Era temprano, el cementerio estaba abierto y ya había algunos visitantes con flores, bolsas de basura, botellas de agua, cubetas y pequeñas palas.
Aunque el cementerio cobraba una mensualidad para garantizar la limpieza y protección de las tumbas, lo cierto era que cada temporada de lluvias la hierba crecía y se quedaba por un largo tiempo hasta que los familiares llegaban a limpiar.
Regina tragó saliva. Era la primera vez que visitaba la tumba de Clara. Se sentía culpable, nerviosa y triste, todo al mismo tiempo y se preguntaba cuál de esas emociones vencería al final.
Caminaron un largo tramo para llegar a la sección correcta y se detuvieron frente a un árbol.
Regina alzó la mirada, dentro del cementerio había secciones pavimentadas para que pasaran los coches y ese árbol fue podado
