Capítulo Dos.

2265 Words
Alice La clase avanza en silencio pero yo no puedo concentrarme. No puedo creer que Barry sea el profesor, mi profesor. Esto complica un poco las cosas. Por momentos desvía su mirada del examen que lleva en sus manos y me mira, yo hago como que no me doy cuenta aunque mis entrañas se emocionan, o quizás es hambre lo que siento. Llevo el lápiz a mis labios pensando en la maldita respuesta, sé lo básico del inglés, domino más el español sin duda alguna, algo demasiado irónico. Levanto la mirada y sus ojos se encuentran con los míos, lo veo aflojar su corbata y traga saliva con dificultad. Siento mis mejillas calientes, su mirada es intimidante, pero me gusta. —Cinco minutos, clase. –anuncia y todos se apresuran. Yo bajo la mirada y me concentro en responder. Siento que no lo hice tan mal pero ya veremos. Barry se levanta y comienza a tomar los exámenes, iniciando por la última fila. —Profesor, ¿puedo salir un momento al baño? –cuestiono sin mirarlo. Lo escucho carraspear antes de caminar al frente. —Sé que acabamos de llegar pero de ahora en adelante, los permisos para salir se piden en inglés, si queremos dominar el idioma, hay que comenzar a familiarizarnos. Señorita Parris, vaya. Me levanto de la silla y dejo mi bolso en mi lugar, Julia me mira de manera cómplice y le guiño un ojo antes de salir. Camino por el pasillo hasta el baño y reviso mi ropa, con razón pensó que era una maestra y no una alumna, mi ropa grita seriedad. Lavo mis manos y me abanico la cara, odio tener esa sensación de calor. Camino de vuelta a la salida y veo a Julia hacerme señas desde el final del pasillo. Entro al aula y Barry esta de espaldas a mi, aclaro la garganta para que note mi prescencia, se gira y sonríe levemente. —Lamento haber arruinado su blusa señorita Parris. Hago una mueca al escuchar tanta formalidad. —No fue nada, ambos íbamos distraídos, solo quedó la mancha y el ardor. —¿Se quemó demasiado? —Oh solo un poco por esta zona. –señalo mi pecho y sus ojos van directo al lugar. —Lo lamento, si quiere podemos ir a la enfermería y que la revisen. —No es nada, –aseguro–, pero si realmente quiere lavar su culpa, vayamos por ese café. —Me temo que tendré que decirle que no a ese café. Hace rato yo creí que... —No sé preocupe, realmente entiendo, solo bromeo, no quiero que sienta culpa, si soy honesta no sucedió nada grave. Me pasa tan a menudo que estoy muy familiarizada con eso. Él parece respirar más tranquilo y asiente con media sonrisa. —Gracias señorita Parris, hay algunas cosas que no comprendo sobre ti, académicamente hablando. –asegura antes de caminar hasta el escritorio. —¿Tan mal me fue? —No quiero decir que si por que acabamos de iniciar con esto, pero me sorprende que estando en una ciudad en la que todo el mundo domina más la lengua inglesa, no te desenvuelvas tan bien con ella. —Cómo pudo notarlo, mi lengua es más compatible con el español, mi tita dice que es más complicado que el inglés. —Y tiene mucha razón, el inglés puede parecer difícil pero el español es otro nivel, hay que hacer muchas conjugaciones. —Usted parece dominar muy bien la lengua. –aseguro y aunque no planeaba que sonara a doble sentido lo suena. Barry me mira fijamente y otra vez puedo notar como su garganta sube y baja tragando saliva. —Tuve que aprender desde muy joven, mi padre era mexicano, le tomé mucho amor a su cultura y obviamente a su idioma. —Me sucedió lo mismo con mi tita, ella hablaba conmigo en español, yo aprendí bastante. Hasta que mi madre le prohibió que lo hiciera mientras aprendía inglés. —¿Por qué tu madre haría eso? —Mis padres son dueños de una editorial muy importante, nos llegan manuscritos de libros nuevos todo el tiempo, obvio que la mayoría son en inglés, por eso yo me dedico al área de habla hispana, mi hermana Caroline hace lo demás. Esa es la razón por la que mi madre insistió en que viniera a tomar clases con usted. —¿No te entusiasma aprender otros idiomas, Alice? —Por supuesto que sí, pero me gusta más el italiano, el alemán. —¿En casa se habla en español o en inglés? —En español claramente, pero a veces ellos mantienen conversaciones en inglés que me es difícil seguir. —¿Y tus amigos? —Tengo muchos amigos que hablan español, por eso el mejorar el inglés no era tan necesario para mi. —Realmente debo ser honesto señorita Parris, dominas lo básico, pero tienes algunas confusiones con las palabras que pueden a llegar a sonar igual. —¿Cómo las homofonas del español? —¡Sí! –dice con emoción y luego pone su cara sería–, es decir, es algo similar. —¿Cree que tarde mucho en aprender? Mi madre quiere que deje de ser una tonta que no sabe bien inglés. —No eres una tonta, solo te falta un poco de ayuda. Mira, vamos a hacer algo, te daré cursos dos días por semana fuera del horario de clases, confío en que con esa ayuda extra avances más rápido. —¿De verdad? —Sí, pero será con una condición. —¿Cuál condición? —Tus compañeros no deben saberlo, y antes de que se mal intérprete la situación, yo no tengo permitido dar asistencia privada, así que si aceptas mi ayuda, tendrá que ser entre los dos. —De acuerdo, ¿en dónde serían las clases? —Aquí hay un salón privado, solo se usa una vez al año y podremos estar ahí, te prometo que esto lo hago sin malas intenciones, sé lo que se siente no encajar con lo que todo el mundo quiere. —Gracias profesor. De verdad que valoro mucho que esté haciendo esto por mi, me esforzare muchísimo. —Yo sé que lo harás, ahora ve a casa, te veré mañana para la clase y luego nos ponemos de acuerdo para ir a las extras. Tomo mis cosas y salgo del aula, camino por el pasillo y me encuentro a Julia charlando con un chico. Ambos ponen su atención en mi cuando estoy lo suficientemente cerca. —¿Por qué tardaste tanto? —Al parecer soy peor de lo que creí, el profesor Nelson se esperó a que todos se fueran para mostrarme los errores que tuve. —¿Qué tan mala puedes ser? –cuestiona él. —Mucho, no por nada estoy aquí. —Si quieres yo puedo ayudarte. —¿Si eres tan bueno en inglés, por que estás aquí? –le pregunta Julia. —Por que solo estoy reforzando lo que sé. —¿Realmente solo vienes a eso? Que flojera, yo ni siquiera quería venir. –aseguro. —¿Y por qué estás aquí entonces? —Por qué es lo único que no domino, soy buena en muchas cosas, pero no para esto y aunque no quiera, lo necesito. —¿Quieres venir a mi casa, Alice? —Me encantaría Julia pero, debo volver al trabajo, mi madre querrá saber que tan mal me fue pero te veo mañana. —Muy bien. Julia se despide de mi y del chico del que aún no sé su nombre, sube a un auto demasiado lujoso y se marcha. —Así que... Alice. —¿Qué? —¿Quieres ir a mi casa a estudiar un poco? Podría enseñarte algunas cosas. —Señor Matthew, ¿pretende quitarme el empleo? –cuestiona Barry de manera divertida llegando hasta nosotros. Aunque que quiera, ya no puedo, ese hombre me pone la piel de gallina, hace que mi boca se seque y mi pulso se acelere, es tan guapo, tan sexy, que odio con el alma que me haya dicho que no a ese café. —Profesor Nelson yo solo... —La señorita Parris incluso podría darle clases a usted, así que creo que lejos de enseñarle ella terminaría haciéndolo, espero que mañana venga con tanta actitud como la que muestra ahora por coquetear con su compañera, señorita Parris, los veo mañana. Barry camina hasta el estacionamiento y sube a un precioso auto color rojo, siento mis piernas hacerse gelatina, me voy a volver loca en el proceso por aprender, debo agradecerle a mi madre por obligarme a hacer esto. —¿Te acompaño hasta tu coche? —Gracias, que amable, pero iré en taxi. —¿No tienes coche? —Sí, pero no lo uso. Te veo mañana Matthew. Camino hasta la salida a esperar un taxi, mi teléfono suena dentro de mi bolsa, hago malabares para sacarlo y veo el número de mi padre en la pantalla. —My pretty girl. —Hola papi. —¿Cómo te fue mi vida? —Pues, creo que es algo obvio que soy mala con el inglés papi. Pero me voy a esforzar mucho, lo prometo. —Confío en ti Alice. Te veré acá, te amo cariño. —Te amo papá. Cuelgo la llamada y mi estómago hace ruidos de hambre. Preferiría ir a comer algo antes de irme a la editorial pero la idea de ir sola no me entusiasma tanto. —¿Perdida, señorita Parris? –cuestiona desde el interior de su auto. Su sonrisa me invita, ¿a qué? Aun no lo sé. —Solo me debato entre ir a desayunar o a trabajar. —¿Desayunar a esta hora? –observa su reloj–, es muy tarde para eso. Sube, te llevaré a un lugar para que comas. Esa emoción, corre por mis venas como lava hirviendo, es mi oportunidad de avanzar con esto si quiero que deje de verme como solo una simple estudiante pero no quiero volar antes de tantear el terreno. —¿Esta seguro que es correcto? Él parece pensarlo un poco y medio sonríe, temo que diga que no es correcto y se vaya la única oportunidad que tuve. —Ya no estamos en horario escolar, es correcto que te acompañe a comer. Sonrío internamente y asiento subiendo al coche, abrocho mi cinturón y me giro para verlo. —En ese caso, llámame Alice, por favor. —Bien Alice, vamos a comer. El coche avanza y el hambre se hace a un lado para darle paso al nerviosismo. Supongo que esto es un avance y debo aprovechar. *** Nos encontramos sentados en una mesa alejada de las miradas, entiendo que posiblemente por aquí ande uno que otro estudiante o maestro y no sería correcto que nos vean juntos. A mi realmente no me interesa pero supongo que a él si. —¿Qué te apetece comer, Alice? —A ti. –murmuro fijando mis ojos en él. —¿Cómo dices? —¿A ti que te gustaría? ¿Qué me recomiendas? Veo que se afloja la corbata y sonríe nervioso. —¿Comes de todo? —Sí, todo me gusta y si no lo he probado lo pruebo por que uno nunca sabe. Puede que sientas que no te va a gustar pero una vez que lo pruebas, se vuelve tu favorito. Veo que oculta una sonrisa con la carta del menú y niega con la cabeza. —En ese caso, pediré por los dos, ¿te parece? —Me parece perfecto. La mesera se acerca a tomar pedido y no pasa desapercibida la mirada descarada y coqueta que ella le da a Barry, para mi fortuna y no, él la ignora. Aquí hay dos posibilidades, o que sea casado o que busque lo mismo que yo busco, un hombre. Si algo me ha metido en bastantes problemas es mi falta de tacto a la hora de preguntar algo. —¿Eres gay? –cuestiono y siento mis mejillas comenzar a calentarse al ver sus ojos abiertos con incredulidad ante mi pregunta–, ay por el cielo, lo siento, lo siento. Me levanto de la silla incapaz de quedarme sentada frente a él después de semejante vergüenza, pero su mano alrededor de la mía me detiene. —Alice, no te vayas por favor, vamos a comer, ¿Quieres? Mi mirada viaja hasta nuestras manos unidas y él la suelta despacio. Mi estómago me traiciona y vuelve a rugir en protesta, Barry sonríe y señala la silla frente a mi. Me siento nuevamente y él vuelve a su sitio. La mesera llega con nuestra comida pero su mirada no se aleja de la mía. Comienza a comer y se ve demasiado apetecible lo que hay en su plato, pero justo ahora no sé ni por donde empezar. Salgo de mia pensamientos al sentir algo rozar mis labios, cuando fijo la mirada puedo ver que Barry me ofrece un trozo de carne. —Esta delicioso, prueba. Abro mis labios y disfruto de ese bocado que sabe a paraíso mientras nuestras miradas están fijas el uno en el otro. Veo que se moja los labios y aleja el tenedor de mi boca. Corta otro pedazo y lo lleva hasta la suya. —No soy gay, Alice. –asegura y se roba un trozo de zanahoria de mi plato y yo con esa declaración comienzo a comer por que ahora uno de los peores escenarios está descartado solo espero que no sea casado.
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