Capítulo 3
Elena se miró en el espejo del baño de la oficina, ajustando nerviosamente el cuello de su blusa. Había pasado una noche en vela, pensando en la reunión que tendría con Christopher Collins esa mañana. No podía quitarse de la cabeza el beso accidental en el ascensor, ni la forma en que él la había mirado después.
Finalmente, decidió que no había nada más que hacer y salió del baño con determinación. Caminó por el pasillo hasta la oficina de Christopher, tratando de mantener la compostura a pesar de los nervios que sentía en el estómago.
Cuando llegó a la puerta de su despacho, dio un par de golpecitos suaves antes de abrir. Christopher estaba sentado detrás de su escritorio, revisando unos papeles. Levantó la vista cuando ella entró y su mirada se encontró con la suya por un momento antes de que él la apartara.
—Buenos días, Sr. Collins —saludó Elena, intentando sonar profesional.
—Buenos días, Elena. Por favor, siéntate —respondió él, indicándole la silla frente a su escritorio.
Elena tomó asiento, cruzando las piernas nerviosamente. Él la miró fijamente por un momento antes de hablar.
—Quiero discutir los proyectos de la semana próxima. Tengo algunas ideas que me gustaría que implementaras en la presentación para el cliente Johnson.
Elena asintió, sacando su libreta y un bolígrafo para tomar notas mientras él hablaba. Durante los siguientes treinta minutos, discutieron los detalles del proyecto, intercambiando ideas y aclarando dudas. Aunque la atmósfera era profesional, Elena no podía evitar sentir la tensión que flotaba entre ellos.
Finalmente, cuando terminaron de repasar todos los puntos, Christopher guardó los papeles y la miró directamente.
—Elena, sobre lo que sucedió el otro día en el ascensor…
Elena tragó saliva nerviosamente, preguntándose qué iba a decir él.
—Fue un accidente. No debería haber sucedido —continuó él, mirándola fijamente
Elena asintió, bajando la mirada hacia sus manos. —Lo sé. Fue un accidente.
Hubo un momento de silencio incómodo antes de que Christopher hablara de nuevo.
—Es importante que mantengamos una relación profesional en la oficina. Lo que sucedió no debe repetirse, no quiero que se malinterprete la situación o haya por ahí un chismerío.
Elena asintió nuevamente, sintiendo un nudo en la garganta. —Por supuesto, Sr. Collins. No volverá a suceder.
Él asintió con la cabeza, como si estuviera satisfecho con su respuesta. —Bien. Entonces, eso es todo por hoy. Por favor, asegúrate de tener los borradores de los informes listos para mañana por la mañana
Elena asintió una vez más y se levantó de la silla. Salió de la oficina de Christopher con un suspiro de alivio, sintiendo una mezcla de emociones que no podía entender del todo.
Durante el resto del día, trató de concentrarse en su trabajo lo mejor que pudo, pero su mente seguía volviendo a la reunión con Christopher. Había algo en la forma en que él la miraba, en la forma en que hablaba, que la dejaba inquieta.
Al final del día, cuando finalmente se retiró a casa, se sentó en el sofá de su apartamento con una taza de té caliente en las manos. Intentó relajarse, pero no pudo evitar preguntarse si la tensión entre ella y Christopher Collins alguna vez se disiparía. O si siempre sería así, flotando justo debajo de la superficie.
Mañana sería otro día en la oficina, y tendría que enfrentarse a él una vez más. Pero algo le decía que las cosas ya no serían las mismas.