"¿Autocompasión?", sonreí levemente tapándome la boca con la mano. Julian ni siquiera sospechaba el motivo por el cual intentaba evitarlo, eso me hizo sentir traviesa y más inteligente. Debía demostrarle que conmigo no podía jugar, no era la misma tonta que fui a los diecisiete, le iba a demostrar de lo que estaba hecha y le cerraría la boca. Alcé la barbilla, soltando un largo suspiro. Para cuando él volvió, ya estaba ojeando la agenda y me puso al corriente del motivo de su viaje, Julian cerraría un trato con varios comerciantes Árabes durante la semana. Se sujetó el cinturón y yo hice lo mismo, minutos después, despegó el jet. Sentí un delicioso aroma y volteé, encontrándome con la figura de una hermosa castaña. —Ha llegado el desayuno Monsieur Hall, Señorita Norton —tenía acen