2. POR LA CORONA RUSA

2038 Words
Sebezh, Rusia Serik Ivanov El fuego cruzado era equitativo y mis hombres y el enemigo se batían a duelo en igualdad de condiciones, pero debíamos actuar rápido si queríamos cruzar la frontera y perderlos de vista. —¡Luzhin! ¡Prepara la bomba! —¡Enseguida! Dimos la señal a nuestros hombres para que empezaran a despejar el camino, en tanto Luzhin activaba el temporizador y yo buscaba la mejor ruta de salida para nosotros antes de que esos infelices nos pisaran los talones. —¡Serik, el perro de los Romanov está aquí! —alertó Luzhin. —¡Maldita sea! ¡¿No se suponía que estaría en Astracán?! —¡Se suponía, imbécil! —vociferó ese infeliz de Morozov a lo lejos, consiguiendo nuestra atención—. ¡De mí no te libras tan fácil, Ivanov! —un puñado de hombres ingresó al lugar y, por su posición, supongo que su plan es rodearnos. —No creas que me atraparás tan fácil y menos esta noche, Morozov, pero me iré con tu cadáver y le enviaré a los Romanov la cabeza de su perro. —No si llevo la tuya. Ordené a mis hombres ingresar al recinto para que los rodease, Luzhin y yo corrimos una vez quedó lista la bomba e ingresamos al camión blindado (al menos esto nos daría protección un tiempo mientras los otros dos camiones se alejaban también de esos perros), entonces resonó la explosión de nuestra bomba. —Lástima que no puedas llevarle su cabeza a Romanov —reí por el burlesco comentario de Luzhin. —Claro que lo haré, ¿o crees que eso lo asesinará tan fácil? —en eso escuchamos una motocicleta que venía a toda velocidad junto a algunos autos—. Te lo dije. De nuevo la lluvia de disparos aniquilaba el aire, los motores iban al máximo posible y aunque esos perros estaban cerca de alcanzarnos, nosotros teníamos la ventaja por el apoyo extra que habíamos conseguido recién. —Lo mejor será desviar los camiones, nosotros seremos la carnada. —Hazlo, igual la carga más importante está lejos de ellos —ordené complacido a Luzhin, quien no tardó en enviar el mensaje a los demás. Preparé una granada al notar que los autos aceleraban para quedar a cada lado de nosotros y en cuanto vi de qué lado se encontraba ese perro de Morozov lancé la bomba hacia él, viendo cómo su motocicleta se despedazaba en el aire y el auto se salía de la carretera, quedando solo los otros dos autos de la derecha. —¡Esta vez sí nos libramos de ese infeliz! —vociferé eufórico. —¡Eso nunca, imbécil! —el grito de ese perro me alertó, me percaté de que estaba colgando de un gancho y comenzó a escalar con dificultad el camión. —¡Maldito hijo de perra! —golpeé con fuerza el tablero—. ¡Luzhin, toma el volante, me encargaré de ese infeliz! Me armé con la escopeta, dos bombas pequeñas y salí ansiando la cabeza de Morozov, quien ya estaba arriba cortando las cuerdas que sostenían la mercancía. Él, al percatarse de mi presencia, disparó a la vez que se ocultaba tras algunas cajas en lo que yo hacía lo mismo, aunque aproveché la oportunidad para lanzar la primera bomba a sabiendas de que esas cajas no contenían nada. Sin embargo, la detonación hizo que el camión se balanceara un poco y cuando menos lo imaginé, un fuerte golpe me impactó a un costado consiguiendo que soltara la escopeta. De ahí comenzamos una batalla cuerpo a cuerpo donde ninguno dio su brazo a torcer, pero una grata sensación me invadió en cuanto Luzhin hizo sonar la bocina, siendo el aviso de que estábamos cerca de la frontera y la mercancía no tardaría en ingresar a nuestros dominios. —Despídete, Morozov, porque han perdido. —No mientras viva —contestó seguro, enardeciendo mi ira. —Descuida, eso lo arreglaré en breve. Sin darle tiempo a nada, corrí hacia él, apoyé mi brazo en una superficie y lo pateé con fuerza consiguiendo que perdiera el equilibrio, pero el infeliz, antes de caer, sujetó mis pies arrastrándome con él. Por poco caemos del camión de no ser porque me sostuve de las correas, aunque ese idiota seguía aferrado de mi pantalón. —¡Cáete y deja de joder, Morozov! ¡Es hora de que el perro de los Romanov encuentre su lugar en este mundo! —¡Después de ti! Sin que lo esperase, el muy maldito sacó una navaja que clavó varias veces en mi pierna y por más que yo intentaba patearlo, él se ensañó en joderme, pero alcancé a activar la otra bomba. Morozov maldijo en un gruñido y saltó a un costado, entonces arrojé la bomba hacia él en lo que yo corrí como pude hasta la cabina, de donde casi caigo de no ser porque Luzhin alcanzó a abrir la puerta para que pudiera sostenerme. —¿Está muerto? —preguntó él. —No, pero haz girar esta cosa, lo necesitamos en tierra antes de cruzar la frontera —ingresé dolorido buscando otra granada y un arma, vendé rápidamente mi pierna como pude y subí una última vez—. Ahora sí llegó el fin del perro de los Romanov —mascullé con odio, lancé la granada hacia él y vislumbré cómo su cuerpo se levantaba rumbo al asfalto. —¿Estás bien? —preguntó Luzhin en cuanto volví a mi asiento. —Sí, lo mejor es que esta vez ese imbécil no sobrevivirá, si la bomba no lo mató, sin duda lo hará el asfalto o sus hombres cuando le pasen los autos encima. —Hora de celebrar. (…) Malta, Letonia – Horas después —Largo, quiero estar solo —ordené a la mujerzuela que me había follado en esta noche de celebración y serví un trago mientras observaba a mis hombres acomodar la mercancía en la bodega—. Por fin me deshice de ese perro. Si había algo en el mundo que odiase tanto como a Nicolay Romanov, ese era el perro sarnoso de Aleksei Morozov, hijo de Piotr Morozov, la mano derecha de Nicolay. Todo comenzó años atrás, cuando Nicolay no estaba a la cabeza de la mafia rusa sino Boris Miarkolva, mi padre fue uno de sus más grandes aliados y ellos, junto a otros tres hombres, dominaban el país con mano de hierro, respetaban sus territorios y pocas veces se dieron fuertes desacuerdos entre ellos, pero todo cambió cuando Miarkolva fue asesinado por una mujer, misma a la que Nicolay se unió para conseguir de a poco el control total en el país. Ante esto, las otras cabezas que gobernaban el bajo mundo intentaron aliarse para derrocarlo y quedarse con las rutas de Miarkolva, pero la mujer que acompañaba a Nicolay era de temer, los pocos que sobrevivían decían que ella era como la hoz de la muerte, a donde iba corría la sangre de sus enemigos y no tenía piedad con estos, siendo ese infeliz de Nicolay su mano derecha y el que recibió la corona gracias a ella. Sin embargo, fue en una de estas confrontaciones cuando ellos aparecieron en mi casa… No hay día que no recuerde esa fatídica mañana en la que vi a mi padre y mi hermano mayor enfrentarse a ese ejército y aunque mi madre y yo intentamos huir, ella fue alcanzada por una bala que iba directo a mí. La vi morir en mis brazos mientras me suplicaba correr, pero cuando la vida abandonó sus venas, regresé al salón para vengarme, entonces una explosión me arrojó hacia un oscuro pasillo desde donde vi a Nicolay, Piotr y a esa mujer rodear a mi padre y hermano, ellos se mantuvieron firmes al igual que sus hombres, pero como si la muerte volase en una extensa cabellera oscura, ella se desplazó hasta mi hermano a una velocidad impresionante y cortó parte de sus rodillas. Sus gritos eran insoportables, tanto así, que me petrifiqué en ese lugar donde la vi despedazarlo con el cuchillo mientras mi padre le suplicaba que lo dejara en paz, pero no se detuvo hasta que él le arrojó el sello a Nicolay, cediéndole así su poder en la mafia, entonces ese cretino se le acercó, le dijo algo que no pude escuchar y lo asesinó a sangre fría. Después de esa horrible escena solo quedó la sangre seca y los inertes cuerpos de mi familia en el suelo. Desde entonces juré que me vengaría de ellos, pero para eso debía encontrar a los aliados de mi padre, así que me contacté con las pocas personas que conocía y uno de ellos me dio un lugar entre sus hombres aun cuando era un niño cuya infancia le fue arrebatada junto a su familia. No obstante, ese malnacido aprovechó mi situación y edad para humillarme, castigarme y darme duras enseñanzas que me hicieron el hombre que soy, uno que le dio muerte a sangre fría después de diez años de servició, quedándome con los hombres que él menospreció y cuya lealtad me gané con el tiempo, siendo Luzhin el mejor. A él lo conocí unos años antes de ese golpe, Luzhin odiaba tanto como yo a ese infeliz y ese odio nos hizo amigos, confidentes y cómplices, pero él siempre me daba un puesto superior a sabiendas de quién era mi padre, ante esto, consideraba que yo debía recuperar el poder que Nicolay, Piotr y esa mujer nos arrebataron, pero los años lo hicieron más poderoso y ese sueño se hizo más difícil hasta que un día me enteré de que Nicolay era padre de unas gemelas, entonces armé un mejor plan para darle donde más le dolía, así le arrebataría la felicidad de a poco y ahora me encontraba cerca de obtenerlo gracias a los nuevos enemigos que él se había ganado desde hacía dos años, mismos con los que hice una fuerte alianza para recuperar el control. —Serik, tenemos novedades —avisó Luzhin un poco preocupado, lo que era extraño en él. —¿Qué ocurre? —Me han informado que el avión de Nicolay llegó a Rusia, pero eso no es lo más extraño, sino que al parecer han nombrado a un nuevo líder. —¿De qué hablas? —me acerqué incrédulo y leí el mensaje enviado por nuestro espía—. ¿Qué…? ¡¿Quién mierda es este líder y por qué Romanov nombraría a otro?! —arrojé embravecido el aparato contra la pared. —Se especula que tiene que ver con su esposa, al parecer algo ocurrió con ella y por eso él estará fuera del foco, pero creo que esta será nuestra ventaja. —Esa mirada… ¿Qué ocultas? —pregunté fascinado ante esa perversa sonrisa suya. —No es un nuevo líder, sino una nueva líder —una sonrisa se fue trazando de a poco en mí—, se trata de su hija Victoria y si juegas bien tus cartas, quizás podrías acercarte más de lo que imaginas a esos terrenos —mi corazón se aceleró con la misma pasión con la que vi caer a ese perro de Morozov. —Así que su hija es la heredera al trono… Bueno, es hora de darle una advertencia a esa muñequita y mostrarle que esta tierra solo puede ser gobernada por hombres, y te aseguro que a ella le destrozaré las rodillas de lo mucho que me complacerá en adelante. —No lo dudo. El único problema es que hasta ahora no hemos podido tener un retrato de sus hijas y acercarnos será complicado ya que han reforzado la seguridad con su llegada. —No importa, envía a tantos hombres como debas y consigue todo lo que puedas sobre ella, también envía a otro grupo para que me traigan el cuerpo de Morozov, quiero arrancarle la cabeza y enviársela a la princesita rusa como obsequio. —Ya lo ordené y en un par de horas estarán de regreso, pero lo de ella nos tomará un tiempo. —Ya esperé veintidos años por mi venganza, puedo esperar un poco más, Luzhin, solo asegúrate de que no haya errores esta vez.
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