horrible en toda la cabeza y mi boca se siente seca. Haber bebido tanto anoche me esta costando demasiado. —Es hora de levantarse Alice o llegarás tarde. –grita mi madre desde afuera. Me siento en la orilla de la cama analizando que tan necesario es que tenga un trabajo. Si yo tuviera la decisión en mis manos no iría a trabajar jamás. —Quince minutos Alice. –grita esta vez mi padre dando tres golpes a la puerta. Me levanto con dirección al baño a darme ducha que espero logre despertarme. Mi nombre es Alice Parris y odio levantarme de la cama a las siete de la mañana. Mis padres aman estar afuera mientras ven el sol salir y practican yoga junto a mi hermana mayor, yo, simplemente adoro dormir. Soy la hija menor de un matrimonio super positivo con una hija ejemplar, y no estoy hablando de mi. Mi hermana Caroline es la hija que siempre quisieron, bonita, inteligente, deportista, cabello rubio como mamá, los ojos de papá, se despierta todas las mañana de buen humor y va por la calle sonriendo mientras sus tacones caros hacen ruido. —¡Alice, date prisa! —Solo acomodo mis zapatos y salgo, maldita sea. Hago un poco de trabajo con mi cabello y agradezco que sea lacio y no tenga que peinarlo tanto como Caroline, por lo menos la vida fue un poco justa conmigo, cabello ne.gro, ojos cafés como el abuelo, un cuerpo con proporciones exactas y perfectas para mi, piernas largas, metabolismo rápido. Si bien Caroline puede ser mucho más bonita por ser rubia, como toda la familia presume, yo tengo muchos más beneficios que ella, yo puedo comerme una hamburguesa doble con papas y una soda sin preocuparme por las calorías, ella se cuida hasta del aire que respira. Soy más alta, con más cuerpo y no es por ser mala con mi hermana pero digamos que ella seria la chica perfecta para un surfista. Abro la puerta de golpe y mamá me mira con desaprobación. —Todos los días pasa lo mismo contigo Alice, es inaceptable. —No entiendo para que me quieres tan de mañana en la empresa si la que se encarga de las traducciones es Caroline. –me quejo y su sonrisa me anuncia que algo planea. —Me alegra que hayas traído el tema de conversación. Hoy por la tarde empezarán tus cursos para aprender inglés, Caroline no siempre se quedará con nosotros, en algún momento debe hacer su propia vida e irse de aquí para dedicarse a su hogar y tú deberás tomar su lugar. —Me perdí cuando dijiste cursos de inglés, no escuché nada más. Mamá frota el puente de su nariz en un gesto visible de enfado. —Moriré de angustia y estrés por tu culpa Alice. No quiero que falles a esa clase, tuve que mover muchos hilos para que te aceptaran. No lo arruines. Pongo los ojos en blanco y miro hacia otro lado. —No lo haré. —Bien, ahora vamos o llegaremos tarde. Mamá me toma la mano y me apremia a bajar las escaleras primero, quisiera estar como las otras chicas que buscan empleos por su propia cuenta y no la chica que trabaja en la empresa de sus padres. Mis padres son los dueños de una de las editoriales más grandes y reconocidas del mundo, cada día llegan autores y libros nuevos listos para ser publicados, obviamente abarca un margen global y llegan escritos en todos los idiomas pero el que más predomina es el inglés. Al principio estaban tranquilos pues yo me dedicaba a las áreas latinas mientras Caroline hacia lo suyo con la inglesa, hasta que ella enfermó un día y no pudo asistir, hubo una junta importante y yo no supe ni la mitad de lo que se habló ahí, es que entiendo lo básico pero esa conversación estaba en otro nivel. —Tu madre me dijo que hoy inicias con tus clases de inglés. –mi padre me mira por el retrovisor. —Sí, estoy muy emocionada. —Entiendo perfectamente el sarcasmo, Alice. Y espero que veas que es una buena oportunidad. —Sí, así lo veo papá, gracias por tu apoyo. —Hija por favor, solo queremos lo mejor para ti. —¿Seguro? Por que no me preguntaron antes si quería hacer esto. ¿No se pusieron a pensar en que tal vez ese idioma no me gusta? —¿Y qué otro podría gustarte? Ese es el más usado. —El italiano o el francés hubiesen sido muy interesantes. —No hay muchos escritos en ese idioma, lo sabes. Así que deja de pelear y lo haces con una sonrisa en esos bonitos labios. Suspiro resignada, a veces mi madre puede ser un poco imposible. —Por cierto Alice, creo que es momento de que vayas a ver a Juliana, te hace falta una rehidratación, una exfoliación y algo de magia. –asegura mi hermana sin dejar de mirarse al espejo–, además deberías cubrir tus pecas con algo de maquillaje. —No gracias, prefiero mantenerme lejos de toda esa rutina loca que tú llevas a diario, además mi piel luce muy bien sin necesidad de nada, ni siquiera maquillaje. Ella me mira molesta y cierra su espejo con fuerza. —Algún día entenderás que esa piel no dura para siempre. —Eso ya lo sé, solo no quiero avanzar demasiado rápido, cuando llegue ese momento lo voy a considerar. —Deja de molestar a tu hermana con eso, Caroline. Es su decisión el visitar o no a Juliana, si a ti te hace sentir bien, continúa, pero entiende que no debes obligar a las personas a nada. —Lo siento papá. Después de que mi padre me defendiera de Caroline, bajamos del auto frente a la editorial, saludo de manera alegre a la gente que va cruzando mi camino, a diferencia de mi hermana quien es una grosera. —Buen día señorita Parris. –saluda el señor que ayuda con la limpieza del lugar. —Buen día señor Oropeza. –le devuelvo el saludo en español y él sonríe encantado. —Su español es muy bonito. –señala. —Gracias. Que tenga un buen día. Camino hasta mi lugar de trabajo y me detengo al ver a mi hermana mirarme con desaprobación. —¿Por qué le hablas a esa gente? —Por qué quiero. –le resto importancia. —No deberías, mi madre dice que no es correcto. —¿Por qué no te vas y te encargas de tus propios asuntos? Deja de ser tan nefasta. Camino hasta el pequeño lugar que llamo "oficina" y me dispongo a trabajar, tengo un manuscrito que leer, el titulo habla por si solo, es una novela romántica con tintes calientes, esas son mis favoritas. Concentro mi atención en ella y cuando levanto la mirada lo primero que llama mi atención es el reloj... —Mierda, llegaré tarde. Tomo mis cosas y salgo corriendo por el lugar, llamo al ascensor y una vez adentro saco mi espejo y reviso mi maquillaje, no esta tan mal, aunque hubiese preferido dejar los lentes en su lugar. La puerta se abre y corro hasta la salida, por suerte el hombre que cuida la entrada ya ha llamado un taxi para mi. —Que tenga un buen día, señorita Alice. —¡Gracias! –grito subiendo al coche. Le doy la dirección a la que debe llevarme y sin cruzar palabra el chófer conduce, voy repasando las notas que me mandó mi madre por correo, pero no me dio el nombre de mi profesor, demonios. —Hemos llegado. –anuncia el hombre. Tomo dos billetes y pago por el viaje, al bajar lo primero que hago es alisar mi falda y acomodar mi blusa, trato de peinar mi cabello con las manos y acomodo los lentes, camino a pasado decidido hasta la entrada, algo que si debo agradecerle a mi madre es haberme enseñado a caminar con estos tacones. Entro al edificio y su aroma me hace sentir hambre, debí comer antes de venir. —Hola, buen día, vengo a la clase de inglés. –anuncio y la mujer detrás del mostrador de mármol me mira con una ceja alzada. —¿Cuál es su nombre? —Alice Parris. Ella busca en su computadora y asiente. —Aula 203. –se limita a responder. Camino hasta el letrero que dice "aulas" y busco la mía, ella ni siquiera me dijo a donde debía ir, si no aman su trabajo deberían dejarlo. Voy buscando las aulas y solo encuentro números bajos, 104,106,108... Me doy la vuelta para dirigirme al otro pasillo pero choco con alguien y de inmediato puedo sentir lo caliente en mi blusa, suelto las cosas que llevo en las manos para despegar la tela de mi piel. —Diablos, lo siento, no te vi, perdón. –se disculpa tratando de ayudarme con mi blusa. Su nerviosismo es tanto que en su necesidad de ayudar, termina rompiendo dos botones de mi preciosa blusa blanca. Mis ojos se abren con sorpresa y veo como pasa saliva de manera dura, sus ojos están clavados en mis senos, bajo la mirada y puedo ver que efectivamente, están expuestos, solo cubiertos por la fina tela de encaje de mi sostén. —Mierda. –susurra demasiado bajo. Me levanto y él imita mi movimiento, esta vez sus ojos se clavan en los míos. —Realmente lo siento, iba distraído leyendo los datos que no te vi. Déjame ayudar. –me entrega una pequeña tela con la que limpio mi piel y trato de secar mi blusa. —Descuida, yo no debí darme la vuelta de golpe. —¿También vienes a?... —Las clases, si. Venía tarde y...bueno, supongo que entiendes. —Sí, también es mi primer día y no sé qué vaya a encontrar aquí. Soy Barry. –me ofrece su mano. —Alice. –la estrecho y puedo sentir una corriente extraña recorrer mi cuerpo. Barry es muy guapo, de piel bronceada, nariz perfilada, labios gruesos, las facciones de su quijada se afilan a la perfección con su barba, sus ojos son entre avellana y miel. Sus manos son grandes, con dedos largos. Me siento demasiado caliente justo ahora. —Suerte con esos chicos. –dice antes de soltar mi mano–, son unos inmaduros. —Suerte para ti también. —Me gustaría conocernos mejor, ¿te apetece salir a tomar un café cuando acaben las clases? —Claro, será un placer. —Te veo a la salida entonces. Barry me regala una última mirada antes de perderse por el pasillo, camino hacia el otro lado y en el trayecto me topo con una chica que parece estar perdida igual que yo. —¿Vienes a la clase de inglés? –cuestiona. —¿Aula 203? Ella asiente sonriendo. —Sí, pero al parecer no es por aquí, ¿cierto? —Cierto, esta del otro lado del pasillo, vamos o llegaremos tarde. Camino junto a la chica hacia el aula que nos corresponde. —Soy Julia. —Alice. —¿Qué le ocurrió a tu ropa? —Un tonto muy guapo me tiró su café encima. —Que suerte. –señala y sonríe. Llegamos por fin al aula que nos corresponde y podemos ver chicos de nuestra edad aproximadamente pero también hay unos más grandes. Nos sentamos una al lado de la otra y comenzamos a hablar acerca de nosotras, es la hija menor, tiene tres hermanos mayores, su madre tiene una empresa de cosméticos y su padre es cirujano plástico. Al igual que yo, viene a tomar clases de inglés por que no lo puede dominar. —Deberías pasarme el dato de tu padre, creo que me hace falta volumen por acá. –señalo mis senos y ella ríe. —Yo digo que son de un tamaño perfecto, por lo menos podrías dejar el sostén en casa y no pasaría nada. Además tener senos grandes causa dolor de espalda. —¿Tienes alguna operación? Ella me pide que me acerque y en un susurro me lo confiesa. —Solo la nariz, regalo de cumpleaños. Ambas reímos y escuchamos la puerta ser abierta, lleva lentes, su ropa impecable y un maletin en sus manos, escribe su nombre en el pizarrón y mis piernas tiemblan de nervios. —Buenos días jóvenes, yo soy su profesor, sean bienvenidos a esta clase. –anuncia aun de espaldas a nosotros. Se gira y lo primero que sus ojos observan con perplejidad es a mi. —¿Alice? —Hola Barry... Mira a todos los demás y se aclara la garganta. —Examen sorpresa, evaluaré su conocimiento antes de iniciar con el curso. Barry empieza a repartir las hojas del examen en la última fila de estudiantes. —¿Conoces a ese hombre, Alice? —¿Recuerdas al tonto muy guapo que me tiró el café encima? –ella asiente y abre su boca como entendiendo de que hablo. —¿No me digas que es él? —Es él.

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