La receta de la abuela

©Jazmin Flores. 2022 Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito del autor. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual. ◾◾◾◾◾◾◾◾◾◾◾◾ La belleza es... ¿Que es la belleza?, ¿En realidad es algo solo físico?, ¿Quien define que es bonito y que no?, ¿Cuando fue que los estándares de belleza fueron fijados?. No tenia las respuestas para esas preguntas, solo sabía que yo no era bonita ante los ojos de los demás, no tenia un cabello brillante y sedoso, no tenia una piel perfecta, no tenia la altura adecuada, ni el cuerpo esbelto y con las curvas correctas, no era una chica 90, 60, 90, no era refinada y femenina, no, sin duda yo no era una chica bonita, pero eso jamás me importó, jamás me lastimó, no hasta que llegó él. ◾◾◾◾◾◾◾◾◾◾ Capítulo 1. —¿Cuántas veces más?, solo dímelo, ¿Cuántas veces más vas a equivocarte…la próxima vez serás despedida. «Despedida». —Pe-pero señor… yo… —Basta Maxine, no quiero tus escusas como siempre, por tu culpa tendré que disculparme toda la tarde, ahora vete, tengo cosas que hacer. “Tonta y fea, esta mujer es el colmo”. Maxine Rells salió de la oficina del jefe sintiéndose muy desdichada, nada había sido su culpa. —¿Estas bien?. El corazón de la desdichada chica se aceleró con rapidez al escuchar esa voz tan atractiva y tan varonil, la voz que sólo podía poseer Roger, el hermoso hombre del que Maxine había estado enamorada por casi tres años. —Si— respondió ella con una sonrisa que no podía ocultar o disimular. —No le hagas caso a Derek, si él te despide yo voy a contratarte, pero perderte jamás— dijo Roger con gentileza y con una hermosa sonrisa que la reconfortaba de un modo inexplicable. Maxine sintió que estaba volando en el paraíso. Roger era perfecto, era dulce, amable, era guapo, era caballeroso, generoso, era simpático, tenía todas las cualidades que un hombre de verdad debería de tener, todo lo opuesto a su frívolo y arrogante jefe. ¿Pero que había pasado?, pues… (Tres horas antes…) «Los informes, los informes», Maxine juntaba un montón de carpetas, carpetas que tenía que llevar a la sala de juntas, donde se llevaría a cabo la reunión de los accionistas y ejecutivos de alto nivel, reunión que se llevaba a cabo cada inicio de mes. Estaba en eso cuando una mujer muy guapa llegó hasta ella. —Oye, necesito que vayas a mi auto y que traigas mi bolso — ordenó la mujer sin nada de gentileza. Maxine quería rehusarse, pero resultaba que esa mujer era la prometida de su jefe, no podía decirle que no, así como así. —Si claro, primero llevaré esto a la sala de juntas y luego voy por su bolso— dijo la chica tratando de ser amable. —¿Estas loca?, necesito ese bolso ya, voy a recibir una llamada muy importante. —Si, señorita pero… —Escúchame bien, si no me traes mi bolso voy a decirle a mi novio que te despida— Amenazó la mujer con frialdad. —Pero ya voy tarde a la junta, y su novio va a despedirme si no llevo estos informes. La mujer delante de ella lanzó un suspiro y sonrió. —Está bien, yo los llevo y ya está, asunto arreglado, ahora ve por mi bolso. —Pero señorita son muy importantes y… —¿Estas diciendo que yo soy torpe?. —No, no, claro que no… —Entonces ve, ¡Ahora! —exigió la mujer y le quitó los informes de las manos. Maxine no tuvo más opción que confiar en esa mujer, aún en contra de su buen juicio fue hasta el estacionamiento por la dichosa bolsa. Mientras tanto, Amanda la prometida de Derek Voulder caminó a paso firme hasta la sala de juntas, pero antes de llegar tuvo un pequeño accidente, los folders se cayeron y se regaron por todas partes, se revolvieron y Amanda no sabía que hacer, hizo lo que creyó correcto. Los juntó y los acomodó como pudo, llevó los folders así, a la sala de juntas y los dejó sobre una mesa, nadie se enteraría, sólo fue un pequeño accidente, nada de que preocuparse, al menos no ella. Mientras tanto Maxine llegó con su bolso y se lo entregó a una sonriente mujer, se apresuró a ir a la sala de juntas donde ya estaban todos reunidos y no perdió mas el tiempo, les dio un folder a cada uno de los accionistas sin haberlos revisado antes, pues ya lo había echo alrededor de cuatro veces esta mañana y todo estaba bien, todo parecía ir bien durante la junta. Hasta que llegó la hora de la presentación de Derek, el presidente de aquella empresa de cosméticos. Él abrió su folder y lo miró, de inmediato su vista se posó en su fea asistente, y ella se acercó a él con cautela pues ya habia aprendido a identificar sus miradas de odio. — Que mierda es esto?— preguntó en voz baja con evidente disgusto. La chica por supuesto tampoco sabía que habia ocurrido, tal vez solo era ese folder, así que fue a buscar uno mas y resultó que estaba peor, estaba todo revuelto, ninguna hoja estaba en su lugar y así fue como todo se volvió un caos. Así que ahora el jefe estaba completamente molesto, pues los accionistas no pudieron leer los informes y la presentación del jefe se pospuso. Maxine ya sabía de quien era la culpa, solo que no podía acusarla pues la prometida del jefe resultaba ser la gerente de diseño grafico, no habia nada que hacer al respecto, solo soportarlo y nada más. Recibió una reprimenda delante de todos y ahora parecía un pobre perro regañado con la cola entre las patas y con la mirada sobre el suelo. —No debes de ser tan malo con la pobre mujer. —No la defiendas Roger, quede como un estúpido por su culpa. —Bueno ya olvídalo, un error lo comete cualquiera. —Si a mi padre no le agradara tanto, ya la hubiera despedido, me pone de malas solo verla, siempre con su peinado tan feo y sus ropas las cuales parece que las saca...¿De dónde carajos las sacará?— se preguntó Derek así mismo. —Bueno, como sea, solo digo que...el aspecto físico no siempre lo es todo. —En esta empresa se promueve la belleza, de eso vivimos tu y yo, así que no me salgas con estupideces. —Al menos puedes llamarle la atención en privado, diste un espectáculo con ella allá afuera. Maxine era una chica buena, pero sin una pizca de belleza, ella solo prefería por mucho comprarse un buen libro que gastar su dinero en ropas caras o en maquillaje que ni siquiera sabía usar. Ella decía que sus prioridades eran diferentes a las de las demás mujeres. Era una licenciada en administración de empresas, tenia 28 años y ningún novio, tampoco era que eso le importara o le molestara, ella era una fiel creyente de que el amor llegaría en el momento justo. Pensaba que la belleza interna era mucho mas hermosa que la belleza física, y tenia razón, solo que para la mayoría de las personas no era de ese modo. Como fuera, a ella le encantaba su trabajo, no por lo que le pagaban, no por las prestaciones, amaba su trabajo por ese hermoso hombre que siempre le sonreía con dulzura, era alto, de cuerpo perfecto, con un estilo único y masculino, él era lo que toda mujer quería, Roger el hermano menor de Derek era perfecto. Lanzó un suspiro y se despabiló de inmediato al ver a su despreciable jefe, el gran Derek Voulder, aquel hombre no era amable o gentil, él era arrogante e insoportable, se creía un dios, y siempre lucia de ese modo tan…altanero, lo único bueno de ese hombre era su inteligencia. Derek era guapo, pero eso no le quitaba lo déspota. La chica se enderezó en su lugar y se aclaró la garganta, Amanda sonreía mientras iba sujeta del brazo de su prometido, ellos se iban a casar pronto, eran una pareja envidiable ante la vista de algunas personas, pero todos sabían que no iban a durar mucho, Derek no era la clase de hombre que estuviera con una sola mujer, solo se casaba con Amanda debido a las exigencias de su padre. —¿Por que no contratas a otra asistente?...un hombre o ya de perdida una que no este tan fea— dijo Amanda en voz baja, pero no lo suficiente como para que Maxine no la escuchara. —Pronto me desharé de ella— dijo Derek mientras miraba a su asistente con desagrado. —Señor ya re-agendé las citas para mañana, aquí tiene la lis... —Gracias, no me pases ninguna llamada hasta dentro de una hora. —Si señor, pero... —Nada, no me interesa, no me pases ninguna llamada. —Si señor— dijo Maxine mientras se encogía en hombros. Ella no siempre trabajó para Derek, en realidad ella era la asistente del señor, Alessio Voulder, solo que su antiguo jefe hacía unos meses atrás se había retirado por completo de la empresa y quien se quedó a cargo fue Derek, su hijo mayor y el heredero del trono. Mientras que Roger su segundo hijo, asumió la vicepresidencia. Maxine tenía muchas ganas de renunciar, pero ella estaba muy enamorada de Roger, le pesaba saber que si se iba, no volvería a verlo nunca más, tal era su devoción que soportaba los insultos de Derek. Regresó a su lugar y continuó trabajando. Su jefe se solía encerrar en aquella oficina con su prometida, y era evidente que no se ponían a trabajar. La pobre chica se puso de pie muy rápido al ver al señor Alessio Voulder llegar, y junto con él, el hombre de sus sueños. —Señor Voulder. —Hola Maxine, ¿Derek esta en su oficina?. —Si… digo no, es que él está ocupado. —¿No está con Amanda? —preguntó Roger con su hermosa voz que hacía suspirar a Maxine. —Si— respondió la chica. —Entonces no hay problema — dijo el señor Voulder y caminó hasta la puerta. Roger sonrió y caminó detrás de su padre, fue entonces que Maxine reaccionó pero ya era tarde, el señor Alessio ya había abierto la puerta. Hubo un grito y un fuerte golpe, resultaba que Derek y Amanda estaban teniendo sexo sobre el escritorio, y cuando el señor Alessio entró Derek lanzó lejos a su prometida, haciéndola caer de nalgas al suelo. Maxine sólo cerró los ojos y supo que ahora sí, iba a ser despedida.