Rocío Quedaban solo cuatro semanas para la primera final. Yo me sentía bien, pero el preparador físico tenía razón. Apenas podía ejecutar el balón en espacios reducidos y estaba enojada conmigo misma. Me daba cuenta que estaba pesadísima por esos días, que trataba mal a todo el mundo, pero el problema, era yo misma. Estaba en una lucha conmigo misma, una vez más. Necesitaba jugar, y para lograrlo, me había focalizado en aumentar mi tiempo de ejercicio. Los dolores habían vuelto… producto de que para apurar la recuperación, cada día aumentaba un poco más el peso que levantaba mi pierna operada y las lágrimas volvían a salir. Aun no estaba lista, pero quería estarlo, y nadie, me iba a convencer de lo contrario. El día que voy a describir ahora, fue inolvidable… pero no m