Aniversario Parte 1

1841 Words
Lo primero que noté, fue la cereza, explotó entre mis dientes mientras Leo me besaba y me llenó de ese sabor dulzón, sus manos presionaron mi espalda y yo me recosté sobre el respaldo del sillón, por la posición en la que estábamos, ya no podía ver la pista, tampoco escuché el sonido, sé que la música no se detuvo, Nocturne Royal tiene la reputación de ser muy ruidoso, solo sé, que dejé de escuchar. Lo abracé pegando mi pecho al suyo, quería que siguiera, él besó mi oreja, pasó las manos por mi cadera y después se apartó – es suficiente con eso. Maldije entre dientes y me acomodé. Leo tomó el coctel y lo bebió hasta el fondo – ¿dónde están los baños? – Al fondo a la derecha, no, es a la izquierda, a la derecha es el baño de mujeres – señalé la pared en dónde se veían los letreros. Me recosté, ahora sé que lo malinterpreté, pero esa noche, me sentí como la persona equivocada en el lugar indicado, escuché la música, respiré profundamente y me sentí perdida en un laberinto sin fin. Eso fue hasta que él llegó. Ya hablé sobre mi tercer novio, ¿cierto?, muy funcional, puntual en extremo y organizado, ambos sabíamos que no teníamos algo serio, que no había sentimientos y que nunca cenaríamos con los padres del otro. Lo conocí por casualidad, estaba sentada comiendo pastel de chocolate y él se sentó en la silla de enfrente, dijo que llevaba tiempo observándome, que le gustaba mi estilo y que sí quería algo sin complicaciones, podría llamarlo. Me burlé, pero igual lo llamé. Terminamos porque mi madre quería que fuera a citas a ciegas y al vislumbrar mi futuro con él, no me gustó lo que vi. Su nombre era Jared, Nocturne Royal era su bar favorito y esa noche, casualmente, estaba ahí, con un vaso en las manos, sin el saco y la corbata desajustada. – Tiempo sin verte, Regina. Su voz fue familiar, me levanté para verlo y lo reconocí, él siempre exudó mucha confianza, creo que fue por eso que lo llamé. – ¿Es tu nueva víctima? – señaló el bar y supe que había visto a Leo. – No es tu asunto – tomé mi saco y volví a ponérmelo, para no quedarme solo con la blusa escotada que había preparado para esa noche. Él sonrió – tal vez, sabes, pensé que me habías dejado por alguien que valiera la pena, pero sé que no has tenido ni una relación desde que tú y yo terminamos, hasta ese tipo – lo dijo y entró al espacio de la habitación. Me sentí incómoda – como dije, no es tu asunto, terminamos hace más de un año y no me creo que en todo este tiempo tú no hayas salido con alguien más, o con muchas más – me levanté – largo de aquí. Él siguió parado bajo la cortina de cuencas, de repente miraba hacia atrás, pero no se iba. – ¿No me escuchaste? – alcé la voz y al ver que él no se movía, tomé mi bolso y me dirigí a la cortina, lejos de su posición. Él atrapó mi muñeca y me regresó a la cama, de inmediato intenté levantarme – ¿qué crees que estás haciendo? – Casi no te escucho – se inclinó hacia mí – grita más fuerte. Tomé uno de los cócteles y se lo arrojé al rostro. El alcohol, o tal vez el hielo, uno de ellos lastimó sus ojos. Yo aproveché la oportunidad, di la vuelta y vi a Leo. Él me miró, después a Jared y tomó mi mano, después se paró delante de mí. Unos segundos después y con la camisa desabrochada para limpiarse, Jared volteó a vernos, ya no tenía el vaso en la mano, pero sí una mirada desdeñosa, su tono fue de burla – ¡eres el nuevo! – sonrió – toda tuya, no vale tanto – dijo, antes de irse por el otro lado de la mesa. Mis ojos se humedecieron, comencé a llorar y me aferré al brazo de Leo. Quería mostrarle una versión cautivadora, pasé años viendo como mi madre volvía loco a mi padre con un toque, con un bikini o una simple sonrisa, quería ser así, quería mostrarle lo mejor de mí y terminó siendo un desastre. Leo me acompañó de regreso al sillón, me dio un pañuelo y ordenó un vaso de agua fría. Me sentí tan estúpida. Él me abrazó – este lugar no es tan interesante, y la selección de música es un asco – me dijo de pronto. – Lo siento. – Si no quieres hablar de eso, está bien. Quería hacerlo, no quería que él se quedara con esa última frase que me hirió más de lo que pensé – lo conocí hace dos años, solía visitar a papá, pasaba a la cafetería, ordenaba un pastel y un día, él se sentó y me invitó a salir, así que…, comenzamos algo. No sé cómo llamarlo, porque no tuvimos una relación romántica, no enviamos mensajes de afecto, no peleamos, tampoco nos enviamos regalos ni compartimos nuestras vidas, pero no puedo decirle al hombre al que amo, que solía tener una relación basada puramente en el sexo, con otro hombre, sin sonar como una cualquiera. Pensé muy bien mis palabras – un día entendí que quería algo serio en mi vida y, terminamos, yo me enfoqué en mi trabajo, no sé qué hizo él y no me interesa. No volví a verlo desde entonces. Lo que él dijo. – ¿Qué fue? – preguntó – hay mucho ruido en este lugar, no pude escucharlo. Me sentí un poco aliviada – nada. Él se recostó y tiró de mi hombro, así que hice lo mismo. – Pasé todo el día en el juzgado, mis clientes hicieron bien en divorciarse, la mejor decisión de sus vidas – suspiró – ¿te molesta si duermo un poco? – ¡Con este ruido! – No subestimes mi cansancio. – De acuerdo – le dije y me recosté a su lado, poco después me acomodé sobre su pecho y escuché los latidos de su corazón. Estuve muchas veces en ese bar, no recuerdo una sola noche en que haya estado tan silencioso y quería pensar que eso era algo bueno, pero una parte de mi volvió a ese cine, vi mi diente sobre la palma de mi mano, sentí la sangre bajando por la comisura de mis labios y a Leo, tomando mi mano para sacarme de ahí. Desde que éramos pequeños, fue la clase de amigo que siempre estuvo presente para apoyarme. Antes de que la velada terminará, me serví una, o cuatro veces, recuerdo que Leo tomó mi mano para evitar que siguiera bebiendo y dijo – no podrás conducir a casa. – No planeo hacerlo, está bien, el bar tiene un servicio de choferes. Él tomó el vaso – yo te llevaré. A la mañana siguiente tenía dolor de cabeza. No recuerdo cómo llegué a casa. ***** – Lindo reloj – dijo Javier, después de ver a Leo, lo primero que notó fueron el costoso reloj en su muñeca, y al analizarlo, descubrió que era genuino – debieron darte una buena indemnización. – Deja eso – le dijo Leo y apartó su mano – ¿Cris no ha llegado? Javier cerró la puerta – la última vez que nos reunimos llegaste tarde, está haciendo tiempo para no tener que estar a solas conmigo. La enemistad de Cris y Javier comenzó la misma tarde en que lo atropellaron, un policía lo interrogó y armó el caso en base a su declaración, lo que Leo dijo después no importó, la versión oficial decía que él, se abalanzó sobre el coche, él puso las manos sobre el frente, se convirtió en una amenaza y el conductor hizo lo necesario para defenderse. Javier aún se sentía culpable por lo que había hecho, pero Leo no le guardaba rencor, sabía que la policía lo hizo a propósito y Javier fue víctima de un interrogatorio agresivo, Cristián era diferente, él culpaba a Javier por haberse dejado engañar y por todo lo que pasó con la investigación. El día en que Leo juró que lo encontraría, Cristián estuvo de acuerdo, pero cuando Javier se les unió, Cristián lo golpeó, entre las cosas que dijo hubo una frase, “no necesitamos a un idiota”, desde entonces, su relación iba de mal a peor. – Esperaremos, ¿tienes café? – Atrás, sírvete – le respondió Javier. Como era de esperar, Cris llegó tarde, miró alrededor y criticó la limpieza de la oficina – insisto, cualquier lugar sería mejor que este para reunirnos. – Lo pensaré – dijo Leo y señaló el asiento en el sillón para que Cris se sentará – ¿qué descubriste de Quantum? Cris abrió su portafolio y sacó su computadora – es una empresa de inversiones, tiene buenas reseñas, su sitio está estructurado y ofrece muchos servicios, hay inversiones de bajo, medio y alto riesgo, depende de cuánto quieres invertir. Le pedí a uno de mis empleados que se inscribiera e hiciera una investigación rápida, todo parece en orden. – Pero – dijo Javier. Cris volteó a verlo con enfado – la información de las inversiones no está abierta al público, a menos que inviertas, sí queremos saber más, tenemos que poner dinero. Leo bajó la mirada – háblame del payaso – le dijo a Javier. – ¿Quién? – Nuevo apodo, desde ahora le diremos “payaso” Javier sonrió – mi idea de los apodos es buena, sabía que la valorarías – sonrió con audacia – nuestro payaso va a Obsidiana de tres a cinco veces por semana, generalmente se presenta a la hora de la comida que es de dos a cuatro o a la hora de la cena, de siete a nueve. No hace reservación, la habitación número quince permanece cerrada y disponible para cuando él la necesita, no llama con anticipación y no hay forma de adelantarnos a sus visitas – juntó las manos con cierta resignación, deseaba descubrir algo más. Leo asintió – hay otro lugar, se llama Nocturne Royalte, es de la misma cadena hotelera, averigua sí él va con frecuencia y consigue un empleo como chofer. Javier abrió los ojos – de acuerdo, pero tendría que cerrar mi agencia de investigación. – Es increíble que siga abierta – susurró Cris. – Una cosa más – dijo Leo y respiró profundamente – voy a casarme. Tanto Javier como Cris creyeron que habían escuchado mal. – ¿Con quién? – preguntó Javier, Cristián se mantuvo en silencio. Leo junto las manos – con una antigua compañera, tiene problemas legales y necesita estar casada por un año, los dos llegamos a un acuerdo, tendremos el dinero para una falsa inversión, contrataremos a un prestanombres y ella se encargará de conseguirte el trabajo, no volveré a hablar al respecto, solo respondan, ¿siguen dentro?
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