Capítulo 8

1112 Words
Doy media vuelta y me aproximo a la carreta, me agacho y me arrastro un poco en el fango para observar mejor que ocurre ahí abajo. Me sorprende ver un par de maderas rotas con las que aquel grupo intenta encontrar apoyo para sacar la carreta, pero el peso ha sido más del que pueden soportar, por lo que terminan tal y como están, no van a sacarla por más que lo intenten, al menos no, sino que encuentran una mejor manera. Me levanto de mi sitio y busco algo más duro que pueda tomar el trabajo de las maderas, no tardo mucho encontrar un par de piedras que pueden ser de utilidad, sin embargo, por el estado en como se encuentra mi cuerpo, deduzco que mi intento será inútil, así que me acerco a uno de los hombres, un joven que pone toda su fuerza y empeño en sacar el transporte, quizás de su familia. Cuando el chico nota mi presencia y me dirige la mirada, frunce el ceño, extrañado al no saber quién soy o que pretendo. —Sé como sacar la cerreta del lodo—expreso indicándole con la mano que me siga. Duda por un segundo, pero al final deja su puesto y me sigue—necesito dos rocas, las más grandes, ve y tráelas para ponerlas junto a la rueda. El joven mira en la misma dirección que yo y asiente al ver el grupo de piedras no muy lejos de nosotros. Mientras él corre por lo que le he solicitado, vuelve la mirada a la carreta, solo entonces me doy cuenta de que la familia se ha detenido y únicamente me observan. —¿Tienen una pala o un recipiente que pueda usar para el lodo?—alzo la voz dirigiéndome hacia el hombre que ha estado guiando a los más jóvenes para sacar la carreta. El hombre me mira receloso, no dice nada, pero el llanto del pequeño aún resuena en mis tímpanos. —Hay que hacer lo que dice, padre—dice el joven más próximo a él, por lo que ha dicho y por el parecido que hay entre los dos, imagino que es su hijo, quizás el mayor, tal vez de mi edad. El hombre finalmente asiente y el chico busca rápidamente entre sus pertenencias, algo con la descripción que le he pedido a su padre, al final solo saca un sartén de cocina, no es lo que esperaba, pero al no haber otra cosa tengo que conformarme con trabajar con eso. Lo tomo y vuelvo agacharme sobre el fango. Rasco alrededor de la rueda para poder liberarla poco a poco del fango, es una tarea que se tiene que hacer con agilidad y rapidez o corro el riesgo de que el agua comience a juntarse nuevamente y la rueda se hunda aún más. El chico llega con las piedras y entonces él y su padre se acomodan a mi lado para colocar las piedras justo donde he rascado. Nos levantamos y entre todos empujamos la carreta desde la parte posterior, es más pesada de lo que yo creía, pero una vez que la rueda se ajusta sobre las rocas, esta salta después de aplicarle aún más fuerza y finalmente la liberamos. Los hombres gritan al unísono para festejar la liberación de la carreta, pero yo no participo de su celebración porque en realidad no me importa, ni siquiera sé quienes son ellos. Me aproximo al hombre, el cual aquel joven se refirió como padre, aunque su cabello está caído gracias al agua de lluvia, puedo notar una que otra cana blanca, su nariz es grande y puntiaguda, cara cuadrada y entrecejo abultado. Le entrego la sartén y doy media vuelta para continuar mi camino hacia ningún lado. —Oye—alza la voz, me detengo, doy media vuelta y los observo desde mi sitio—¿Quieres que te llevemos a algún sitio? —¿Conoce la aldea de Lepus?— me limito a decir, aunque la verdad no sé si es una buena idea. Al pronunciar el nombre del lugar donde solía vivir, aquel hombre sonríe, mira a su hijo, quien comparte la misma expresión que él y entonces asiente. Me despierta el ruido de la rueda chocando contra una roca, al observar mi entorno veo a los jóvenes dormir frente a mí, son tres chicos de diferentes edades. El mayor ronda los dieciséis años, el siguiente tendrá quizás unos catorce y el tercero unos diez o doce años. En una esquina se encuentra la mujer, madre de todos ellos, se le ve tan delgada, es extraño que alguien conserve una figura esbelta después de varios embarazos. Tiene puesta una capa oscura y gruesa, está hecha de cuero de algún animal, no es muy vistosa, pero es lo suficientemente abrigadora para lograr que su pequeño se mantenga quieto durante el viaje. Al mirar en donde nos encontramos descubro que está amaneciendo. Los primeros rayos del sol se alzan sobre la cúpula de un templo que me es muy familiar. Las construcciones, los árboles y campos, los conozco perfectamente, es mi hogar o al menos lo fue. Me cubro el rostro con la capucha de la capa que aquella mujer me obsequio, quizás como pago por haberles auxiliado en medio de la lluvia. Agradezco el poder ocultarme en ese momento, ciertamente no quiero que nadie me reconozca. El pueblo aún duerme, los habitantes aún no inician sus actividades, al menos no en las calles principales donde se encuentran los pequeños negocios de comercio como panaderías, carnicerías y otros servicios. El carruaje continúa avanzando, aquel hombre canoso guio a sus caballos durante toda la noche para llegar al pueblo, supongo que no quiere que su familia siguiera sufriendo por el mal clima. Me sorprende descubrir que el pueblo no ha cambiado en lo absoluto, está tal y como lo deje, por supuesto, en apariencias. Las casas, los comercios, las calles, incluso su olor es el mismo, sin embargo, mientras los recuerdos de mi vida aquí vuelven a mi memoria conforme avanza, la carreta, súbitamente, se detiene. Al levantar la vista me encuentro con aquella casa vieja que perteneció aquel médico exiliado, pero ya no es más lo que yo recordaba. La casa está renovada, tiene una nueva capa de pintura blanca, cristales y puertas de madera sobre las ventanas y seguramente los muros y peldaños mohosos han sido reemplazados por madera buena. Me alegra por la casa porque permaneció abandonada durante un largo tiempo y también por la familia que ha obtenido un hogar, pero me consternan los recuerdos, aquellos hermosos momentos que pase con Stefan en el interior de ese lugar.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD