Capítulo 2.-

2261 Words
Te declaro, mi peor enemigo  ◾◾◾◾◾◾◾◾◾◾◾◾ Si, fue algo injusto, oh, y me gustaría decir que ahí acaba todo, pero ni siquiera ha empezado, me gustaría decir que Murat Doğan es un infeliz sin corazón, y tal vez lo es… pero, retrocedamos en el tiempo para poder entender esta situación ⏮️… ………………… Hoy había sido una mañana complicada para Murat, se sentía estresado, conducía su bonito convertible como de costumbre y mientras lo hacía un sinfín de mensajes empezaban a llegar a su teléfono, no había visto a su novia desde hacía casi dos semanas y estaba seguro de que era ella, por la tarde la llevaría a comer y le compraría algo lindo para compensarla. Al llegar a la oficina su asistente Tarkan ya lo estaba esperando como todos los días. —Buenos días señor, ¿Qué tal su fin de semana?. —Bien— respondió Murat sin entrar en detalles, pasó por la recepción y llegó hasta las oficinas y los cubículos. Todos lo miraban de reojo, deseando poder ser invisibles, en realidad Murat era un hombre observador sin tener que serlo, parecía que no veía a nadie, pero estaba atento a todos, él se fijaba hasta en el más mínimo detalle. Le gustaba esa sensación de sentirse imponente, lo hacía sentirse bien, estaba consiente de que lo odiaban, pero no le importaba, siempre y cuando todos hicieran su trabajo, no le importaba lo que dijeran de él a sus espaldas. Al llegar al escritorio de su otro asistente miró a la joven que estaba ahí de pie sosteniendo una taza de té, su agenda y el informe del día anterior, trataba de no verla mucho pues sentía que le faltaba el respeto a su novia, la chica era bonita, su nombre era Melisa, no había cruzado más de seis palabras con ella que no trataran de algo laboral, ella era alta, delgada, de cabellera larga y castaña oscura, tenía ojos grandes y bonitos, tenía unos 23 años tal vez, y hasta donde él sabía aún estaba cursando la universidad, esa fue la primer razón por la cual él no la despidió una vez que adquirió la empresa. En realidad él no necesitaba a Melisa y en un principio estuvo muy tentado a despedirla, pues ella no daba solo una, pero con el tiempo se ajustó a él como una bonita camisa echa a la medida. Murat entró a su oficina y tomó asiento detrás de su escritorio, tenía que revisar unos planos que eran urgentes, eran de un casino que estaría en construcción en un par de semanas y tenía que revisarlos antes de aprobarlos, si algo salía mal, sería todo su culpa. Oprimió un pequeño botón de su teléfono y la pantalla se iluminó por completo, había unos veinte mensajes, los primeros eran de su madre. «Cariño ¿Dónde estas?» «Cariño, Ezgi te está buscando» «Cariño, ¿Te has peleado con Ezgi?, me ha dicho algo de… terminar, ¿Qué está ocurriendo» Murat arrugó la frente y miró las llamadas perdidas, tenía siete llamadas perdidas y los siguientes mensajes eran de su novia Ezgi. «Te estoy marcando y manda a buzón, ¿Podemos hablar?» «Murat, esto es importante, podrías venir a mi casa, tengo algo que decirte» «Bien, en vista de que no contestas te lo diré ahora, creo que esta relación no está yendo a ningún lado, deberíamos de terminar, será lo mejor para los dos, en especial para mí, si quieres hablarlo, solo llámame, espero que no te molestes» —Se-se-señor, tenemos una situación — dijo Tarkan con un hilo de voz que no decía nada mas que estaba muy nervioso, eso advirtió a Murat que sin duda escucharía malas noticias. «Te lo diré antes de que te enteres por otros y pienses mal, conocí a un chico que es muy amable conmigo y acepté salir con él, por favor, llámame para poder hablarlo» —Habla— ordenó Murat. —Pues verá… accidentalmente la asistente que se encarga de sus reuniones se olvidó de que tenía…, de que tenía una cita programada con el señor…, el señor Stellman. —¿Pará cuando es la cita? — preguntó Murat tratando de no explotar por los mensajes de su ahora ex novia. —Fue señor, era para ayer… Esta en al línea, quiere hablar con usted. —Comunica la llamada — ordenó el hombre mientras apretaba el teléfono en su mano. A Murat Doğan nunca lo habían humillado tanto antes, lo habían terminado y por mensajes de texto, toda esa situación era su culpa, pero aún no quería admitirlo, estaba furioso y se puso aún más molesto cuando habló con él señor Stellman. —Lo lamento mucho señor, fue un error de mi asistente y no pude llegar—se disculpó Murat. —No se preocupe señor Doğan, de cualquier modo, mi esposa no quería vender el terreno, así que no podemos aceptar su oferta, lo lamento. —Esta bien, si en un futuro quiere vender, no dude en llamarme. —Por supuesto que lo haré, téngalo por seguro, que tenga buen día. Murat, apretó la mandíbula y de un solo golpe limpió todo su escritorio provocando un tremendo caos, —¡Despídela! — gritó eufórico, Tarkan casi salió corriendo de aquel lugar y Murat trató de calmarse. Tomó su teléfono y le marcó a Ezgi pero entraba directo al buzón. —¡Tarkan, ven aquí ahora!— gritó mientras se aflojaba la corbata, pues sentía que el aire no llegaba a sus pulmones. —Si señor, dígame. —Necesito que vayas a mi casa y que traigas los planos de mi despacho, son los planos de la casa de Ezgi, tráelos. —Si señor. Murat volvió a su teléfono y le marcó de nuevo Ezgi, se sentó en su silla y esperó, la llamada por fin se conectó. —Hola Murat, mira deberíamos de…. —Veámonos, te mandaré la ubicación de un restaurante, necesitamos hablar sobre los planos de tu casa y sobre lo otro. Ezgi no respondió de inmediato pero al final aceptó, —Bien te veo ahí. Ahmet Çelik era uno de los arquitectos de aquella constructora y también era el mejor amigo de Murat, Ahmet era un hombre culto y con clase, era atractivo, no tanto como Murat, pero al final tenía con que defenderse, y sin duda una que otra mujer estaba enamorada de él. Llegó a la oficina de Murat y frunció el ceño al ver a la chica que salía llorando de aquel lugar, ¿Qué no era Melisa?. A Ahmet siempre le pareció una chica bonita y carismática, de vez en cuando hablaba con ella, y parecía que era muy modesta, lo cual le gustaba. Entró a la oficina de su amigo y miró el desorden que había en ella. —¿Qué ocurrió aquí?. —Nada. —¿Nada?, te conozco Murat, ¿Qué hiciste ahora?. —Ezgi quiere que terminemos—respondió Murat aún sin poder creerlo. —No me sorprende en absoluto — dijo Ahmet mientras levantaba las cosas del suelo. —¿Eso que quiere decir?. —Vamos Murat, ustedes no parecen una pareja, casi nunca vas a verla, hasta donde se, nunca has sido detallista con ella, las veces que ha venido ni siquiera te molestas en recibirla, se la pasa en mi oficina en lugar de la tuya, ¿Qué esperabas?. —No lo sé, supongo que tienes razón, ¿Pero dejarme por alguien más?, me dijo que esta saliendo con alguien — Murat aún no lo comprendía. —¿Qué tiene eso de malo?, eso hacen las personas, buscan a alguien que si las quiera, no puedes culpar a Ezgi, ni enojarte con ella o con sus decisiones. —¿Eres mi amigo?. Ahmet sonrió y se acomodó el traje, —Si lo soy, por eso te digo lo que necesitas escuchar y no lo que quieres que te digan, otra cosa, ¿Por qué tú otra asistente salió llorando?. —Se equivocó con una cita. —¿Una cita?. —Si, olvidó la cita que tenía con el señor Stellman, pero en realidad el hombre ni siquiera quiso vender su terreno, por que su esposa no lo dejó, ¿De qué le sirve ser un hombre adulto si tiene que tener la aprobación de otros?. «¿Stellman?». —Creo que no fue culpa de tú asistente, yo respondí una llamada el viernes, ella no estaba y Tarkan me pidió que respondiera, le anoté la cita en una nota, y se la dejé en el escritorio, tal vez no la miró, y yo olvidé decírselo. Murat miró a su amigo y negó, —Ya no importa, le diré a Tarkan que cuando vuelva le pida una disculpa y ya esta. —Bien, entonces, me voy a trabajar, tengo muchas cosas que hacer, ya no te vuelvas loco Murat. Murat solo se sobó la frente y respiró hondo, ¿Por qué Ezgi lo dejaba por alguien más?, ¿Quién podía ser mejor que él?, era ridículo. Murat se había puesto tan furioso que ni siquiera recordaba que había despedido a Melisa, en su memoria no había nada relacionado a eso, sólo estaba la conversación que tuvo con Ezgi. Al final cuando se vio con ella no tocaron mucho el tema de la ruptura , él solo dijo que estaba bien y punto, no le dio importancia, pero por dentro le calaba en los huesos que lo hubieran dejado, él era Murat Doğan, nadie lo dejaba. Ezgi por otro lado aunque amaba mucho a Murat no podía seguir en aquella relación, deseaba con toda el alma que él fuese un poco menos frío, pero eso nunca iba suceder, nadie podía cambiarlo, Murat no amaba, ni amaría a nadie nunca, así era él, y ella ya no podía soportarlo. No fue hasta el día siguiente, que Murat se percató de que Melisa no estaba donde siempre, en un principio no le dio mucha importancia, su día ya tenía pinta de que sería malo, y sólo lo corroboró al darse cuenta de que su periódico matutino no estaba, pero no fue todo. Tarkan le llevó el té de siempre, solo que esta vez olía diferente y se veía de otro modo, Murat dudó en si probarlo ó no, y cuando se animó a dar el primer sorbo lo escupió inmediatamente. —¿Qué es esto? —preguntó un poco irritado. —Su té, señor. Murat se sobó la frente y negó, —Este no lo preparó Melisa, ¿Verdad?, dile que lo preparé ella. Tarkan se encogió en hombros y lanzó una risita nerviosa. —Pero, Mel fue despedida. Los ojos de Murat se pusieron oscuros y el aura a su alrededor estaba de un tono gris. —¿Que?. —Si señor… Melisa fue despedida. El ambiente se puso frío y Tarkan solo cerró los ojos esperando el golpe de furia de su jefe. —¡¿Quién la despidió?!. —U-u-usted señor. Murat recapituló todo lo que había pasado el día anterior, y si, ahí había una imagen de él gritando un, ¡Despídela!. —¿Y que haces ahí?. —¿Señor? —preguntó Tarkan sin entender muy bien. —¡Llámala y dile que vuelva!. —Si, señor— dijo Tarkan y salió corriendo de la oficina, hizo llamada tras llamada hasta que quedó claro algo, Melisa desapareció del radar y no había manera de contactarla. Se percinó antes de volver a entrar a la oficina y miró a su jefe. —¿Qué?— preguntó Murat sin alzar la vista para ver a su asistente. —S-señor…, la señorita Melisa se mudó, y no dejó dicho a donde. —Márcale a su celular. Tarkan tragó saliva, —Ya lo hice, su numero suena fuera de ser vicio. —Pues entonces contacta a algún familiar. —Si…, es que, Melisa no dejó a ningún contacto en su expediente. Murat levantó la vista y miró a su asistente, —¿Qué me estás queriendo decir?. —No hay manera de contactarla, o encontrarla. El jefe apretó la mandíbula y se sobó la cien, ¿Cómo alguien podía desaparecer de un día para otro?, eso era ridículo, ahora las mujeres huían de él. —Bien, busca a una asistente que haga lo que hacía Melisa. —Si señor. Murat Doğan era un hombre de rutina, si algo cambiaba aunque fuese solo un poco, se sentía estresado, así que estuvo estresado toda la semana debido a las candidatas a asistente. Algunas solo querían el puesto para coquetear con él, y de inmediato eran despedidas, otras no soportaban su mal humor y terminaban renunciando después de unas horas, y otras que se creían más fuertes se quedaban sólo un día y al día siguiente ya no volvían. Ahmet Çelik caminaba a paso lento hasta la oficina de Murat, desde afuera podía escuchar los gritos del hombre, no era un hombre que le faltara el respeto a la gente, pero después de que su novia lo dejó se había vuelto un poco…, molesto. Ahmet se quedó parado frente al escritorio del asistente Tarkan, y le hizo una seña, —La nueva asistente— Comentó e hizo una mueca. —¿Qué pasó con Melisa?. Tarkan sólo negó, dando a entender que no lo sabía. Una chica salió llorando de aquella oficina y fue a recoger sus cosas. —¡Ese hombre… es un monstruo!, deberían de tenerlo encerrado — dijo la mujer antes de retirarse.
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