Capítulo 3/ Bienvenida y galletas.

2063 Words
Era sábado y también era el día en que iría a “presentarme con mis vecinos” Mamá había sugerido hacer un pastel pero yo sabía que Jared amaba las galletitas, así que el voto ganador era para las galletas, en específico con chispas de chocolate. — ¿Debería ir contigo y presentarme con nuestros nuevos vecinos? — me sorprendió mi madre poniendo sus manos sobre mis hombros mientras yo mezclaba los ingredientes. — No mamá, no creo que sea necesario, ya iré yo y diré que envías saludos... — mamá sonrió y levantó una ceja con picardía, a ella nada solía escaparse le. — Oh, por favor, conozco esa mirada. Mamá, está prohibido, lo sabes. — su sonrisa se ensanchó mientras me miraba. La veía de costado pero decidí girarme y enfrentarla, si quería discutir con una psicóloga debía hacerlo de frente, que no notase nada raro en mí. — es ética laboral. — me encogí de hombros tratando de parecer despreocupada. — Si es importante para ti. — respondió casi con el mismo desinterés que yo. — Oh no, no, no. Es psicología inversa, usas psicología inversa conmigo, mamá. — reí. Ella me guiño un ojo en respuesta. Hice un ademán de manos como para advertirle. — No se te escapa nada, cariño. — apretó mi mejilla. Asentí mirándola interrogante. — haré las preguntas de todos modos, soy tu mamá. — sonreí y negué con la cabeza. — Eres un caso perdido mamá, ahora usas ese método, les ha funcionado a todas las madres del mundo, pero soy hija de una psicóloga. — está vez fui yo quien le guiño un ojo. — así que nada saldrá de mi boca, nada que yo no quiera decir... — hice un gesto con las manos en mi boca como si estuviera cerrando una cremallera. — Oh, eres tan inteligente. No se si sentirme orgullosa de ti o enojarme de haberte educado tan bien. — sonrió con ternura. — entonces, ya que nada que no quieras contar saldrá de tu boca... Pregunto: ¿Qué es lo que quieres contar? — rode los ojos y suspiré mientras me cruzaba de brazos. — Jared y yo fuimos a la escuela juntos desde que éramos niños, incluso ahora en secundaria seguimos teniendo las mismas clases juntos. — suspire, mi madre asintió satisfecha indicándome a continuar. — él nunca me vio, pero eso cambió la semana pasada, él choco conmigo... — mamá se vio pensativa, me imaginaba que estaba atando todos los cabos en su cabeza. — Así que fue él quien rompió tu computadora, y como eres un terrible monstruo lo obligaste a comprometerse con que te la pagaría. — mamá tocó mi nariz con su índice mientras decía esto, negué con la cabeza pero la dejé continuar. — te dio su número y lo llamaste para que tuviera el tuyo... — posó su dedo índice en su barbilla en una seña de que estaba pensando. — o seguramente tú le diste tu número y él te llamo, no te imagino en posición de dar el primer paso. — antes de que terminara la detuve haciendo un gesto de silencio y girando me nuevamente a la masa de galletas que ya estaba mezclada. — No sigas, por favor... — dije divertida. — deja de leer tus novelas románticas. — reí. — afecta a nuestra convivencia. — ahora era ella quien reía. — No puedo estar tan equivocada cariño, sabes que soy la mejor deduciendo. — asentí en acuerdo, en eso ella tenía la razón. — no te estoy analizando, no sería ético, no te digo esto como psicóloga, te lo digo como tú madre, estás enamorada de ese chico, tus ojos se iluminan cuando escuchas su nombre. — la mire sorprendida. — solo no quiero que te obsesiones. — se recostó sobre la mesada para poder verme bien, fingí estar mezclando la masa para no verla de frente. — no te obsesiones e invadas su privacidad, se cómo eres con el tema ese de la informática y de verdad admiro mucho que tengas todo ese conocimiento y me alegra tener una hija tan ñoña. — sonrió, yo negué con la cabeza divertida. — no quiero que te rompan el corazón por tus errores, cariño. — concluyó. Demasiado tarde mamá, yo llevaba años siguiendo cada paso de Jared, a excepción de esta semana que se había hecho eterna sin una laptop para estar al día, me había perdido muchas cosas, eso seguro. — dime qué no estás obsesionada, cariño, te quiero escuchar decirlo. — rode los ojos. Ella no me dejaría tranquila si no se lo decía, me gire quedando frente a ella, la mire a los ojos y dije las palabras. — No estoy obsesionada con Jared Williams. Solo quiero ser amable con él y su familia, despues de lo que dijo Dy me quedé pensando en que debían estar muy mal y no solo económicamente, mamá. — ella asintió satisfecha. Era una verdad a medias, pero ella estaba complacida y era lo que importaba. — Bueno, entonces lo dejo en tus manos. Dales la bienvenida a nuestros nuevos vecinos, hazles saber que estamos para lo que se les ofrezca, por favor. — asentí con una sonrisa en el rostro. — nos vemos cariño, tengo que ir a la peluquería, tengo turno y sabes lo difícil que es tener un turno ahí. — asentí. Mamá tomo su bolso pero antes de salir por la puerta su celular sono. Antes de contestar me miró. — parece que pasaré por mi trabajo más tarde, y luego tengo esa cita... — la interrumpí. — Mamá, puedes ir tranquila, sabes que puedo cuidarme sola, tengo 18 años. — ella sonrió y asintió. — Cierto, a veces se me olvida que eres toda una mujer. — se acercó y beso mi frente. — cualquier cosa, llámame, sabes que siempre estoy pendiente de mi teléfono y si me necesitas... — Ya vete mamá. — la empuje amablemente. Ella solía ser muy sobre protectora. Su trabajo la obligaba a estar fuera de casa algunas noches, incluso los fines de semana y ya me había acostumbrado, podía ser papeleo o simplemente algún paciente en crisis, ella era tan dedicada que hacía mucho tiempo había abierto esta brecha entre las dos, así que me hice más independiente. — Nos vemos mañana, cariño. — camino directamente a la puerta, hizo un gesto de despedida con la mano antes de marcharse, cerró la puerta tras de sí dejándome completamente sola. — Bueno, ahora solamente somos tú y yo. — le dije a la masa a la cual debía amoldar para obtener esas galletas. Cuando por fin tenía las galletas listas las puse en una bandeja y las tape esperando que conservarán el calor cuando estuviera frente a la puerta de Jared. Camine nerviosa hacia la casa de Jared, me detuve en su puerta dudando, ¿Debía tocar o ir de vuelta a casa? Después de todo yo estaba segura que ahí vivía Jared, pero él no estaba seguro de que yo fuera su vecina... Me di media vuelta decidida a irme a casa cuando la puerta se abrió detrás de mí y una hermosa voz resonó detrás de mí. — ¿Ali? — me gire lentamente con la bandeja de galletas en mis manos para ver a un Jared un poco sorprendido, mire su rostro detenidamente, parecía cansado, las bolsas de bajo de sus ojos confirmaban que no había dormido mucho. — Así que eres tú... — dije en un susurro audible. — Soy yo... — sonrió. — ¿Eso es para mí? — dijo señalando la bandeja en mis manos. Sonreí y asentí entregándosela. — Bueno, ya sabes, esperaba que fuesen una ofrenda para mis nuevos vecinos. — dije divertida. — ¿Una ofrenda? — pregunto curioso. — Ah sí, ya sabes algo que dijera: “por favor no me tortures con tu música ruidosa” — él pareció entenderlo y sonrió. — Así que no quieres que te torture con mi música... — dijo divertido. — Oh no, no me mal intérpretes, tú puedes torturarme. — sus ojos se abrieron en un gesto de sorpresa. — Ay no, eso sonó muy mal. ¿Verdad? — Jared río, su risa sonaba tan real que me sorprendí. — Un poco, si. — me regaló una hermosa sonrisa. — iba a ir a la farmacia, mamá ha estado un poco enferma... — asentí. Me di la vuelta para marcharme. — Ah, si. Lo siento, es un mal momento. — dije incomoda. — No, no lo es, bueno, te iba a pedir que me acompañaras, ya que estás aquí. — me gire viéndolo con sorpresa, él sonrió ¿Nervioso? — eso sí tú quieres... — sonreí. — Claro que quiero... Eh digo, qué clase de vecina sería si no me diera la oportunidad de conocer a mí nuevo vecino. — dije disimulando mi entusiasmo. — Perfecto, entonces espérame un segundo, dejaré tú ofrenda en la cocina y volveré en un segundo... — asentí. Jared no tardó mucho en volver, me tomo de la mano en un gesto tan natural que me congelé sorpresivamente, él me miró. — Oh, perdón. Eh, no sabía que te molestaba. — su mano soltó la mía y se dirigió a su nuca, incomodo. — las demás chicas nunca dicen nada, tampoco me miran de esa forma, es solo que me acostumbré a eso, discúlpame, debí preguntar. — suspiro. — no lo volveré a hacer, por favor, camina a mi lado. — pidió un poco tímido. Ese no era para nada el Jared que yo siempre había visto. Sonreí nerviosa y asentí. Antes de hacer nuestra caminata a la farmacia incomoda, decidí hablar primero, era mi culpa despues de todo, había sido yo quién se había congelado porque un chico tocó su mano, pero no cualquier chico, era el chico del que estaba enamorada. — Entonces... Vivirás ahí. — me maldije por decir algo tan estúpido. Agradecí cuando él solo me sonrió y asintió. — vendimos nuestra casa anterior, que te puedo decir... Necesitábamos un cambio. — dijo tratando de sonar despreocupado. Oh Jared, si supieras que lo sé todo sobre ti, sería incluso más fácil para ti hablarme... — Debe ser difícil, digo, todo este cambio. Para ti y tu familia. — él sonrió incomodo. — Solo somos mamá y yo... — trate de parecer sorprendida, era algo que ya sabía, pero me alegraba de que él me lo contará. — bueno, técnicamente, también está mi hermana, pero ella vive con su esposo. — asentí. — Entonces prácticamente eres hijo único. — sonreí, trataba de sonar divertida pero sabía que era difícil para él contarme de su vida, nadie en la escuela sabía nada de él. Era privilegiada por escuchar de su boca algo sobre él. — también tengo un hermano mayor... — comenté, no quería que pensara que no me interesaba saber sobre él pero para eso aplicaba esa ley de “dar y recibir” quizá sí yo le decía algo de mí él me recompensaria con algo más sobre él. — Dy es insoportable a veces, pero no puedo decir que no lo quiero, ahora está cursando su carrera en la universidad, si me lo preguntas pierde el tiempo, es un cabeza hueca. Aquí la del intelecto soy yo. — Jared río nuevamente, una risa sincera, real. Me alegraba ser la causante de esa sonrisa. — A veces los hermanos mayores son difíciles, pero solo quieren lo mejor para nosotros, eso me gusta pensar. — asentí. — entonces, eres la del intelecto en tu familia... Por lo que veo también la belleza. — mi rostro se había puesto caliente, debía estar como un tómate. Él sonrió mirándome. — ahora recuerdo que te debo una cita. — oh Dios, si seguía hablando me daría un infarto, primero me halaga y después me recuerda nuestra cita acordada. Solo él podía llegar a intimidarme, en la escuela era yo quien intimidaba, nadie quería acercarse desde que Victoria había esparcido ese rumor de que yo solía hackear las cuentas de mis amigos y robar información, nadie quería revelar sus secretos, por eso no se molestaban siquiera en hablarme, despues de todo, si no me hablaban, su información no estaría expuesta, según ellos. Según yo, sabía todo de todos pero su vida no me interesaba para nada.
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