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1474 Words
Mía Despierto por los rayos de sol que se cuelan en el enorme ventanal, doy vueltas intentando volver a conciliar el sueño, después de  un rato aborto la misión y me levanto de la cama con la idea de ir un rato al gimnasio, el cual había   empezado cuando mi asma y mis alergias empeoraron por las cuales tuve que pasar varias noches conectada a los respiradores, y aquella máquina que habían salvado mi vida en incontables ocasiones, después de un tiempo lo había adoptado como una terapia, me ayudaba a alejarme de todo y canalizar el estrés, una vez me cambio me dispongo a salir y me encamino al ascensor, el cual debo esperar unos eternos minutos, una vez llegan varias personas baja de él, espero la salida de todos para poder entrar sentí mi mundo paralizarse ante aquel chico, sus ojos permanecía fijo en la pantalla de su celular, por primera en mi vida me encontraba en la terrible encrucijada de sí pasar desapercibida o hacer algo, definitivamente había enloquecido como tales pensamientos, entro deprisa al ascensor con cuidado de no chocarle, ya que venía distraído, una vez  adentro suspiro profundo y enfoco mi mirada al techo, esperando el cierre de la puerta, sus ojos se abren como plato al bajar la vista y  encontrarlo ahí  observándome detenidamente, nunca en mi  vida había estado  tan feliz de que una puerta se cerrara, habían sido los segundos más incómodos de mi  vida. Pasándome la toalla que no sé cómo demonio había llegado a su  mano, la tomo de prisa e intento decir ojo, pero las palabras se esfumaron él estaba igual que yo perplejo Axel Estaba simplemente estupefacto allí parado tratando  de procesar lo que pasaba, esa chica había algo en ella que simplemente me atraía como abeja a la miel, no soy capaz de hacer nada y el ascensor se cierra en mis narices,  camino de regreso a la habitación intentando procesar lo que acababa de pasar. -          ¿te  sucede algo? –cuestiona Alan a verme, me conocía como la palma de su mano. -          Ni siquiera sé cómo explicarlo.-dije dando vuelta  en la habitación.-es posible que me haya visto a mi mate o que me haya gustado una simple chica, aún no sé. -          ¿Qué? –dijo ahogándose con el café. -          Todo paso muy rápido, no pude captar bien su olor no sabría decirte, es una estupidez quizás solo me sorprendió esa chica, era muy linda. -          Eres un lobo, como es eso de que no estás seguro de su olor.-dijo aún confundido. -          Por eso es posible que solo fuese  una chica. -          ¿pero como paso? -          Me la encontre  en el ascensor, todo sucedió  muy rápido.-rio en respuesta. -          Al menos ahora tenemos las certezas de que te gustan las chicas.- mientras carcajada salía de su boca. -          Ja ja, ja, ja muy gracioso.-dije con sarcasmo. -          Apúrate,  recuerda que tenemos un desayuno pendiente.   Alan Estaba de más decir que me encantaba  molestar a Axel siempre había sido el callado, tímido y soñador de los tres, estas cosas nunca ocurrían con Axel  era toda una novedad, hoy en la tarde tendríamos nuestra primera  negociación  así, que teníamos tiempo de relajarnos otro rato antes de eso, espere pacientemente  a Axel mientras leía nuevamente los  contratos de compra. -          No…-le interrumpió ya se a donde iba a llegar. -          Tranquilo, ya le he dicho que no vas en plan de pareja y que no te interesa una aventura. -          Eso espero. –sentencio, estas situaciones le resultaba muy incómodas a Axel, se había centrado bastante en la búsqueda de su alma gemela, sin tener ningún resultado aún seguía con el mismo entusiasmo,  no entendía como lo hacía. Mía -          Hola ¿Cómo estás?- dijo pablo en la otra línea, con evidente emoción.  -          Horrible, me perderé la boda de mi mejor amiga por una firma. -          La firma de tú sueños, y puedo asegurarte que ella  está muy feliz por ti. -          No creo, no sabes cuantos planificamos nuestras bodas desde chicas y justo ahora…-digo trabándome. -          Conseguiste el contrato de tus sueños. -          No creo que valga perderme este día. -          Ey! Mía siempre has estado para ella, y  sé que seguirás estando que faltes este día es lo de menos. -          Gracias pablo. –siempre sabia que hacer para que estuviera mejor -          Te paras de esa cama y te vas a disfrutar de tu estadía, recuerdas que estas en Singapur guapa. –dijo  tratando de animarme. -          Pero… -          Pero nada, haré unas reservaciones para que tenga una excelente estadía. -          Está  bien, gracias. -          Solo no te me vayas a enamorar. –dijo en forma de advertencia para colgar la llamada. Arrogue el teléfono a un lado de la cama y permanecí unos minutos mirado el techo, para levantarme hasta la ducha, pablo tenía razón no había viajado hasta esta parte del mundo para permanecer encerrada en una habitación, la situación no estaba en mis manos y ya no había nada que pudiera hacer, así que solo quedaba fluir con la situación.  Horas más tardes Axel El día ya había concluido en desayuno con liana y Carla había transcurrido tranquilo y sin  ningún problema, la reunión con los socios sé realizo y  resulto exitosa  mañana procederíamos a firmas el contrato, pronto estaría de regreso  en casa me encontraba ansioso. -          ¿Qué va a querer?-dice el mesero acercándose a la mesa, hecho un vistazo rápidamente a la carta. -          Esto. –digo mostrándole. -          Excelente opción, ¿algo para tomar? -          El mejor  vino que tenga. -          ¿espera a alguien? -          No, solo  para mí. –una vez se retiró, pasee mi vista por el lugar y rápidamente ese aroma llega a mí, lo busco rápidamente, pero se me mezcla en la multitud  me levanto de mi mesa y empiezo a buscar el origen, empujo con cuidado algunas personas y un segundo lo había perdido, camino por el lugar sin ningún punto. -          Por favor Dios. –suplico buscando el aroma, de repente choco con algo y si era ella sonrió, siento mi lobo agitarse y si era ella, sus hermosos ojos café permanecían en mí, mirándome con confusión. -          Lo siento.-se disculpa alejándose, la detengo. -          Espera, te conozco ¿Cómo has estado?-fue lo primero que se me ocurrió, no podía dejarla ir, pero tampoco podía obligarla. -           He?-dije mientras me analizaba. -          Si, nos conocimos en el aeropuerto ¿no me recuerdas?-intente persuadirla. -          Creo que me estás confundiendo.-dijo dando un paso atrás. -          ¿seguro que no eres Katherine? -          No, no, te digo que me confundes. -          Waoo,  se parecen bastante, disculpa.-digo sin ninguna otra idea, era malo para  la chica.-permíteme presentarme entonces, soy  AXEL Maison. -          Mía Duran, es un placer Axel. –sonreí, ante sus palabras era muy tierna y dulce. -          No puedo dejarte marcharse así, te  he quitado mucho tiempo ¿te gustaría  acompañarme a cenar? -          No, no gracias. -          ¿Un paseo? -          No. –sonrió, era la sonrisa más bella que había visto. -          Tienes una hermosa sonrisa, mía. -          Gracias Axel, tú eres muy amable. -          Aún no me das la oportunidad de mostrarte más, ¿un trago? Sin ningún compromiso, solo que has causado una gran conmoción en mí y necesito conocer a la chica, que con una sonrisa se ha robado mi corazón. –sonrió en respuesta. -           Yo… -          No acepto, pero, soy tuyo hoy por toda esta noche y el resto de tu  vida si lo deseas ¿Qué quieres hacer amor mío?-sus mejillas se tornaron rojas y embozo una sonrisa,  mientras su respiración se volvió más pesada, estaba nerviosa, yo cambio estaba en el mejor sueño de mi vida aún no lo podía creer, había encontrado a mi mate y era simplemente perfecta, me encanta. -           Mm… no sé ¿vamos por un helado? Mía La conversación de mi familia no salía de la cabeza no hables con extraños y  mucho menos confíes, pero  Axel era un chico tan tierno y agradable, que eran inevitable no sentirse atraída por tanta ternura y por lo guapo que era, caminamos mientras degustábamos el  helado.   -          ¿de dónde eres?-dice mientras me observa, me hacía sentir incómoda el hecho de que no me quitaba los ojos de encima, pero al mismo tiempo me hacía sentir especial, definitivamente había perdido el poco juicio con que nací. -           República dominicana. -          Estás bien lejos de casa. -          Un poco,  he venido a firma un libro con una editorial. -          Vaya ¿eres escritora? -          Algo ¿y tú de dónde  eres? -          De Siberia, estuve a punto de perderme este  viaje  de negocios, y por consiguiente la oportunidad de conocer el amor de mi  vida. –dice con una sonrisa.
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