Episodio 2

1686 Words
Damián estaba feliz, por fin el sábado, cenaría en su casa, estaba nervioso por el evento, al punto de que pasó horas revisando mi guardarropas, quería encontrar algo lindo y elegante pero que dejará a sus hermanos llenos de envidia al mismo tiempo que sus padres pensaran que yo era sumamente recatada. Traté de explicarle que no poseía un sentido tan alto de estilo y moda como para parecer una bomba sexy pero recatada. —¡Déjame comprarte algo! ¡Por favor! —suplicó. —¿Toda mi ropa es horrible? ¿Me vas a comprar un guardarropa completo? —pregunté —Si hace falta. Entiéndeme, quiero que causes una buena impresión —dijo. —Esa es la ropa que tengo, por ahora esa soy yo. La ropa no define a la gente —dije frustrada—. Me pondré lo que digas por esta vez pero ¿Y después? —¡Ponte lo que quieras! Te verás guapa con cualquier cosa —dijo en tono manipulador. Ya lo conocía yo bien. —¡Esta bien! Vamos y elige el vestido que quieras que me ponga —le dije sonriendo— ¡Solo lo hago porque eres un llorón! —¡Gracias! Estoy nervioso, solo es eso —aseguró mientras le dedicaba una mirada lasciva a mi cuerpo semidesnudo. —¡Nada de eso campeón! —le dije mientras me terminaba de quitar la ropa—. Me vestiré para que me lleves a comprar ese vestido tan único. Llegamos a tiempo para prepararnos y estar listos, Damián estaba tan ansioso que no quiso ir a su casa y venirme a buscar, se trajo su ropa y se cambió en mi apartamento. Íbamos en el auto y yo no podía de angustia, el nerviosismo de él solo me causaba más ansiedad. Finalmente eligió un vestido amplio de seda estampada de color negro con amarillo, era abierto al frente hasta dejar ver una de mis piernas hasta lo más alto de muslo, era de mangas largas y amplias pero con un escote sutil al frente, debí reconocer que mi novio tenía un gusto exquisito, yo no lo habría elegido jamás, pero me veía super sensual y regia en él. Llevaba el cabello suelto ondulado, labios rojos y algo de polvo sobre mi rostro, mis cejas bien maquilladas un poco de rímel y ya, Damián quedó encantado. Se podía adivinar mi sensual figura debajo del vestido, dejaba ver de refilón mis pechos y una de mis piernas, me sentía una chica de moda  y muy sexi. Llegamos a la imponente mansión, en mi ignorancia era incapaz de decir cuánto medía todo aquello pero había una fuente gigante, muchos carros de lujos y un halo de elegancia indiscutible. Damián llevaba una camisa manga larga blanca de algodón, jeans y su chaqueta de cuero. Él no se exigía a sí mismo la elegancia que me pedía a mí. Al llegar nos recibieron sus padres, rondaban los 70 años pero se veían muy bien conservados, la señora era blanca y delgada, llevaba su rubio cabello en un moño alto, el señor era moreno claro de cabellos blancos delgado y muy alto. —¡Nos ha hablado de ti mucho! Creo que Damián está obsesionado —dijo su padre bromeando. —¡Eres hermosa como dijo! —se limitó a decir la señora muy seria y distante. Casi con tono falso pero aún yo no quería juzgar. Ya estaba su hermano Sergio, era más parecido a la señora, un rubio de ojos marrón claro, sus ojos se veían profundos, con la piel muy pálida y de nariz aguileña, rostro alargado. Era alto y atlético, guapo pero no se parecía en nada a mi Damián. Su novia, Nim, era una morena oscura alta de cuerpo despampanante, tenía el cabello largo negro, lo llevaba trenzado, vestía un romper blanco corto asimétrico, con una manga de un lado y el otro sin manga, nunca había visto una mujer tan hermosa, yo estaba segura de haberla visto en alguna revista o en la televisión quizás. Ella ni me determinó, mientras Sergio me dedico una mirada curiosa de arriba abajo limitándose a sonreír, en eso también se parecía a su madre, se veía distante. Nim y Sergio hacían una pareja de lujo. —¡Buenas noches! ¿No presentan? —dijo un moreno claro alto con voz grave y amable. Era un espectáculo de hombre, parecido a Damián y al señor Hermes pero mucho más alto, de espalda ancha y cuerpo musculoso, llevaba el cabello rapado como Damián, tenía los ojos marrón claro de Sergio y pero mientras Sergio y Damián tenían el rostro anguloso, este hombre lo tenía rectangular, con una mandíbula muy marcada que lo hacía ver más varonil que a Damián, que parecía un adolescente a su lado. —¡André! Encantado —dijo mientras me dedico una sonrisa amable y cálida—. Ella es mi novia Dora. No había notado a la mujer junto a él, una pelirroja delgada de rasgos hermosos, parecía una muñeca de porcelana frágil y delicada. Llevaba un vestido beige ajustado con un sutil escote en sus pequeños pechos, casi no iba maquillada, su cabello lo llevaba ondulado y medio suelto, como si se hubiese recién levantado, imaginaba que era un efecto de moda. A diferencia de su novio, ella ni me miró, saludó y siguió enseguida con la morena novia de Sergio. Damián me miraba nervioso y sonreía, pero hasta entonces me sentía una cucaracha, solo André y el señor Hermes habían sido ligeramente amables conmigo. Hasta que llegó el hermano que faltaba, Lucio, llegó riendo abrazado a su esposa Marcolina quien al entrar me guiño un ojo y me saludo como si me conociera de toda la vida, llevaba un vestido negro largo sin mangas y con un escote discreto al frente. Él fue más entusiasta. —¡Hola! Tú debes ser la novia de Damián, bienvenida. Esperamos causar buena impresión —dijo y me guiño un ojo como había hecho su esposa, casi podría jurar que lo hicieron exactamente igual. Debían llevar tiempo juntos, y parecía que se amaban. Lucio era alto y musculoso, elegante, llevaba el cabello abundante engominado, sus ojos grises eran muy expresivos, tenía rasgos muy varoniles pero a la vez finos, era hermoso y sonreía ampliamente con sinceridad. —¿Estudias bioanálisis? —preguntó Lucio mientras se llevaba a la boca un pedazo de carne a medio terminar. —Si —respondí. —¿Y cómo conociste a este holgazán? —preguntó señalando a Damián, asumí que Lucio era el líder Me preocupe por el comentario, pero Damián sonrió, se dedicaba a escribir guiones para series de televisión, quería ser productor de cine y guionista, a su familia no le gustaba la idea, solo Lucio lo apoyaba. —Estudio con Martina, amiga de Damián —respondí. —¡Ah! ¡Así que de allí fue! ¿Si sabías que él tenía una novia casi que al mismo tiempo que tú o la dejo por ti? —dijo Nim. —¡Nim! —le dijo Sergio que me miró y negó con la cabeza avergonzado. Ella se rio con burla y miró a Dora, quien disimulo y bajo la mirada estaba segura de que me odiaban. ¡Qué horror! No recordaba lo de la antigua novia de Damián, había oído que era modelo, hija de un famoso actor. Claro que ellas la conocían. Marcolina me miró y sonrió, me hizo un gesto con el hombro que parecía querer decir que no le diera importancia. La cena transcurrió luego con normalidad, ellos conversaban sobre sus cosas y me ignoraron el resto del tiempo. Sentía la mirada intensa de André, quise pensar que era idea mía y que lo estaba imaginando pero cuando miraba en su dirección no me esquivaba la mirada, me la sostenía con una expresión seria en el rostro como si me conociera de otro lado y estuviera tratando de recordarlo. Era un hombre muy sensual, sentir su mirada me hacía sonrojar, solo esperaba que nadie lo notara. Tenía 31 años, era el director de una clínica, era un hombre hecho. No podía creer que tenía esos pensamientos teniendo a Damián a mi lado. Al terminar la cena bebimos algo en la sala reunidos, Damián me dejó sola un momento para ir al baño, André se acercó y sentí como mi corazón se aceleró, ¿Por qué tenía ese efecto en mi? Me turbaba el sonido de su voz, su cercanía, el calor que emanaba su cuerpo. —Si quieres prácticas, o un trabajo de medio tiempo, en la clínica hay un laboratorio. ¿Te interesa? —me preguntó acercándose a mí lo suficiente para oler su perfume. —Si, sería genial ¿Qué debo hacer? —le dije nerviosa, luchaba por no dejarme quebrar mi voz. —Dame tu número, nos pondremos de acuerdo para que vayas a la entrevistas y lleves tu resumen personal —dijo. Le di mi número y André no me volvió a determinar en toda la noche, hasta que se fue y me lanzó una mirada lasciva de arriba abajo, lo supe porque era la misma mirada de Damián, la que ponía antes de desvestirme y penetrarme con afán. Me sentí incómoda pero yo también lo mire con deseo, me preguntaba cómo sería estar debajo de él, sobre él, imaginé su miembro erecto por mí, imaginaba que esa mirada que me lanzó lo pudiera excitar a ese punto. Estaba tan caliente y Damián seguro iba a querer tener sexo esa noche pero no me sentía bien haciéndolo con él, deseando a su hermano. ¡No es nada! Es normal, el hombre es un semi dios hermoso, se me pasará, me dije a mi misma. —¡Vamos! —dijo Damián tomándome por la cintura, sacándome de mis pensamientos inapropiados. —¡Amor! Hoy deseo dormir temprano, necesito que me lleves pero no podrás quedarte —le dije. Me miró con decepción. —He estado toda la noche pensando en hacerlo con ese vestido puesto —dijo riendo de forma manipuladora. —¡Damián! —dije.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD